Gabriela Rodríguez
Nos quedamos cortos cuando alertábamos sobre la amenaza que representaría una nueva administración del PAN. Habíamos documentado los innumerables retrocesos de la pasada administración, sabíamos de la influencia del Vaticano en sus principios partidistas, del conservadurismo de sus militantes y del fundamentalismo de las nuevas huestes de El Yunque, que hoy encabezan secretarías y posiciones claves. Y, sin embargo, me sorprende "la falta de ignorancia", como decía mi compadre Cantinflas, que expresa el flamante secretario de Salud, José Angel Córdova Villalobos, al negar la eficacia del condón y de las campañas de educación sexual para adolescentes, y aún más, pretender reducir los mensajes preventivos hacia la promoción de la abstinencia y la educación sexual de padres de familia.
¿En qué país cree que está? ¿Sabrá que Juárez promulgó la educación laica hace 150 años? ¿Que pese a la quema de libros de texto que hicieran obispos y padres de familia en los años 70, la única política de Estado que ha mantenido continuidad transexenal en México ha sido la de población? ¿Que se logró disminuir a la mitad la proporción de madres adolescentes en 30 años? ¿Que 63 por ciento de los adolescentes no piensan igual que sus padres respecto al sexo? ¿Que 16 por ciento de quienes viven con VIH/sida son rechazados por su familia? ¿Que las campañas de abstinencia no han logrado retrasar la edad de inicio del coito? ¿Que usar el condón alguna vez pasó de 6 a 80 por ciento en los últimos 20 años entre los menores de 19 años? ¿Que la falta de acceso a anticonceptivos y condones entre adolescentes mexicanos incrementó el riesgo de embarazos y sida en los últimos cinco años? ¿Que el uso del condón ha moderado en todo el mundo las tasas de enfermedades de transmisión sexual y de sida?
Tengo la sospecha de que antes de revisar los logros y retos en materia de salud sexual y reproductiva, el galeno hoy altísimo funcionario de Salud dio prioridad al pago de facturas electorales y colocó la moralina personal y la necesidad de legitimarse entre jerarcas eclesiales por encima de la salud pública y de la evidencia científica. Córdova Villalobos es uno de tantos funcionarios que se la deben a Manuel Espino, a Marta Sahagún, a Felipe Calderón, a Norberto Rivera, con quien siempre cuentan incondicionalmente. Así, el cardenal, que necesita protección jurídica tras ser acusado de protector de pederastas, dio su espaldarazo al gabinete y minimizó el alza de la tortilla al afirmar que "el gobierno está atacando el problema. Las medidas que ha instrumentado, como abrir las fronteras a la importación del maíz blanco, son las correctas (...) Es un problema que se tiene que resolver, pero no es la tragedia de México, no es el acabose, no es el final de la historia de México porque en determinado momento subió la tortilla". Mejor servicio no puede ofrecer la jerarquía católica al nuevo gabinete. Menos mal que la sociedad está reaccionando frente a la inflación y la represión. Más de 200 organizaciones de la sociedad civil (OSC) hicieron ver a Córdova Villalobos en carta pública que "en salud, el oscurantismo mata", y todavía no es convincente su necesidad de cambiar a Jorge Saavedra al frente de Censida.
Por desgracia hay más en lo que parece comparsa con las impertinentes declaraciones del secretario y del subsecretario Mauricio Hernández, un periodista de tan seria trayectoria como es Ricardo Rocha dedicó tres programas televisivos a una secta seudocientífica que niega la existencia del virus del VIH/sida y su carácter de infección sexualmente transmisible. Los invitados al programa, miembros de la Asociación Monarcas de México, desinforman y confunden a la población y contribuyen al retroceso en los programas de la prevención y control del VIH/sida que tanto han costado a la sociedad civil y al Estado. Al negar la existencia del VIH, mienten impunemente, y van más lejos al concluir que los antirretrovirales no sirven para controlar el sida y que en cambio causan, según ellos, grave daño al organismo. Esta desinformación es muy peligrosa, promueve que la población deje de protegerse con el condón y otras medidas de prevención, y que las personas bajo tratamiento lo abandonen con grave riesgo para su salud... ¡y para su vida! Por fortuna ya los desmintieron las OSC y la comunidad científica mediante un desplegado de la Asociación Mexicana de Infectología y Microbiología Clínica, AC, quienes muy pronto tendrán voz en ese mismo espacio televisivo.
Y es que hoy, a diferencia de otros tiempos en que las imágenes científicas y tecnológicas de la revolución industrial eran de pesadas y aplastantes máquinas de acero, hoy las ramas de la ciencia parecen demostrar que el conocimiento se apoya en entidades sutilísimas, como los mensajes del ADN, los bits que corren por circuitos electrónicos o el virus del VIH/sida. Desde que sabemos que la materia está hecha de corpúsculos invisibles, de lo infinitamente minúsculo y móvil y leve, la realidad se pulveriza y los descubrimientos son menos tangibles. Menos visibles que el condón y que la tortilla, que esos dos recursos indispensables para garantizar la calidad de vida de las mujeres y hombres mexicanos.
Porque no podemos extender más "la falta de ignorancia", no se vale que después de unos carísimos tacos, al irnos a hacer el amor sigamos enfrentando en la cama o en el petate ese interminable conflicto entre ciencia y religión.
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