Julio Hernández López
Lo cómodo del comodato es que siempre se podrá usar como comodín: arrendamientos ocultos, evasiones fiscales, favores desde el gobierno y pagos disfrazados forman parte del catálogo de posibilidades tramposas que ofrece el peculiar contrato mediante el cual algo es cedido para que un beneficiario lo use como si fuera suyo, con la condición de regresarlo más delante. Comodato es como dado, pero ¿quién da nada más porque sí? Dar ¿a cambio de qué? ¿Una empresa vendedora de automóviles puede “agradecer” a un funcionario la compra de flotillas de vehículos o la realización de negocios varios mediante la cesión “a título gratuito” de unidades de lujo como las camionetas Hummer? ¿Un ex presidente de México que recién ha dejado el poder, y la Secretaría de la Defensa Nacional, a través del Estado Mayor Presidencial, tienen derecho a recibir esas formas de tenencia de bienes ajenos provenientes de empresas particulares, o al aceptarlos incurren en una variante del tráfico de influencias o del conflicto de intereses? ¿Para qué es, entonces, la muy inflada partida presupuestal dedicada a los ex presidentes?
Pero el subcomandante Martox no entiende razones y ha lanzado un grito de ¡ya basta! desde las alturas clandestinas de algún estadio gringo de futbol americano, donde se hace pasar por Vaquerito de Dallas. “Basta de mentiras, basta de engaños”, ha hecho escribir en la página electrónica del Centro Fox quien ahora dice que no es dueño de nada de lo que semanas atrás lució en papel lujoso: el rancho no es de él, el lago artificial es un simple charco de aguas turbias, el yip rojo es un préstamo a fuerzas que fue facturado a nombre de un empresario amigo y, de las dos Hummer, una es cortesía del afamado general Motors, siempre agradecido con Los Pinos por las compras de, entre otros modelos, camionetas Suburban.
Los deslices automovilísticos del padrastro de los modélicos hermanos Bribiesca confirman lo que el origen empresarial desfondado y, por ello, voraz, de Vicente Fox anunciaba pero algunos ciudadanos despistados se negaban a aceptar: el ex gobernador de Guanajuato es la expresión más descarnada del pensamiento de los empresarios metidos a la política que, llegados al poder, creen legítimo aprovechar la riqueza pública fundiendo sus intereses particulares con los asuntos gubernamentales. Fox, y la gran mayoría de negociantes metidos al panismo para alcanzar poder, provienen de una cultura de evasiones y elusiones que considera purificada una ganancia a costa del erario si ella cumple con mínimos requisitos moldeables. El otorgamiento de licencias, concesiones y contratos, la regularización de asuntos entrampados, la condonación de adeudos o intereses, el acomodo de las reglas oficiales a las necesidades de los empresarios consentidos son algunas de las formas mediante las cuales los educados en la escuela histórica de la connivencia entre funcionarios y empresarios se hacen de nuevas riquezas y devuelven bonanza a hundidas fortunas familiares o personales.
Microscópicos son, sin embargo, los detalles con cuatro ruedas que le han saltado al hombre de la mano caída en Boca del Río (es decir, caída de la estatua caída). El verdadero enriquecimiento de las familias Fox y Bribiesca se hizo, por ejemplo, mediante prestanombres como Cosme Mares, uno de los empresarios favoritos del sexenio que, ¿también en comodato?, agradeció a sus patrocinadores los regalos presupuestales recibidos mediante playas como El Tamarindillo y cooperación plena para el arreglo de los ranchos guanajuatenses. Son muchos los empresarios mexicanos que se acomodaron a la variante del comodato. En realidad, el uso de esa figura jurídica es bastante conocido. Para no ir tan lejos, en marzo del presente año se conoció que durante el priísmo el entonces denominado Departamento del Distrito Federal había cedido en comodato el antiguo convento de Santo Domingo al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, según eso para que fuese usado en asuntos pedagógicos, pero Maricruz Montelongo Gordillo, hija de la cacique del SNTE, lo ofrecía en renta como salón de fiestas particulares. En Argentina, por su parte, el todavía presidente Néstor Kirchner es uno de los 100 servidores públicos federales que están acusados de corruptelas o irregularidades en el ejercicio de sus funciones. El diario La Nación indagó en juzgados y fiscalías federales y encontró que, entre otros, Kirchner “figura como imputado en una causa. La dirige el juez Daniel Rafecas y trata del empleo de autos entregados por empresas según el sistema de comodato. ‘Es una práctica habitual que venía de otros gobiernos’, detalló un funcionario que interviene en ese expediente”.
El ruido sobre las propiedades de Fox, e incluso incidentes como el de la estatua de Boca del Río, distraen oportunamente de un asunto importante (recuérdese que según el ex vocero de Fox, éste comete intencionalmente lo que los demás creen que son pifias): el ex presidente de México se está ofreciendo en Estados Unidos como garante postsexenal de las políticas de entreguismo que Calderón no pudiera sostener. Formado en la precaria escuela de pensamiento de la Universidad de la Coca-Cola y heredero de una tradición familiar extranjerizante que considera a los mexicanos materia ideal para colonizar y explotar (el padre de Vicente despojó a campesinos de grandes extensiones de tierra y, cuando éstos exigieron justicia, pidió a Estados Unidos ayuda por considerarse ciudadano de ese país), el ex presidente de México trata de colocarse como un factor político que continúe dividiendo a los mexicanos y facilite la incursión de capitales extranjeros en rubros nacionales estratégicos. El cachorro del imperio que causó risa a Hugo Chávez cuando vio caer su efigie en tierras veracruzanas pretende crecer y convertirse en un mastín yanqui a control remoto, con nacionalidad y patriotismo en comodato. ¡Hasta mañana, mientras Calderón establece los del PAN como nuevos colores institucionales de la policía federal!
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