Alfredo Jalife-Rahme
La exagerada inyección de liquidez de los principales bancos centrales de Europa, Asia y la Reserva Federal a los "mercados" al borde de una ya muy cantada "sequía crediticia" (credit crunch) refleja el "estado de choque" de un moribundo en cuidados intensivos hospitalarios. ¿Dónde quedó el axioma del "libre mercado" que ni era "libre" ni era "mercado", sino un manicomio convertido en casino de apuestas con "instrumentos financieros exóticos" y "contabilidad invisible"?
Los dilectos lectores de Bajo la Lupa (28/02/07) serán quienes menos se asombren del "día del juicio final" de las especulaciones exóticas de los bancos comerciales y de inversiones gestadas por la "burbuja Greenspan", en honor a su maligno creador. Quienes señalamos a tiempo el manicomio centralbanquista y a sus sicópatas neoliberales fuimos fustigados viciosamente con adjetivos exorcistas como "apocalípticos", "catastrofistas", "pesimistas" y hasta "racistas" (por aquello de la banca israelí-anglosajona y su casino financiero de apuestas).
Hoy no disponemos de tiempo para voltear a ver atrás al Sodoma y Gomorra bursátil en flamas para replicar a la inmensidad de cándidos borregos que perdieron su patrimonio al haberse dejado engañar por los sicópatas neoliberales del manicomio centralbanquista que tienen al mundo en los cuidados intensivos.
Quien desconozca cómo se maneja un hedge fund (fondo de cobertura de riesgo) no tendrá la mas mínima idea de la magnitud y alcances del estallido de la "burbuja Greenspan" global que los serios banqueros europeos calculan durará un mínimo de cinco años en desintegrarse: proceso que pudiéramos denominar desinflamiento físico crónico -al unísono de una desinflación y/o "deflación" bursátil- de las apuestas financieras con "instrumentos de mercado de riesgo" de la plutocracia global que equivalen entre 12 y 15 veces el valor de los bienes y servicios tangibles de la economía real.
Una cohorte de sicópatas de formación financierista neoliberal (cuyo peor espécimen son los fundamentalistas centralbanquistas monetaristas) se apoderó de los "mercados" totalmente manipulados para ejercitar sus dotes de brujos-aprendices mezcladas de vocación alquimista e ínfulas oraculares.
Quienes más fallaron no son los sicópatas financieros ni los occisos políticos "globales", sino nuestros colegas siquiatras quienes no se atrevieron a diagnosticar la sicopatología del pernicioso modelo neoliberal y sus desregulaciones fiscalistas, por miedo a perder sus inversiones y/o sus dádivas, producto de sus tratativas con los fondos de pensiones que ahora controlan hasta la práctica médica totalmente deshumanizada y desfigurada, que no reconocerían los humanistas universales de todos los tiempos: Hipócrates, Avicena y Albert Schweitzer. En siquiatría, la desregulación conductual equivale al diagnóstico de sicosis. Pronto los manuales de siquiatría se verán obligados a incorporar en su clasificación de "sicosis funcional" al neoliberalismo global, que podemos resumir sucintamente como pérdida del juicio de realidad, sumado de alucinaciones lúdicas adictivas y conductas desreguladas.
Sobra señalar el patético papel que jugaron los multimedia globales carentes de sindéresis, pensamiento dialéctico y crítica cartesiana, lo que obliga a la ciudadanización imperativa de los medios masivos de comunicación (donde brillan las malignas agencias informativas financieras y sus chachalacas cotizables), convertidos en armas de destrucción masiva de los patrimonios mediante sus engaños deliberados para favorecer a los apostadores globales de la plutocracia bancaria neofeudal. ¿Cómo queda la reputación de las reguladoras, calificadoras y empresas contables, es decir, todo el circuito financiero y su cadena de transmisión crediticia y ensamble fiscalista? ¿Qué hacer con las cuentas invisibles (off-balance sheet) y los mafiosos paraísos fiscales (off-shore) que maneja la anglosfera, extensivo al G-7?
Si las cuentas son "invisibles", las cuantiosas pérdidas son todavía más opacas y se filtran a cuentagotas por confesión discrecional de los propios afectados, quienes ya no pueden ocultar bajo la alfombra su basura de papel-chatarra del tamaño del Himalaya.
Ben Lawrence, del rotativo londinense The Times (12/08/07), propiedad de Rupert Murdoch, el oligopolista mediático de la extrema derecha anglosajona que ahora controla The Wall Street Journal para engañar aún más, afirma que "en EU los reguladores (sic) bursátiles están verificando los estados contables de las principales firmas de Wall Street para asegurarse de que no están ocultando las pérdidas en las que incurrieron en la pulverización del mercado hipotecario".
¿Se pueden ocultar las pérdidas contables? Sí: en el mundo arcano de la desregulada globalización financiera plutocrática neofeudal que impuso su modelo tiránico al restante del planeta durante la fase aciaga de la unipolaridad financiera de la banca israelí-anglosajona.
Basta leer al venerable lord William Rees-Mogg, portavoz oficioso de la realeza británica, para erizar los cabellos de los leguleyos: "Existe poca transparencia (¡súper sic!). Nadie sabe (¡súper sic!) quiénes poseen las 'obligaciones colateralizadas de deuda' (CDO, por sus siglas en inglés), o qué tipo de pasivos tienen. Cuando uno dice que nadie sabe (¡súper sic!), esto es cierto de los operadores como de los extraños al mercado" (The Times, 13/08/07). Sin comentarios.
Contra la proclamada obligatoriedad de transparencia democrática, toda la mecánica de los hedge funds no aparece en los estados contables consolidados y tampoco existe entidad gubernamental en el mundo, ni siquiera sus progenitores (los bancos centrales que los colmaron con créditos casi a tasa cero) que les exija exponer sus movimientos, ya que gozan con la inimputabilidad y la inmunidad de la sicótica desregulación (válgase la tautología), es decir, su omnisciencia bancario-financiera no puede ser regulada por nadie ni por sus propios gobiernos ni por los inversionistas. ¿Por qué, entonces, tienen que ser rescatados los adictos apostadores financieros por entidades gubernamentales, en este caso los bancos centrales, que manejan el patrimonio ciudadano? Pierre-Antoine Delhommais, de Le Monde (13/08/07), señala correctamente que los "bancos centrales vuelan al rescate de los infractores", lo que "hará arreciar las críticas sobre su papel , así como sobre la eficacia y coherencia de sus políticas".
Más que "libre", el mercado neoliberal desregulado constituye una perfecta dictadura financiera centralbanquista de la plutocracia oligopólica neofeudal a espaldas de la opinión pública. Los ciudadanos ni participan ni son consultados y son despojados involuntariamente de sus ahorros, mientras los omniscientes oráculos centralbanquistas deciden el destino de las naciones y sus patrimonios.
¿Hasta cuándo toleraremos esta sicosis tiránica los ciudadanos libres del planeta? Pero la peor alucinación de todas consiste en pretender que la "burbuja Greenspan" no afectará a la economía global.
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