viernes, enero 19, 2007

Colaboracionismo, más que colaboración

Miguel Angel Velázquez

La Procuraduría General de la República, por medio de la Agencia Federal de Investigación (AFI), puso en marcha una parte del plan de Felipe Calderón para tratar de golpear al gobierno de la ciudad de México: operativos policiacos sorpresa con resultados mediocres, respecto a la detención de delincuentes, pero con algún efecto mediático, que es lo que se pretendía.

Los operativos, dice la PGR, tienen como base las "denuncias ciudadanas", es decir, no sabemos quién o quiénes las hicieron, pero si nos atenemos a las cifras reales del combate a narcomenudistas, el operativo, como la autoridad federal lo sabe, será un fracaso. Cosa de echar un ojo a los números. Durante la gestión de Joel Ortega al frente de la SSP de la ciudad (dos años, aproximadamente), se ha detenido a poco más de 14 mil narcomenudistas, y sólo 3 por ciento de ese total ha ido a la cárcel.

Un dato importante advierte qué tan inútiles son las instancias federales en la guerra en contra de este delito: más de mil personas han sido detenidas entre dos y 14 veces por vender droga, es decir, la policía capitalina los detiene una y otra vez, y los jueces federales los dejan en libertad para seguir cometiendo el mismo hecho ilícito.

A partir de esa prueba, no se puede decir que la PGR, que bien sabe de todo esto, hubiera querido obtener resultados contundentes sin antes tratar de combatir la corrupción de los jueces, que hasta donde se sabe, sigue siendo la misma, por eso es necesario señalar que los operativos, más que buscar la limpia de delincuentes, pretende acercarse los focos del ruido mediático, y con ello descalificar el trabajo del gobierno de la ciudad en esos asuntos.

Por eso llegaron por donde debían, por donde sabían que habría "aliados" que dócilmente acatarían la disposición. La AFI lanzó su operativo para agarrar a cinco vendedores de droga en pequeño, por lo que, según el delegado que pertenece a la tribu Nueva Izquierda, del PRD, la gente de la delegación está feliz, aunque ni el gobierno central ni la autoridad delegacional, y mucho menos la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal, tuvieran conocimiento de tal acción.

Nada nuevo dirán quienes saben del historial colaboracionista de los militantes de Nueva Izquierda. Antes, durante la gestión de René Arce cabeza de esa tribu como jefe delegacional, se pidió la intervención del Ejército para dar seguridad a los habitantes de la demarcación.

El mismo signo político celebra hoy la llegada de la AFI. Según el delegado de Iztapalapa, Horacio Martínez, no estuvo enterado del inicio del operativo, aunque el pasado 7 de enero él mismo pidió la intervención de la policía federal, porque considera insuficiente el trabajo de la SSP local, y denuncio que en la demarcación las narcotienditas aumentaron de 400 a mil en los últimos tres años, es decir, durante la gestión de Víctor Hugo Círigo.

Queda claro entonces que la intervención de los agentes federales durante todo el sexenio pasado no sirvieron para impedir que la venta de droga siguiera creciendo, pero aún así se requiere de su presencia en algo que huele más a complicidad que a un trabajo conjunto, como debería ser.

Es del conocimiento, tanto del PRD como de la corriente Nueva Izquierda, que existe un plan de Felipe Calderón para tratar de desestabilizar al gobierno de Marcelo Ebrard, y cuando menos por parte de Nueva Izquierda, el proyecto azul tiene respaldo. Así van las cosas.

Abucheos

Por lo pronto, el perredismo ya empezó a manifestar su desacuerdo con Víctor Hugo Círigo, segundo en la jerarquía de Nueva Izquierda. Ayer, durante una manifestación en contra del alza de precios en los alimentos, la gente de ese partido simplemente lo calló cuando éste trató de tomar la palabra. Los amarillos llevaban huevos y patas de pollo para arrojarle, y ante la amenaza de recibir tales proyectiles el diputado local optó por el silencio. La gente de su partido lo acusa de traidor. Nada más.

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