Genaro Borrego y la pulverización de Pemex
En 2005 el entonces senador priísta hizo su plan para abrir la petrolera a la IP
Obreros en una construcción de edificios en Estados Unidos, donde el desplome del índice de los servicios en enero avivó las preocupaciones sobre la recesión económica Foto: Ap
Agárrense, mortales mexicanos, porque el “navío de gran calado” (Calderón dixit), prendido con alfileres, se desplaza entre crecientes olas en este inicio de tormenta recesiva, cuyo efecto sería “peor que el de 2001”, año en el que la primera sacudida de este tipo con baby Bush en la Casa Blanca (el “atorón”, como le llamó Fox) se tradujo en una estrepitosa caída de la economía nacional, por mucho que desde Los Pinos se insistiera en aquello de la “solidez”.
La correduría Merrill Lynch fue la encargada de oficializar lo que en el reciente Foro de Davos quedó más claro que el agua –menos para el discurso del gobierno mexicano–, es decir, que la recesión estadunidense ya está aquí, que su impacto en la economía mundial (en especial a los países más dependientes, México entre ellos) será severo y que “se trata de un bajón peor que el de 2001”, según sus propios términos.
Lo anterior sólo confirma la información sobre la severa caída reportada en distintos indicadores de la actividad económica estadunidense (banca, construcción, comercio, turismo, productos no manufactureros, entre otros) y fortalece los ingratos pronósticos sobre la implícita onda expansiva para la economía mundial,
Ante ese panorama, los principales centros bursátiles del planeta reportaron caídas, que arrastraron a los pequeños mercados bursátiles como el mexicano, cuyo principal indicador se desplomó 4.56 por ciento. Entre los grandes perdedores de ayer en la Bolsa Mexicana de Valores destacaron las acciones del Grupo Cemex (-8.07 por ciento), Citigroup-Banamex (-7.71) y BBVA-Bancomer (-7.39).
Si a lo anterior se suma el negro panorama para el sector manufacturero (alrededor de 85 por ciento de las exportaciones mexicanas corresponden a esta categoría) se alcanza a ver la “solidez” del discurso del inquilino de Los Pinos y su “navío –de papel– de gran calado”. Y esto apenas comienza.
Lo que ya lleva años en el horno, pero los chefs no atinan cuándo sacar el suculento platillo, a pesar de que la mesa está servida y sentados los comensales, es la llamada “reforma energética”. Días atrás, La Jornada denunció que “la colocación de una parte del capital social de Pemex en la bolsa de valores es una de las alternativas para abrir la participación privada en la empresa estatal, junto con la creación de un ‘directorado’, que introduzca ‘prácticas de gobierno corporativo’… entre las propuestas que serán llevadas a discusión por senadores de PRI y PAN como parte de la denominada reforma energética, se incluyen cambios en la legislación secundaria, principalmente en la Ley Reglamentaria del artículo 27 Constitucional en materia de petróleo, Ley de Obra Pública, Ley de Adquisiciones y Ley Orgánica de Pemex. Al menos tres propuestas que se analizan en el Senado coinciden, por un lado, en privatizar una parte del capital social del organismo mediante una colocación en la bolsa, cuya proporción, todavía no definida, oscila entre 20 y –las más osadas– hasta 49 por ciento, y dar a los accionistas particulares un peso decisivo en la conducción de la empresa. Con esta medida de pulverización se espera “democratizar” el capital social de la petrolera”.
Pues bien, cuando en el sexenio de Miguel de la Madrid comenzó el “regreso” de la banca estatizada a manos privadas, la primera “devolución” (1986) equivalió a 34 por ciento del capital social de las instituciones, vía certificados de aportación patrimonial (los Caps), valores que de inmediato desataron una de las más feroces temporadas especulativas en la de por sí feroz y especulativa Bolsa Mexicana de Valores, que en buena medida contribuyó al crack bursátil de octubre de 1987 que, como siempre, pagaron todos los mexicanos.
Ahora intentarán lo mismo, disfrazado de “novedad”, con “acciones” de Pemex, que se colocarían en una proporción de 20 a 49 por ciento del capital social. Tan nuevo resulta el mecanismo que, más allá de los Caps, en abril de 2005 el entonces senador priísta Genaro Borrego presentó su iniciativa para la apertura de Petróleos Mexicanos al capital privado, que en su parte medular proponía:
El capital social de Pemex se dividirá en series A y B. La primera representará el 80 por ciento del capital social, y la segunda el 20 por ciento restante. De tal movimiento resultaría un fideicomiso que “no tendrá estructura operativa, ni el carácter de fideicomiso público, en consecuencia no le resultarán aplicables las disposiciones relativas a las entidades del sector público. El patrimonio fideicomitido incluirá el derecho a recibir los dividendos de las acciones y los demás derechos patrimoniales asociados a ellas”.
La propuesta de Borrego apuntaba que “podrán ser titulares de las constancias únicamente personas físicas de nacionalidad mexicana”, como Juan Camilo Mouriño, y “como excepción de lo anterior el sindicato de la sociedad, las sociedades cooperativas, las universidades y las administradoras de fondos para el retiro, podrán detentar constancias hasta por una suma equivalente a 10 por ciento del capital social. Ninguna persona, salvo las entidades señaladas como excepción (…) podrá detentar constancias que superen el equivalente a .5 por ciento del capital social” de Pemex.
Además, se formaría un consejo de administración de 15 integrantes: “dos serán nombrados por el Ejecutivo federal, uno más será el director general de la sociedad (léase Pemex), quien a su vez designará a dos integrantes más de entre los funcionarios que desempeñen el segundo nivel jerárquico del organismo. Dos serán designados por el sindicato (petrolero). Los ocho últimos serán consejeros independientes designados por el Ejecutivo federal, mismos que deberán ser ratificados por dos terceras partes del Senado de la República”.
Tan fácil como eso. ¿Para cuántas acciones alcanza el salario mínimo?
Las rebanadas del pastel:
Un solidario abrazo a Heriberto Galindo por la lamentable pérdida de su señora madre, doña Aurora Quiñones de Galindo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario