Teodoro Rentería Arróyave
Una nueva masacre que deja un saldo doloroso de 14 jóvenes muertos y 20 más heridos en la quebrantada Ciudad Juárez, Chihuahua, obliga a México a estar en permanente duelo, ante la necedad de un gobierno que no obstante el fracaso de su estrategia para enfrentar al crimen organizado se niega a cambiarla sin importarle, tal parece, el juicio implacable de la historia.
Lo que está ocurriendo en Estados Unidos les debería de servir de lección, ya que aquí, en nuestro país, expertos nos hacen saber de la existencia de “Escuadrones de la Muerte” a los que les atribuyen gran parte de los asesinatos y de las desapariciones forzadas.
El sitio Internet Wikileaks del australiano Julian Assange, ha conmovido al mundo al revelar “la verdad del baño de sangre en Irak”, que llevó al cabo el entonces presidente estadounidense, George W. Bush al incorporar mercenarios: 150 mil personas han muerto en total desde 2003, de las cuales cerca de 80 por ciento eran civiles”, es decir 106 mil víctimas inocentes de esa guerra de ocupación decretada por el imperio.
Aquí la propaganda oficial quiere hacernos creer que los más de 30 mil muertos en esta “guerra” absurda decretada contra el crimen organizado por el presidente Felipe Calderón Hinojosa, es resultado de enfrentamientos entre bandas delincuenciales, sin embargo los ataques contra reuniones de jóvenes, la mayoría en fiestas familiares, son escandalosamente más frecuentes.
Lo que está ocurriendo en Estados Unidos les debería de servir de lección, ya que aquí, en nuestro país, expertos nos hacen saber de la existencia de “Escuadrones de la Muerte” a los que les atribuyen gran parte de los asesinatos y de las desapariciones forzadas.
El sitio Internet Wikileaks del australiano Julian Assange, ha conmovido al mundo al revelar “la verdad del baño de sangre en Irak”, que llevó al cabo el entonces presidente estadounidense, George W. Bush al incorporar mercenarios: 150 mil personas han muerto en total desde 2003, de las cuales cerca de 80 por ciento eran civiles”, es decir 106 mil víctimas inocentes de esa guerra de ocupación decretada por el imperio.
Aquí la propaganda oficial quiere hacernos creer que los más de 30 mil muertos en esta “guerra” absurda decretada contra el crimen organizado por el presidente Felipe Calderón Hinojosa, es resultado de enfrentamientos entre bandas delincuenciales, sin embargo los ataques contra reuniones de jóvenes, la mayoría en fiestas familiares, son escandalosamente más frecuentes.
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México: La Masacre en Juárez, Réquiem por el Gobierno
La muerte es una industria en Cd. Juárez. La violencia es el pase automático, la aduana para quien busque permanecer en esta ciudad, pero también en Reynosa, en Matamoros y cada vez más en Monterrey
Jenaro Villamil
Una nueva matanza en Ciudad Juárez me cimbra. Como a todos. No sé si me duele más saber que la mayoría de los 15 muertos son menores de 20 años, estudiantes de secundaria y preparatoria, o que sus victimarios sean también adolescentes que han perdido cualquier noción de presente y de vida.
Había una mujer embarazada entre los asesinados. Y Marta Arteaga, la anfitriona, de 30 años, fue acribillada. Dejó seis hijos huérfanos. Uno de sus hijos era el festejado, muerto también.
Los sicarios forman parte de un comando que entró a aquella fiesta privada en la colonia Horizontes del Sur, a dos kilómetros de Salvárcar, el mismo barrio donde fueron masacrados un número similar de adolescentes, en enero de 2010.
Cuentan las crónicas que los asistentes festejaban en el patio de una casa tan humilde como millones de hogares mexicanos. Un hombre de cerca de 20 años llegó hasta el centro de la concurrencia. Gritó quién era el propietario de un automóvil estacionado en el exterior. Al no haber respuesta, sacó de sus ropas una pistola y comenzó a disparar a diestra y siniestra. “¡Acaben con ellos!”, ordenó.
Fue la señal para que los sicarios adolescentes, encapuchados, salieran de un convoy de siete camiones y rafaguearan durante cinco minutos a los presentes. Mataron a 13 e hirieron a 16. Dos murieron después.
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Había una mujer embarazada entre los asesinados. Y Marta Arteaga, la anfitriona, de 30 años, fue acribillada. Dejó seis hijos huérfanos. Uno de sus hijos era el festejado, muerto también.
Los sicarios forman parte de un comando que entró a aquella fiesta privada en la colonia Horizontes del Sur, a dos kilómetros de Salvárcar, el mismo barrio donde fueron masacrados un número similar de adolescentes, en enero de 2010.
Cuentan las crónicas que los asistentes festejaban en el patio de una casa tan humilde como millones de hogares mexicanos. Un hombre de cerca de 20 años llegó hasta el centro de la concurrencia. Gritó quién era el propietario de un automóvil estacionado en el exterior. Al no haber respuesta, sacó de sus ropas una pistola y comenzó a disparar a diestra y siniestra. “¡Acaben con ellos!”, ordenó.
Fue la señal para que los sicarios adolescentes, encapuchados, salieran de un convoy de siete camiones y rafaguearan durante cinco minutos a los presentes. Mataron a 13 e hirieron a 16. Dos murieron después.
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