martes, mayo 01, 2007

La pantomima de Zongolica…

jpbecerracostam@prodigy.net.mx

Los argumentos periciales de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) sobre la muerte de la anciana Ernestina Ascencio en la Sierra de Zongolica parecen rotundos: contrarios a los indicios del gobierno veracruzano, los cuales afirman que sí hubo violación y golpes en el caso de la indígena, las evidencias de la CNDH concluyen lo contrario.

Sin embargo, hay algo que sigue incomodándome desde que viajé a la zona para hacer un reportaje: los testimonios. Según José Luís Soberanes, el ombudsman nacional, la hoy occisa nunca afirmó en las horas posteriores a los hechos que la hubieran violado y que los supuestos criminales fueran militares. Soberanes dice que las palabras de la señora fueron tergiversadas cuando las tradujeron del náhuatl al español. Autoridades locales me enviaron hace un par de días un correo electrónico en el que aseguran que eso es falso. Que revisaron la traducción del intérprete y que la mujer dijo lo que dijo horas antes de morir.

Cuando estuve reporteando allá, Marta, la hija de 35 años de la anciana, me contó -exigí que hablara en su magro español- que su madre, tirada en una ladera cercana a Tetlatzinga (su pueblo), donde la halló luego de que le avisaron que ahí yacía, pronunció una palabra que no existe en náhuatl: “Soldados”. La hija le había preguntado que qué le había ocurrido. Su madre, con voz trémula y llorosa, agregó: “Se me echaron encima”. “¿Qué es eso de que se le echaron encima?”, le pregunté a Marta. Con la mirada tristísima, pronunció siete palabras en su escueto español: “Aquí, en comunidad, quiere decir que violaron”. Y agregó: “Aquí, así se decide eso”.

Al preguntarles por separado a varios lugareños acerca del significado de tal expresión, me lo confirmaron. Cuando los hijos de la mujer y un líder de la zona -hoy defenestrado- llevaban a la anciana al hospital aquel 25 de febrero, se detuvieron un momento en la casa del alcalde para gritar que la habían violado unos soldados. Javier Pérez Pascuala preguntó: “¿Es cierto, señora? ¿Fueron soldados?” La mujer no pudo contestar pero asintió dos veces.

Vuelvo a insistir: alguien miente. Sé que hoy lo políticamente correcto es avalar lo que dice la CNDH, pero a mí me siguen perturbando esos testimonios y esas miradas donde no pude atisbar, por más que lo intenté, un asomo de falsedad.

Reitero: sea quien sea -en Veracruz o en la Ciudad de México- quien haya montado una pantomima, la tiene que pagar. Y muy caro…

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