Julio Hernández López
Cuánto enredo ha vivido el tribunal electoral federal para deshacerse de una figura demostrativa de corruptelas internas como es la ex coordinadora de asesores del entonces presidente de ese órgano juzgador, Norma Inés Aguilar, que bajo sospecha de maniobrar para quedarse con una millonaria comisión por la compra de un edificio para el TEPJF ha debido dejar el cargo de asesoría general para luego tratar, infructuosamente, de atrincherarse como consultora directa del caído Flavio Galván, que usó excusas de salud para zafarse del cargo quemante y dejarlo a una amiguísima íntima de la esposa del encargado del despacho presidencial (amiguísima de las Margaritas hechas en Los Pinos pero también de los cocteles sonorenses marca Manlio: combinación perfecta, cal de ron Al anís, con adornos tricolores, en la barra todo incluido del bar de medianoche llamado El tribunal electoral).
Los aberrantes enredos de una institución juzgadora de comicios que debería ser ejemplo de transparencia y honestidad forman parte del escenario devastado del Poder Judicial mexicano que, en otra de sus vertientes, la de la Sup Corta de Justicia, ha dado marcha atrás a las expectativas justicieras que se habían generado en relación con hechos pública y notoriamente violatorios de derechos y garantías ciudadanos, como los sucedidos en Oaxaca y Atenco y en el caso de la periodista Lydia Cacho.
Los ministros Sergio Valls y Sergio Aguirre (hombres de amplios intereses partidistas) redactaron un proyecto de manual de urbanidad judicial que permitirá a los impasibles jurisperitos conocer de presuntas violaciones graves a las garantías individuales y, en caso de considerar que sí están comprobadas, emitir un estiloso recadito perfumado en que se deje constancia de que hubo tales transgresiones y deshonras, con los datos genéricos e impersonales de las autoridades involucradas por si más delante esa misma maraña de complicidades llamadas gobierno decide darse a sí misma algún coscorroncito teatrero.
Ni siquiera una pinchurrienta recomendación elaborarán los inalterables ministros pues aseguran, ceremoniosos, que para eso está la Comisión Nacional de Derechos Ufanos (Humanos, se dice en la resolución original). Justicia sometida a las variantes del surrealismo político mexicano; por ejemplo, a los designios médicos del gastroenterólogo opusdeísta José Luis Soberanes. Dios guarde la hora (Mario Marín, Ulises Ruiz, Vicente Fox, Felipe Calderón y la clase política militarizada, es decir, los jefes de las corporaciones armadas del país, organizan una ceremonia oficial para dar gracias a la Corte por los favores concedidos.)
Mientras tanto, el comandante guerrillero M. F. Beltrones ha lanzado desde las alturas de la Torre del Caballito un ingenioso juego de palabras ante la petición del comisionado de los Científicos del neoporfirismo, el rotundo Agustín Carstens, de que los legisladores aprueben ocurrencias fiscales calderonistas para darle "gasolina" al desfondado vehículo gubernamental: "México tiene hambre", reviró el insurgente norteño de cuidado bigotito, y la gasolina que los federales quieren conseguir con más impuestos sólo va a servir "para que se les incendie el país" (¡oh, ¿los redactores de los futuros libros de texto gratuito habrán tomado nota de la broncínea frase?!). El secretario Molotov Limantour redujo, sin embargo, las ansias recaudatorias originales, en aras del apoyo de la bancada tricolor que ha puesto electoral énfasis en que desaparezca la pretensión de cobro por actividades "informales", que se ayude a los grandes capitales y que se modifique el régimen fiscal de Pemex para que pueda dedicar más recursos a su propia mejoría y crecimiento y no para apuntalar el gasto general del resto parasitario del gobierno federal. Entre los cambios a que ha obligado el PRI, y los que consiguieron los empresarios para desinflar la llamada CETU, poco quedará de las pretensiones iniciales del calderonismo.
Astillas
El Frente Amplio Progresista salió ayer ante los medios para anunciar la recia y contundente decisión que tomaron de agarrarse de la negativa del PRI a cambiar el formato del Informe presidencial para también ellos, los del remolcado sol azteca, decir que no le entran a los planes felipistas de informar y debatir con legisladores. Otra muy sólida determinación se refiere a que aún no deciden qué harán el primero de septiembre en San Lázaro... Por su parte, Mar Celo se topa con el regalo color negro y amarillo de que la asamblea legislativa capitalina aprobó un nuevo esquema en el que habrá movimiento oratorio de fantasía con réplicas, contrarréplicas y demás malabares sin consecuencias reales (aunque los cuidadores oficiales de la imagen del esposo de la señora Mariagna dicen que el presidenciable se "expone demasiado")... La gobernadora de Yucatán, Ivonne Ortega Pacheco, se ha indignado mucho porque hay quienes suponen que es irregular e inmoral que un hermano de su esposo haya encontrado acomodo en la nómina oficial con el cargo de subsecretario de Gobierno. La demagógica mandataria (se redujo el sueldo a la mitad, pero gasta millonadas en promover su imagen, da chambas a sus familiares y parece muy bien dispuesta a ver pasar negocios generosos) dice que ella no tuvo nada que ver con el nombramiento de su cuñado, Héctor Cabrera, pues éste fue designado por el secretario de Gobierno, Rolando Zapata Bello (que se mueve solito, porque es autónomo y soberano, ¡mare!)... Y, mientras los mexicanos se emocionan porque ¡oh! el primer ministro de Canadá, Stephen Harper, ha decidido invitar por primera vez a una familia (la Calderón) a pasar una noche en la residencia oficial de verano junto al lago Harrington, luego que haya terminado la reunión cumbre en que participarán Harper, Calderón y George W. Bush (y en la que se llegará a acuerdos altamente lesivos para lo que queda de soberanía nacional mexicana), ¡hasta mañana, en esta columna que se pregunta si entre los juguetes adulteradamente pintados que están siendo retirados del mercado no se incluye algún soldadito de plomo de casaca exagerada!
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