Jorge Eduardo Navarrete*
El 28 de mayo, apenas por segunda vez en un semestre, la titular de Relaciones Exteriores habló formalmente con la prensa mexicana. La SRE recogió en su página web el texto oficial de la extensa exposición inicial, pero 48 horas después no había divulgado la parte de mayor interés de cualquier conferencia de prensa: las preguntas y respuestas. Encontré referencias en este diario y en Reforma. Sigue un breve comentario de esta segunda aparición de la discreta funcionaria.
Quizá con la pretensión de establecer doctrina, la encargada de ejecutarla afirmó que "el criterio fundamental de la política exterior... es la promoción responsable y activa del interés nacional, mediante el impulso de un desarrollo integral que garantice la calidad de vida de cada uno de los mexicanos, en un marco de seguridad y respeto de sus derechos". Resulta desmedido que se atribuyan a la internacional objetivos que corresponden más bien a otras esferas. ¿Qué van a hacer, por ejemplo, la Secretaría de Desarrollo Social si la cancillería asume la tarea de garantizar nuestra calidad de vida, o la de Seguridad Pública, si el "marco de seguridad" (cualquiera que sea el significado de esta expresión) va a ser proporcionado por Relaciones Exteriores? ¿Son éstas cuestiones que pueden en verdad garantizarse? Cabría esperar, cuando menos, mesura y congruencia.
Definido así el propósito de la política exterior, su responsable se ocupó de "tres temas". La legislación migratoria estadunidense fue el primero. La visión ofrecida del fenómeno de la emigración mexicana parece extraída de un libro de texto de educación elemental. No omite ningún lugar común. Muy conmovedora fue la declaración de que ningún monto de remesas podría "compensar" el calvario de los emigrantes. El "seguimiento cuidadoso" que la SRE hace de las iniciativas y enmiendas que se discuten en el Senado estadunidense se limita a llevar cuenta de su número: 27. Nada se dice sobre su contenido. Ninguna alusión a problemas de fondo, como el de unificación familiar. "Mantenemos un fluido y muy cercano diálogo con el gobierno de Estados Unidos para conocer, expresar nuestros puntos de vista y evaluar mejor ese proceso legislativo." ¿No sería bueno hablar también con los legisladores y con los medios de información; tratar de influir en el ambiente de opinión en el que se discute esta legislación? Para hacerlo, sin embargo, habría que rebasar el enfoque lírico: "donde hay un mexicano, ahí está México." How moving!, diría Condoleezza.
Previsiblemente, el segundo tema fue el de seguridad. Con descubrimientos notables: "el crimen organizado, especialmente el narcotráfico, tiene redes internacionales muy profundas y muy peligrosas". Aludió de la cooperación con Estados Unidos y Canadá en materia de seguridad, sin precisar sus alcances. No dijo, por ejemplo, si incluye la colaboración para realizar escuchas telefónicas e irrumpir en las comunicaciones de correo electrónico, como acaba de informar la prensa estadunidense. Al abordar el tercer tema destacó "la importancia de generar una amplia capacidad de interlocución política con los diversos países, a fin de poder atraer inversiones productivas del exterior y ampliar nuestras exportaciones". El diálogo comercial y económico confundido con el político. Ninguna referencia a los temas políticos mundiales. Quizá se piensa que pesos los tratan Economía y Hacienda.
Los verdaderos dislates vinieron en las respuestas, de las que se carece de transcripción oficial. "La despenalización del aborto no será tema entre Calderón y el Papa", resumió La Jornada en su encabezado del martes 29 de una de las respuestas. "No es una cuestión de política exterior'', afirmó. ¿Y los enconados debates de Naciones Unidas sobre el tema, al analizar las políticas de población? Quizá se prefiera evitarlo por otros motivos, pero no puede sostenerse que no sea un tema de interés global.
Según la misma nota, "adelantó que el gobierno de México evalúa retirar su candidatura para ocupar un asiento en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para el periodo 2009-2010" (énfasis añadido). No se evalúa si México debe o no pertenecer a uno de los órganos principales de la ONU; la evaluación no se vincula con su proceso de reforma, ni se enmarca en una visión de largo plazo del papel de México en la Organización y en el mundo. Se evalúa un retiro incidental. Ya hubo uno, si se produce otro nadie tomará en serio las candidaturas mexicanas, que se habrá demostrado son desechables.
Otra "evaluación" tiene que ver con la participación de México "en casi 243 organismos internacionales", según la nota de Reforma. Infelizmente, la titular de la SRE confirmó que propondrá el retiro de México de la ONUDI (Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial). La cancillería descubrió que "es un organismo que tiene como área prioritaria Africa" y llegó "a la apreciación de que América Latina es una región que no presenta las mismas carencias del continente africano". ¡Vaya descubrimientos! Por otra parte, detectó que "es un organismo en donde los proyectos y agendas que México ha tratado de promover no siempre han marchado en el ritmo que nosotros hubiéramos querido". México fue el principal beneficiario de los proyectos de cooperación técnica de ONUDI en 2006 y, desde 2001, ha recibido beneficios valuados en el duplo, por lo menos, de sus aportaciones. Son muy altos los costos políticos de esta infeliz propuesta para nuestra relación con Centroamérica, el Caribe y Africa. No obstante, sin ninguna razón de fondo -o quizá por motivos propios de la titular de la Alameda, antes Tlatelolco- México está en peligro de convertirse en el primer país en desarrollo que abandona la ONUDI, organismo especializado de las Naciones Unidas. Parece pensarse que todo quedará olvidado cuando Calderón vaya a Nueva York en septiembre a reiterar nuestro invariable compromiso con la ONU y la cooperación multilateral.
* Ex representante permanente de México ante la Organización de las Naciones Unidas
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