- La CIA infiltró a la seguridad interna, dice el presidente ecuatoriano a La Jornada
- "Traición de varios sectores, pero en general las fuerzas armadas fueron leales"
- "Durante el complot hubo tres o cuatro momentos en que sentí la muerte cerca"
- "¡Cómo nos dieron bala! Yo lo único que hice fue rezar un padrenuestro"
Quito, 24 de octubre. El presidente Rafael Correa llega con un poco de atraso a su oficina en el Palacio de Carondelet, donde ha citado a La Jornada, porque antes ha ido a visitar en el hospital infantil a un niño de 11 años que el 30 de septiembre, entre el caos y la violencia desatada, recibió un disparo de bala expansiva en la pierna. El chico sufrió dos paros cardiacos pero por fin, casi al mes de los sucesos, se restablece satisfactoriamente.
Durante la entrevista Correa se expresa a ratos con una franqueza poco común en jefes de Estado: "Estamos ciegos, en ceros, en materia de inteligencia para la seguridad interna". Indignado con los sectores que participaron en la conspiración, incluidas las organizaciones indígenas que ahora hacen política en alianza con la oposición de derecha. Cauteloso antes de avalar la lealtad de las fuerza armadas a su gobierno: "se portaron muy profesionales. No todos, pero en general. Ahí también hay infiltración".
Basta con ponerle el tema de las horas de peligro que vivió el 30 de septiembre sobre la mesa para que reviva con vehemencia y evidente tensión los "tres o cuatro momentos" en los que sintió que podía morir, sobre todo durante el tiempo que estuvo retenido en el Hospital de la Policía: “Hubo un momento en el que lo único que hice fue rezar un padrenuestro y acostarme en el piso de la habitación. Más que miedo sentía indignación por la traición de esa gente. Y tristeza. Si me tocaba morir dejaba este proceso a medias, dejaba a mi familia, mis hijos.
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Durante la entrevista Correa se expresa a ratos con una franqueza poco común en jefes de Estado: "Estamos ciegos, en ceros, en materia de inteligencia para la seguridad interna". Indignado con los sectores que participaron en la conspiración, incluidas las organizaciones indígenas que ahora hacen política en alianza con la oposición de derecha. Cauteloso antes de avalar la lealtad de las fuerza armadas a su gobierno: "se portaron muy profesionales. No todos, pero en general. Ahí también hay infiltración".
Basta con ponerle el tema de las horas de peligro que vivió el 30 de septiembre sobre la mesa para que reviva con vehemencia y evidente tensión los "tres o cuatro momentos" en los que sintió que podía morir, sobre todo durante el tiempo que estuvo retenido en el Hospital de la Policía: “Hubo un momento en el que lo único que hice fue rezar un padrenuestro y acostarme en el piso de la habitación. Más que miedo sentía indignación por la traición de esa gente. Y tristeza. Si me tocaba morir dejaba este proceso a medias, dejaba a mi familia, mis hijos.
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