Del Proceso
Sara Lovera
Espejito, espejito, ¿quién es la mujer más bella de la región?, pregunta todos los días la madrastra de Blanca Nieves para superar sus inseguridades y miedos. No requiere terapia durante muchos años, hasta que Blanca Nieves crece y se vuelve una bellísima mujer. Entonces, ya es tarde.
El primer auto halago de Felipe Calderón, a 45 días de administración, me recordó esta escena del viejo cuento, donde es elocuente el autoengaño de la madrastra, quien hizo todos los intentos por desparecer a su hijastra y no pudo. La realidad empezó a amenazarla día con día, hasta que ya no avanzó más y todo a su alrededor reventó.
Y a pesar de tratarse de un cuento misógino que ha fundado en su contenido la competencia entre mujeres y reforzó el mito de que sólo la madre de sangre es capaz de amar a sus vástagos, el ejemplo me sirve. Es Felipe frente al espejo preguntando lo imposible, lo absurdo, evaluando con encuestas de opinión sacadas de quién sabe donde, evadiendo la realidad que, como dice un escritor, supera a los hechos.
Dice Calderón que en 45 días se recuperó la seguridad en el país, sobre la cual, insistió una y otra vez, se hará “sin titubeos ni vacilaciones”. Es decir, otra y una vez más, como la madrastra, el tipo necesita autorreafirmar un poder que no le ha venido del pueblo y, como en todos los casos semejantes, sólo posible por el poder de las armas.
Realmente no conoce nada al país que pretende gobernar. Y no es que se pueda porque la realidad, otra vez, supera a los hechos. Las y los mexicanos no podemos levantar protestas al mismo tiempo por la represión policíaca, por el miedo sembrado en los campos, por el aumento en los precios del gas, de las carreteras y, encima, por la amenaza de que nuestra base alimenticia se vuelva contra nuestra sobrevivencia.
Una familia que debe comprar 3 kilos de tortillas diariamente verá su economía afectada porque eso equivale a un salario mínimo, a un sueldo, a más del 20 por ciento del ingreso del 50 por ciento de la población urbana de este país. Ni siquiera hablemos del campo y menos de la población indígena.
Y como no sabe dónde se metió, porque lo hizo por la puerta de atrás o falsa, Calderón vuelve al espejito, para evadirse, para sobrevivir a un puesto que, como su casaca militar, le ha quedado grande. No está en su tinta y el espejo puede nublarse en cualquier momento.
Sí pretendía un recuento no llegó a eso, porque en 45 días, además de militarizar al país, se ha ido contra los comunicadores decentes. Se asoció con lo más oscuro del PRI e intentó, con el presupuesto, mostrar a fondo el desprecio que tiene del conocimiento, de la cultura y del desarrollo de la inteligencia que, con la falta de alimentación, se agudizará en México.
La madrastra era mala. Calderón es simplemente un humano resultado de un sistema donde el poder y el consumo lo dominan todo: las relaciones sociales, las relaciones entre países, las relaciones entre amigos y amigas y las relaciones en la pareja.
Es como si no hubiera espacio. Por eso resulta peligroso que la población mexicana se informe y reflexione. Por eso se cierran programas críticos y se oculta información, cada vez más importante en todo el país.
Las protestas por el alza del precio de la tortilla; las provocadas por la represión de familiares de apistas el domingo en Miahuatlán; los abusos militares contra las trabajadoras sexuales en Castaños, Coahuila; la angustia y la desesperación de ingenieros y obreros de Pemex que podrían perder el empleo y el patrimonio; el conflicto cotidiano en las zonas fronterizas; la ira desatada por la impotencia en los hogares de miles de hombres contra sus mujeres, simplemente no existen en el espejito.
Bueno, todo eso es pesimismo, dirían muchísimas personas.
Pesimismo y reforzamiento de las ideas de violencia, siendo la vida tan bella y hermosa, dice el espejito de Felipe. No volveremos hablar del horror, ni de la injusticia. El país va bien. Hoy estamos viviendo momentos de gran seguridad, pero de todos modos cuide su bolsa, no salga a la calle en Michoacán, ni en Guerrero, ni en Sinaloa, ni en Chiapas, porque puede ser confundida con una delincuente o, simplemente, abusada por los militares ahora con gran poder y respaldo, ellos sí, de la pequeña camarilla que administra al país.
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