lunes, febrero 05, 2007

Otra bomba del perredismo azul

Miguel Angel Velázquez

El siguiente movimiento era previsible, imaginable. Las lealtades en la derecha nunca se dejan, las mantiene vivas el interés económico, y cualquier olvido pueden costar caro. Por eso los agentes del foxismo-salinismo están listos a mostrar su apego a ese signo, y su fidelidad, siempre en el momento preciso, de tal forma que Marcelo Ebrard no tendrá de qué sorprenderse si su procurador hace todo lo posible para sacar de la cárcel a Carlos Ahumada.

Total, bien claro está que el Amigo de Fox es Rodolfo Félix Cárdenas, y él, el propio Ebrard, lo sabía cuando hizo la designación, cuando lo hizo procurador, así que aquello de pedir informes "detallados" sobre el caso Ahumada, al que Félix Cárdenas quiere dar carpetazo, parece, más que nada, una salida torera del jefe de Gobierno frente a la decisión de su procurador, que obedece a lealtades lejanas a Marcelo Ebrard y, desde luego, a la justicia.

Y era, como ya dijimos, previsible. La contaminación de la derecha en el PRD, y en los gobiernos de ese color político es cada vez más alarmante para quienes entienden el costo altísimo que tiene y tendrá que pagar primero la población, y luego la misma izquierda partidista, con gobernantes y funcionarios cuya mentalidad de derecha se mide en pesos y centavos, en su prepotencia y nunca en beneficio colectivos.

Muy pronto sacó lo azul el procurador. Unos días antes de tomar posesión se presentó ante el maestro Bernardo Bátiz, a quien le pidió, sin mayor preámbulo, que hiciera comandantes a 30 elementos del Estado Mayor Presidencial que trabajarían con él. Bátiz, según se sabe en la propia PGJDF, se negó a la concesión con un argumento sencillo y contundente: quienes quieran el cargo deberán pasar primero por el Instituto de Formación Profesional.

La venganza no tardó. Al tomar posesión, casi todos los funcionarios de las dos administraciones anteriores que encabezaron Samuel del Villar y Bernardo Bátiz fueron despedidos. Uno de ellos, de 54 años de edad, murió sobre su escritorio al conocer la noticia de su despido, y otros 400 trabajadores han demandado ante las instancias correspondientes a la dependencia, por despido injustificado.

Cuando en este espacio, el 11 de diciembre anterior, hicimos del conocimiento de los lectores los eslabones que atan a Félix Cárdenas con Fox y del dinero que desde el despacho de abogados Cárdenas, Inzunza y Maluf se dispuso a favor de la campaña presidencial del panista, señalábamos que las lealtades del hoy procurador estarían siempre del lado azul, y que este eran un riesgo que corría, con plena conciencia, Marcelo Ebrard.

Hay quienes aseguran, en el ámbito de los litigantes, que Cárdenas presentó su renuncia al cargo desde hace ya algún tiempo, decisión que primero le fue criticada por quien dirige la Escuela Libre de Derecho: Ignacio Morales Lechuga el mejor amigo de Carlos Ahumada , de donde obtuvo el título profesional, y luego le fue rechazada por el propio Ebrard, que por aquellos días no quería escándalos en su gobierno.

Sin embargo, la bomba estalló el jueves pasado cuando Félix Cárdenas hizo del conocimiento público la posibilidad de archivar el caso, cuestión que en algún momento tuvo que platicar con el propio Ebrard, quien para el gusto de muchos hace bueno el pronóstico aquel de que él, Marcelo, sería en el dicho, en el discurso, el más grande defensor de Andrés Manuel López Obrador, pero en los hechos, allí las tesis caminarían por el rumbo, dicen, del "centro", aunque como ya es sabido, en política todo centro es necesariamente derecha.

La Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal es, a querer y no, una de las instancias de mayor relevancia para el gobierno de la ciudad. En esa cartera no se pueden dar concesiones a la derecha porque la experiencia nos marca, como signo inequívoco del quehacer de sus representantes, la represión. Hay muchas desventajas políticas en la remoción del actual procurador para el gobierno de Marcelo Ebrard, pero ninguna tan grande como mantenerlo en el puesto, así que después al jefe de Gobierno nadie podrá acusarlo de daltonismo, y el amarillo y el azul dan un morado muy desagradable. Vamos a ver qué pasa.

Pero son muy burros y no entienden, siempre tropezándose con la misma piedra.

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