José Agustín Ortiz Pinchetti
Frente a quienes defienden la permanencia del actual Consejo General del IFE, valdría la pena recordar los hechos que determinaron su designación.
1. El consejo debe contar con la aprobación unánime de los partidos mayores. Es el árbitro en la competencia por el poder. En 1994 los partidos decidieron eliminar a los consejeros magistrados y sustituirlos por consejeros ciudadanos para dar paso a una reforma. Nadie se opuso. En 1996 los partidos decidieron remover a los consejeros ciudadanos y designar a un nuevo consejo. Nadie se opuso.
Los consejos de 1994 y de 1996 fueron aprobados por los tres partidos más importantes. Se logró que los árbitros fueran confiables para todas las partes. Ambos consejos cumplieron su tarea.
El consejo de 1996 pasó la prueba de la alternancia; en 1997 el PRI perdió el control del Congreso. En 2000 el opositor Fox ganó la Presidencia. En 2003 el PAN sufrió una derrota. En los tres casos no hubo impugnaciones importantes.
2. En 2003 la elección del nuevo consejo del IFE debía hacerse antes que concluyera octubre. Elba Esther Gordillo, entonces secretaria general del PRI, asumió la iniciativa en la negociación, apoyada por el secretario Creel y por Felipe Calderón. La negociación fue accidentada. Hubo intransigencia del PRD y errores. Cuando se había logrado un acuerdo para que Diego Valadés, un jurista y político muy prestigiado, fuera presidente y el PRD designara dos de los consejeros, Emilio Zebadúa (hoy muy cercano a Gordillo) abortó la propuesta acusando a Valadés de “salinista”. Elba Esther y el PAN pudieron imponer un consejo a modo: 4 consejeros del PRI, 3 del PAN y uno más del Verde. Se designó como presidente a Luis Carlos Ugalde, cercano al PRI y cercanísimo a la profesora. No lo olvidemos, un botín compartido con el PRI, Gordillo y el PAN.
3. Esta elección manchó al IFE y puso en riesgo la credibilidad de los resultados de 2006. Va una anécdota: preocupados por el desaguisado, Miguel Angel Granados Chapa, Ricardo Pozas y yo, antiguos consejeros del IFE, le pedimos a nuestro ex compañero Santiago Creel una audiencia. Nos recibió con ¡Elba Esther Gordillo! Tan hegemónica, que no supimos quién era el secretario (a) y quién su auxiliar. Creel nos dijo que el gobierno no había querido involucrarse en los procesos del IFE. En las designaciones anteriores los dos secretarios en funciones, Jorge Carpizo en 1994 y Emilio Chuayffet en 1996, garantizaron que no se marginara a ninguno de los partidos mayores.
4. No contenta con el “agandalle”, Gordillo maniobró para que varios de sus allegados ocuparan puestos clave en el aparato del IFE, incluido el director ejecutivo de organización electoral.
5. No es cierto que Ugalde, apoyado por los medios electrónicos, esté peleando por quedarse con el puesto. Es Elba Esther quien ha promovido y seguirá promoviendo la resistencia, porque el IFE es su bastión. Es una de las instituciones que controla y que le permiten detentar el mayor poder fáctico que ha existido en la historia contemporánea del país. A ella no le importa poner en predicamento la estabilidad política del país. Calderón, como bien lo dice Jorge Castañeda, no tiene canicas suficientes para ponerle un “hasta aquí” a la maestra de maestros.
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