Tenemos
seis partidos. Uno de derechas, el PAN. Dos oportunistas y veletas
cuyo lema es: “no es que la veleta cambie de dirección, sino el viento
que cambia de rumbo”: el Verde Ecologista, negocio familiar ahora en
manos del junior Emilio González, alias “El niño verde”. Y el Panal,
propiedad de la señora Gordillo; donde ella es la abeja reina y ya
parió una senaduría para su hija, una diputación para su nieto, dos
cargos legislativos para su yerno y un favor al hijo de su
amiga-cómplice Mart(h)a Sahagún. El nepotismo en serio. El PRI que con
Peña viró del centro a la derecha y de regreso al autoritarismo
díazordacista.
El PT y el Movimiento Ciudadano
han sobrevivido del lópezobradorismo. El Verde succionando las ubres
del PRI; y el Panal del PAN y del PRI, según las conveniencias
electorales y sobornos para subsistir. El priísmo ha resucitado, no
precisamente de sus cenizas como el Ave Fénix, sino de la corrupción,
el dinero mal habido y las trampas electorales. El PAN está herido de
muerte, al grado de que algunos de sus miembros y simpatizantes quieren
fundar otro partido, una especie de cambio de piel.
El
PT y el Movimiento Ciudadano, de Alberto Anaya y Dante Delgado,
respectivamente, tal vez en sus últimos días de vida electorera. Y el
PRD ya en manos de Ebrard, Manuel Camacho, Los Chuchos y algunos restos
del cardenismo, no del grande Lázaro, sino de Cuauhtémoc, el caudillo,
líder moral de un perredismo a punto de desaparecer, dando a luz un
nuevo partido para los intereses de Ebrard. Y por nacer, el Movimiento
de Regeneración Nacional, de centro-izquierda con López Obrador.
Ebrard
no tiene ideología, es un hábil trepador del oportunismo, asesorado
por su maestro Manuel Camacho, ambos ex priístas y ex salinistas. Todo
apunta a que el Estado de Partidos se transforme y sus resultados se
verán en las elecciones del 2015, con la renovación de diputados
federales, algunas gubernaturas, Congresos de los Estados y el Distrito
Federal.
Tras el tercer fraude electoral de que
ha sido víctima López Obrador, busca crear un partido para la disputa
de los poderes de representación. Cuauhtémoc Cárdenas fue derrotado a
la mala en 1988, donde claramente ganó la presidencia de la República y
se la robó Salinas de Gortari. En 1994 y el 2000, un PRD ya cautivo de
tribus depredadoras dio la pelea. En esa corrupción surgió el
chuchismo, el cochinero de la “grilla”. Jesús Ortega, sobre todo,
secundado por Jesús Zambrano. Ese PRD con Ebrard-Camacho tendrá que
hacer una poda o refundarlo para echar por la borda mucha escoria que
dañó al izquierdismo pariendo a los Gracos, a los Cué, los Núñez, los
Zeferinos y otros que no son ni de centro ni derecha ni izquierda, pero
sí oportunistas.
López Obrador puede crear otro
partido. Suyos son al menos 10 millones de electores que lo seguirán.
Tiene el carisma de un líder. Es un dirigente honrado. Con ideales
democrático-liberales. Le ha costado escalar su posición política
nacional. Y esto es relevante para el trabajo electoral y la lucha a
contra corriente. No es un pejelagarto, sino un salmón. Tiene capacidad
para volver partido al Movimiento de Regeneración Nacional, ya
conocido como MORENA. Éste es su propósito. Una tarea difícil, pero no
imposible. Ante sus seguidores, las clases pobres y clases medias
bajas, López Obrador fijó su tarea en la Plaza de la Constitución,
anunciando a los cuatro vientos que no dejará la lucha política
pacífica que enarboló contra Fox, Calderón y Peña.
Alvaro Cepeda NeriLeer Nota AQUI
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