Descomposición progresiva de la CNDH.
raúl monge
México, D.F., 29 de mayo (apro).- El 29 de marzo pasado, en medio de la turbulencia provocada por su declaración sobre las causas de la muerte de la indígena Ernestina Ascencio, el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), José Luis Soberanes Fernández, dio una muestra más de lo desprendido que es al gastar, en sólo cuatro horas, más de 150 mil pesos.Ese fue el costo aproximado de una comida privada que, de manera inusitada, ofreció Soberanes a los visitadores adjuntos del organismo –unos 250 empleados, más una veintena de funcionarios e invitados especiales–, en el jardín del hotel Royal Pedregal, ubicado en avenida Periférico Sur número 4363.
El menú consistió en sopa de tortilla o soufflé de espinaca, pechuga rellena con queso y, de postre, strudel de manzana. Los alimentos fueron acompañados con vino tinto y blanco.Nunca antes, Soberanes había tenido tal gesto con el ejército de visitadores adjuntos, en quienes descansa, en buena medida, el trabajo más pesado que desarrolla la CNDH. Por eso causó extrañeza la invitación y, más aún, la extrema formalidad que el equipo del ombudsman le imprimió al convivio. Un par de días antes, con la mayor discreción, los visitadores recibieron la invitación personalizada para la comida, en la cual se adjuntó una hoja con una serie de instrucciones que deberían seguir al pie de la letra el día del evento. Decía el catálogo, digno de la milicia:“Tipo de vestimenta formal; absoluta puntualidad, en virtud de que una vez cerradas las puertas no se permitirá por ningún motivo el acceso; a la llegada, deberán reportarse con la coordinación administrativa para que se tome nota de la asistencia y se les indique el lugar que deberán ocupar; se deberá ocupar el lugar designado (no se permitirá cambiar lugares ni manipular ni cambiar las cajas que no sean de su propiedad); cada asiento tendrá una etiqueta de color con el nombre de cada uno de los visitadores adjuntos”.Más todavía:“La entrega de reconocimientos se hará en bloques de ocho, deberán salir siempre por el lado derecho, sin caja, y regresar por el extremo izquierdo; los aplausos serán únicamente al final de cada unidad responsable; una vez terminada la ceremonia de reconocimientos se procederá a pasar a la comida, misma que se realizará en el jardín del hotel; las cajas del personal que no asista deberán permanecer en sus lugares, por lo que no deberán recoger ninguna otra que no sea de su propiedad; al terminar la comida se deberán reintegrar a su lugar de trabajo”.Sin embargo, el convocante sí se permitió sus lujos. Llegó con un retraso de aproximadamente 40 minutos.Después de los discursos, de cinco minutos el más largo, Soberanes obsequió a los trabajadores, a cuenta del presupuesto de la CNDH, una chamarra (“marca patito”, según los propios empleados), un pin y un reconocimiento por su “dedicación” y “esfuerzo”.Con ese agasajo, Soberanes trató, en realidad, de calmar los agitados ánimos que privan en el organismo, debido a los privilegios y los excesos cometidos por él mismo y por su corte de funcionarios, así como por el hostigamiento laboral y el abuso de poder en que incurren sistemáticamente los altos mandos.
Amiguismo y nepotismo.
Trabajadores del organismo fundado en 1990, durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, denuncian que en la CNDH campean el amiguismo y el nepotismo. Además, se quejan porque, dicen, se ha interrumpido el seguimiento de programas institucionales, así como la entrega de indemnizaciones a familiares de desaparecidos durante la guerra sucia.En el primer caso, dicen los empleados de la CNDH, se encuentran funcionarios allegados a Soberanes: Luis Refugio García López fue secretario particular del ombudsman nacional y actualmente es director general de Províctima; Pablo Escudero Morales integraba el staff de secretarios de la presidencia de la CNDH y ahora es el oficial mayor de esa dependencia.Por su parte, Mauricio Farah Gebara saltó de la Dirección General de Administración a la Quinta Visitaduría General, con 48 puestos de estructura y 37 visitadores adjuntos a su cargo. Así mismo, Antonio de Jesús Naime Labien inicialmente encabezó la Dirección General de la Presidencia de la CNDH, y ahora es secretario técnico del Consejo Consultivo. Él tiene asignada una camioneta Expedition blindada.Soberanes también tiene en la nómina de la CNDH a familiares de sus amigos, como María Cristina Fix Fierro, hija del doctor Héctor Fix Zamudio, quien se desempeña como directora de Cooperación de la Secretaría Ejecutiva, cuyo titular es Javier Moctezuma Barragán, hermano del secretario de Gobernación en el sexenio de Ernesto Zedillo, Esteban Moctezuma Barragán.El ombudsman también jaló a Jorge Ramón Morales Díaz, a pesar de su cuestionado paso por la Comisión de Derechos Humanos del estado de Puebla, y lo nombró tercer visitador general. Lo mismo hizo con la exprocuradora general de Justicia del Distrito Federal, Victoria Adato de Ibarra, cuya gestión fue marcada por el hallazgo de cadáveres con huellas de tortura en el sótano del inmueble que ella dirigía, cuando éste se derrumbó a causa de los sismos de septiembre de 1985. A ella Soberanes le creó una oficina a modo: la dirección general de Asuntos de la Mujer, el Niño y la Familia, que cuenta con 10 plazas.En la nómina del organismo también se encuentra Juan Jacobo Alarcón Nájera –es visitador adjunto en la dirección general de Orientación y Quejas–, hijo del presidente de la Comisión de Derechos Humanos del estado de Guerrero, Juan Alarcón Hernández.El nepotismo también ha crecido de manera espectacular en la CNDH. Antes de confrontarse con Soberanes y renunciar a la coordinación general de Comunicación y Proyectos, Guillermo Ibarra Ramírez acomodó a su sobrino, José Luis Alonso Ramírez, como director del Programa de Agravio a Periodistas y Defensores Civiles.Otros casos: Omar Curiel Villaseñor es subdirector de Profesionalización de la Oficialía Mayor y su hermano, Iván José, es visitador adjunto de la Quinta Visitaduría. Víctor Manuel Bullé-Goyri es director general del Centro Nacional de Derechos Humanos y su hermano, Ángel Emilio, es jefe de Departamento de Servicio Dental.El director general de Programa de Atención a Víctimas y Abuso del Poder (Províctima), adscrito a la Primera Visitaduría, Luis Refugio García López Guerrero, acomodó a su hermano Luis Artemio en la coordinación administrativa de la Primera Visitaduría. Este último tiene una demanda penal por el presunto delito de amenazas de muerte en contra de un trabajador de la propia CNDH, Gustavo Sánchez Chumacero, según consta en la averiguación previa AP/PGR/DF/5Z5/0106/07.El Primer Visitador y brazo derecho de Soberanes, Raúl Plascencia, no escapa a esa situación. Un sobrino de su segunda esposa, Jesús Eugenio Urióstegui García, funge actualmente como director de área en la dirección general del Presuntos Desaparecidos (Predes). El titular de esta última área, Tomás Serrano Pérez, le dio chamba, a su vez, a su hijo, Víctor Santiago Serrano, quien renunció a fines del año pasado.José Antonio Martínez Flores, asesor del Primer Visitador, tiene a su esposa, Silvia Gamboa, como visitadora adjunta en la dirección general de Atención a Víctimas del Delito.Verónica Lucio Olvera, secretaria particular del director del Predes, es cuñada de Ángel Efraín Pedroza Navarro, secretario particular del Primer Visitador de la CNDH.En la Segunda Visitaduría, a cargo de Susana Thalía Pedroza de la Llave, Luis Miguel Pérez Trejo tiene a su hermano, Alejandro, como técnico en Servicios.En las oficinas regionales se repite el mismo esquema: el coordinador de la oficina de Ciudad Juárez, Chihuahua, Alejandro Luis Ortega Arratia, tiene a su hijo, Alejandro Luis Ortega San Vicente, como director general de Asuntos Jurídicos.Según los trabajadores inconformes, durante la gestión de Soberanes ha crecido exponencialmente la estructura de la CNDH, persiste la disparidad de sueldos y aumentó la discrecionalidad con que se otorgan los bonos de productividad.El propio Soberanes forma parte del selecto grupo de funcionarios de los órganos autónomos que ganan más que el presidente de la República. Con todo y la reducción de 10% que se aplica desde principios de enero, Soberanes percibe cada mes 156 mil 577 pesos con 30 centavos netos, mientras que Felipe Calderón gana 152 mil 467 mil pesos.
El ombudsman cuenta con dos oficinas: una, en Periférico y Luis Cabrera; la otra está en el edificio Héctor Fix Zamudio, ubicado en el bulevar Adolfo López Mateos 1922. Por si fuera poco, tiene a su disposición a 20 personas, 10 de estructura y 10 con puestos técnicos, operativos y de enlace. Estos últimos se dividen en tres secretarías (particular, técnica y privada), dos subdirecciones de área y cuatro jefaturas de departamento. Sus sueldos son superiores a los 50 mil pesos mensuales.
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