Armó a la sociedad civil para atacar a la sociedad civil, afirma el obispo de Saltillo
Gabriel León Zaragoza
El obispo de la diócesis de Saltillo, Coahuila, Raúl Vera, afirmó que las ejecuciones en Acteal, Chiapas, contra la población tzotzil fueron crímenes de lesa humanidad, en los que, a 10 años de ocurridos, queda por esclarecer la responsabilidad del Estado mexicano, toda vez que “está más que comprobado” que hubo una guerra de baja intensidad, protagonizada por grupos paramilitares y auspiciada por el Ejército Mexicano, que “armó a la sociedad civil para atacar a la sociedad civil”.
El prelado recordó que existe una denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) interpuesta contra el Estado por la matanza de 45 indígenas de Acteal, y consideró que “se debe condenar al ex presidente (Ernesto) Zedillo por crímenes de lesa humanidad”.
En entrevista, afirmó que ya es tiempo de que “salga la verdad” sobre los hechos sangrientos de hace una década, y urgió al gobierno federal a aclarar la matanza, pero “no para engañar” ni para “lavar la cara al Ejército”, como sucedió recientemente en el caso del poblado de Castaños, Coahuila.
Aseguró que contrario a lo que de manera oficial se pretende omitir, entre la población “hay memoria histórica, por lo que debe prevalecer la identidad social”.
Recordó que cuando tuvieron lugar los hechos fungía como obispo coadjutor de San Cristóbal de las Casas, y emitió un boletín en el que denunció que la gente de la diócesis “veníamos documentando” el proceso de paramilitarización de Chiapas y la formación de estos grupos a expensas de las fuerzas armadas.
Recordó que era tan intensa la presencia de fuerzas paramilitares en las zonas zapatistas, que la víspera de lo de Acteal él y el obispo Samuel Ruiz fueron agredidos por estos grupos. Al día siguiente de esos hechos, el hermano del prelado fue atacado a martillazos.
“Los signos que se veían venir eran de un ataque frontal al zapatismo, y lo que nosotros teníamos bien identificado era que los paramilitares eran creados por el Ejército Mexicano. Se trataba de soldados que se pasaban a esos grupos como retirados; eran los principales instructores y les daban armas que sólo el Ejército tenía; además, se les uniformaba al estilo castrense, pero sin insignias, con corte de cabello tipo militar y no usaban identificación”, destacó.
Expuso que Acteal “es un caso emblemático en el país, muy significativo, porque atacaron a personas desplazadas que pertenecían al grupo de Las Abejas, que había nacido con un tinte totalmente pacifista”. Además, por primera vez los paramilitares mataron a personas adentro de una iglesia, ya que en otros casos se limitaban a causar destrozos en los templos.
“El gobierno federal creyó que sembrando terror en la gente que consideró insurrecta acabaría con sus posiciones, pero sucedió lo contrario, cometió un crimen de Estado y nació lo que la población califica ahora como los mártires de Acteal”, destacó Vera López.
Consideró que en el caso de las poblaciones de las zonas de Chenalhó, la posición oficial quiso demostrar que las ejecuciones tuvieron lugar por un conflicto por un banco de arena, “pero los hechos desmienten eso, porque hubo todo un proceso de paramilitarización en las regiones donde había bases zapatistas”. Agregó que el ataque de hace casi 10 años tuvo “un planteamiento de tipo kaibilesco (grupo de terrorismo de Estado en Guatemala)”.
Explicó que está demostrado y documentado que las incursiones paramilitares de aquel periodo “siempre tenían lugar con excusas”, con el fin de “colocar militares en las zonas zapatistas”.
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