lunes, abril 16, 2007

La ''sorpresa'' del Banco Mundial

Carlos Fernández-Vega

Los apellidos de siempre
Pedigrí y neorricos

Una vez más el Banco Mundial se "sorprende" por el monopólico circuito que caracteriza a la economía mexicana, "capturada", dice, por "unos cuantos", a los que culpa de la profunda desigualdad en el país.

Lo que no sorprende a nadie es la cara dura del organismo financiero multilateral, pues han sido sus "recomendaciones" de política económica, aplicadas a lo largo de los últimos 25 años por los gobiernos (gerencias) locales, las impulsoras de dicho circuito monopólico, una realidad que se observa no sólo en México sino en prácticamente América Latina toda.

La "nueva sorpresa" del Banco Mundial se da en el marco de la reunión de primavera que desarrolla conjuntamente con el Fondo Monetario Internacional, otro que se "sorprende" a conveniencia. De acuerdo con el reporte de La Jornada, el organismo advierte que "las elites que tienen capturada la actividad económica en México son una de las causas de que la inequidad en el país sea extendida. Los monopolios rompen la posibilidad de desarrollo y de un crecimiento con mayor igualdad, dijo Francois Bourguignon, vicepresidente del BM, en referencia específica sobre el caso mexicano; los monopolios son un fardo, desaceleran el crecimiento y generan más desigualdad" (Roberto González Amador y David Brooks).

De nueva cuenta, pues, el Banco Mundial se "queja" de su invento y sus resultados: "en la actualidad los grupos poderosos en México se benefician del status-quo y no tienen incentivos para cambiar su conducta. Hasta la fecha se ha observado un equilibrio político en el que estos grupos reciben rentas sustanciales a costa del dinamismo del crecimiento". Ese estudio se refiere en específico al sector de telecomunicaciones, minería, banca, industria cervecera, cemento, comercio, bienes raíces, televisión e industria de la tortilla.

Es la misma "denuncia" hecha a principios de noviembre pasado, cuando el Banco Mundial advertía que "un grupo de 20 personas o familias" consolidaron su poder económico (amén del político) en el sexenio foxista, y casi la mitad de ellas "se benefició de las privatizaciones realizadas a principios de los años 90".

Por aquellos ayeres comentamos en este espacio que el Banco Mundial, el gran "promotor" de las privatizaciones en los países subdesarrollados (México ha sido unos de sus principales laboratorios), ahora se muestra estupefacto por los resultados de esa política de desmantelamiento del aparato productivo del Estado, y de manera mañosa limita el avance de dicha casta al periodo en el que el Fox permaneció sentado en Los Pinos.

Que el de la lengua larga y las ideas cortas acentuó los privilegios de 20 magnates (y algunos más), no tiene punto de discusión, pero otra cosa es que el Banco Mundial "olvide" cómo aparecen en la gran marquesina de los multimillonarios mexicanos. El "sorprendido" organismo financiero no menciona nombres ni apellidos, como si los ricos entre los ricos fueran algo etéreo, aunque sí los sectores específicos que dominan: minería (Germán Larrea y Alberto Bailleres), banca (90 por ciento trasnacional), telecomunicaciones (Carlos Slim), industria cervecera (Aramburuzavala-Fernández y Eugenio Garza Lagüera), del cemento (Lorenzo Zambrano), farmacéutica (Isaac Saba) y televisión (Emilio Azcárraga y Ricardo Salinas Pliego), entre otros. Qué decir de sectores controlados por unos cuantos, aunque los magnates no aparezcan en la lista de Forbes, como el pan industrializado (la siempre pía familia Servitje), el refresquero (el propio Garza Lagüera), avícola (Robinson Bours), vidriero (Sada González), entretenimiento (Soberón Kuri) y hasta sepulturero (Cantú Charles, Gayosso), por citar unos cuantos.

Algunos de esos nombres que de tiempo atrás aparecieron en la gran marquesina de los privilegiados en México, surgieron en la post revolución, no sin el gentil impulso del alemanato. Son fortunas de pedigrí, como en los casos de las familias Bailleres, Aramburuzavala, Garza, Servitje y Azcárraga, ahora tuteladas y explotadas por segundas y terceras generaciones. Hay otras que están íntimamente ligadas al periodo neoliberal y específicamente a la especulación bursátil y las privatizaciones, como la de Slim, Hernández y Harp, y algunas más asociadas íntegramente a compadrazgos políticos (sin que las otras demeriten en este sentido), como la de Salinas Pliego. Estas no son de pedigrí, pero sí resultonas. Entonces, la política privatizadora impuesta por el Banco Mundial, más los matrimonios político-empresariales (uno de los más recientes, que no el último, el de Olegario Vázquez Raña con Martita Sahagún), ha reforzado el circuito monopólico que ahora critica el "sorprendido" organismo financiero. Y la situación no se modificará, mientras las acciones correctivas no trasciendan el discurso del gobierno en turno.

Allá por 1994, en la lista Forbes (con información de 1993) aparecieron 24 magnates mexicanos, con fortunas conjuntas por 44 mil 100 millones de dólares (algo así como el 11 por ciento del PIB en ese entonces, y sin considerar los 3 mil millones que poco después la propia revista especializada atribuyó a Carlos Hank González, quien de inmediato pidió lo borraran de la lista, y lo borraron). Trece años después, en su reporte 2007 (con información de 2006), sólo se registraron 10 magnates, con fortunas conjuntas por 74 mil 100 millones de dólares (cerca del 10 por ciento del PIB, sin sumar los 4 mil millones acumulados por Carlos Slim en los últimos dos meses), pero el Banco Mundial se dice "sorprendido".

Las rebanadas del pastel:

Los citados, ¿no son los mismos nombres que aparecen en los cuentos de hadas llamados "rescates", "salvamentos", subsidios cambiarios, exenciones, "decretazos", evasión y elusión fiscales, jugosos contratos de obra pública y demás negocios apadrinados por el gobierno en turno y amparados en el erario? ¿Qué no son los que financian campañas políticas?... Ah, las "sorpresas".

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