Alfredo Jalife-Rahme
Con un sencillo golpe de timón, el zar Vladimir Putin recuperó el control del conglomerado petrolero y gasero que ahora inunda con divisas las arcas de Rusia y sus reservas son hoy las más pletóricas del planeta Foto: Reuters
Marshall I. Goldman, profesor de Harvard, publicó un libro luminoso en 2003: La piratización de Rusia, el cual describe el descalabro de las "reformas estructurales" neoliberales y el modus operandi de los "oligarcas", quienes como aves de rapiña saquearon a partir de 1991, fecha del colapso soviético y su modelo comunista, la riqueza nacional condensada en las materias primas más importantes del mundo: petróleo, gas y metales preciosos, en un vasto territorio del doble de Canadá, China, Estados Unidos y Brasil, respectivamente.
Tan sólo seis años más tarde, cinco de los "oligarcas" -la pléyade de seudo-empresarios parasitarios agraciados por la privatización selectiva de Boris Nikolayevich Yeltsin, que Goldman demuestra persuasivamente se trató de una piratización- aparecieron súbitamente entre los principales millonarios de la lista Forbes.
Los "oligarcas" -verdaderos piratas modernos del club del crimen empresarial trasnacional (muchos con triple ciudadania, además de la rusa, la estadunidense y la israelí, lo cual les prohijaba "licencia para matar" al prójimo y refugiarse luego sin problemas de extradición)- se valieron de todas las artimañas llegando hasta asesinatos colectivos para conseguir sus objetivos aviesos que llevaron a la economía a su colapso en 1998.
No lo dice Goldman, pero todavía no se escribe el papel aciago que jugó Bank of New York (atrapado en el blanqueo), mediante financiamientos triangulados en los paraísos fiscales, para promover a la mafiocracia rusa, cuyos tentáculos llegaron a Londres, Limasol y Cancún, y que se apoderó de los instrumentos del poder del Estado criminal neoliberal yeltsiniano.
Quizá no lo sepan mis disolutos "paisanos" Kamel Nacif y Juanito Succar, pero su macabra red de narcopederastia pertenece al eje Las Vegas-mafia rusa, como exhumamos hace 15 años sobre la "conexión siria", y que a un importante sector de la clase política mexicana le fascinó tanto que hasta se asoció con ellos.
La piratización de Rusia se debe complementar con el libro de Paul Klebnikov, doctor en historia rusa de la London School of Economics y editor de la revista Forbes, cuyo título lo dice todo: El padrino del Kremlin: el declive de Rusia en la era del capitalismo gangsteril. El "padrino" es el pirata "oligarca" Boris Abramovich Berezovsky, hoy cobijado en Londres y socio de Neil Bush ("hermano cómodo" del incómodo presidente), quien se encumbró como uno de los hombres más ricos del mundo y alardeaba que junto a otros cinco piratas "oligarcas" controlaban la mitad de la economía de Rusia. Seguramente entre los aludidos se encontraba el mafiócrata Mikhail Khodorksky, hoy encarcelado y anterior dueño de Yukos, la petrolera extinguida.
Lo más relevante: Berezovsky se apoderó de la principal gasera del mundo: Sibneft (antecesora de Gazprom) y "secuestró al Estado".
Klebnikov sostenía que el modelo de los piratas "oligarcas" imitó a carta cabal el "bandidaje capitalista" de los aristócratas cleptómanos (the robber barons) de EU en quienes, al parecer, también se inspiraron todos los ex presidentes neoliberales mexicanos. Con razón asesinaron a Klebnikov tres años más tarde a sus estrujantes excavaciones. Ya que hablamos de México, asombra la similitud de la piratización de Rusia con el síndrome Pemex (Ver Bajo la Lupa, 27/5/07).
Hasta que tomó las riendas del poder Vladimir Vladimirovich Putin el último día de 1999, durante nueve años consecutivos el estratégico conglomerado petrolero y gasero, en manos de los piratas "oligarcas", es decir, de los peores enemigos internos de Rusia (quienes resultaron más "externos"), sufría pérdidas "inexplicables" y sus "reservas" habían sido propositivamente subestimadas al más depurado estilo del síndrome Pemex.
La petrolera estatal mexicana en última instancia subsidia a la parasitaria plutocracia local que ha secuestrado su pletórica producción mediante la fiscalcracia imperante de la tiranía neoliberal desde hace un cuarto de siglo: una genuina piratización por la puerta trasera, en espera de la privatización clandestina.
¿Qué sería del de por sí fracasado modelo neoliberal caduco sin la aportación de 40 por ciento de los ingresos fiscales provenientes de Pemex, mantenida artificialmente en quiebra contable para ser rematada al peor postor y al mejor impostor para beneficio de las trasnacionales de EU y España? Nada más parasitario que el modelo neoliberal mexicano, que aporta muy poco a la nación y vive, en gran medida, de los ingresos descomunales de una empresa estatal petrolera y gasera que arrojó el año pasado 110 mil millones de dólares, totalmente dilapidados por Fox.
Con un sencillo golpe de timón conceptual, el zar geoenergético global Putin recuperó el control del conglomerado petrolero y gasero que ahora inunda con divisas las arcas nacionales, multiplica sus supuestamente depletadas reservas, convertidas hoy en las más pletóricas del planeta, y resucita a Rusia entre los muertos para reposicionarla entre las primeras potencias del planeta. ¡De tal magnitud fue el milagro de renacionalización petrolera y gasera de Rusia!
Gracias al control estatal de sus hidrocarburos, a diferencia de su cataclismo neoliberal, Rusia posee el tercer lugar de reservas de divisas del mundo, 400 mil millones de dólares después de haber desbancado a Taiwán, y se encuentra a punto de superar las reservas de toda la eurozona que cuenta con 450 mil millones de dólares. Estamos hablando del mismo país, del mismo petróleo y del mismo gas; solamente varió el control: al pasar de la insolente e insolvente cleptomafiocracia ahora a manos del Estado, hoy aliado a sus ciudadanos y desvinculado de los piratas "oligarcas".
Siempre fue nuestra hipótesis desde el colapso soviético que el apoyo desmedido de Clinton y Al Gore a los piratas "oligarcas" tenía como propósito primario aniquilar desde dentro, por la vía financiera que constituye su principal arma letal teledirigida, lo que quedaba de Rusia para desaparecerla de la faz del planeta con todo y su poderoso arsenal nuclear y, por encima de todo, adueñarse de sus inmensos recursos petroleros y gaseros, lo cual hubiera cambiado la historia del planeta en forma irreversible.
Hay que reconocer, en honor público al criminal modelo neoliberal global, que no existe mejor receta que la creación de una plutocracia parasitaria que se apodera de los recursos nacionales estratégicos para aniquilar a un país enemigo derrotado (la piratización rusa está siendo repetida en Irak) o de aquel país que se encuentra en la lista de espera de la captura de sus joyas estratégicas, sobre todo cuando se trata del "oro negro".
Las enseñanzas de la piratización rusa son imprescindibles para aquellas naciones que desean sobrevivir, en particular las benditas con petróleo y gas, para que no repitan los mismos errores suicidas de soltar demencialmente sus recursos estratégicos donde no existe arrepentimiento a posteriori que valga, con la salvedad de un verdadero milagro al estilo ruso en el que mucho tuvo que ver su disuasiva dotación nuclear.
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