lunes, marzo 31, 2008

El Neoliberalismo se esta haciendo añicos en el mismo Imperio, el regreso a Keynes y el Estado Regulador reinicia....mientras el Kinder de Los Pinos sigue creyendo en los mercados libres de intervención gubernamental, eso se debe a que son seguidores del Abuelo del Neoliberalismo, Ludwing Von Mises, de la Universidad de Chicago, por eso estamos........asi.
EE.UU. busca una amplia reforma financiera

Por Damian Paletta y Kara Scannell

WASHINGTON­Henry Paulson, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, planea solicitar hoy una profunda reestructuración de la forma en que el gobierno supervisa los mercados financieros. El anuncio culmina una amplia revisión orientada a reorganizar un sistema de regulación construido por partes desde la Guerra Civil estadounidense, que tuvo lugar entre 1861 y 1865.
Si sólo se implementan algunos de los cambios propuestos, equivaldrían a una de las mayores reingenierías del sistema que regula las finanzas estadounidenses. Pero tal desenlace probablemente tardará años y necesita del apoyo de un Congreso que se encuentra cada vez más dividido.
Algunos ya empiezan a criticar la reforma por considerar que se inclina demasiado hacia la liberalización. El proceso de revisión empezó a principios del año pasado, antes de la contracción crediticia, y su objetivo inicial era elevar la competitividad de los mercados estadounidenses. Como tal, el plan es un híbrido que añade regulaciones para sortear los actuales problemas financieros a la vez que simplifica viejas estructuras de tal forma que favorezcan a algunos en la industria financiera.
"Hay que ser muy osado para decir que la solución correcta a una crisis financiera es relajar la regulación", afirma Barbara Roper, del grupo de defensa de los consumidores Consumer Federation of America.
La propuesta también desatará luchas territoriales en un momento en que la confianza en la supervisión gubernamental es baja.
De todos modos, el documento probablemente será una hoja de ruta para futuros gobiernos. Barney Frank, congresista demócrata de Massachusetts y quien encabeza el Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes, cree que el plan es alentador, pero que no puede evaluarse adecuadamente hasta el próximo año, en el mejor de los casos. Añadió que los legisladores deben dedicar todas sus energías este año a estabilizar los mercados financieros y que hay poco tiempo, puesto que se trata de un año electoral.
Paulson hizo eco al señalar durante una entrevista que superar la crisis crediticia es la prioridad del gobierno. "Salvo contadas excepciones, la mayor parte de este plan no debe ni será implementado hasta después de que las actuales dificultades del mercado hayan quedado atrás", aseveró. "Pero ahora tenemos la oportunidad de que la gente lo examine de forma amplia. De cierta manera, creo que es la ocasión propicia".
El sistema estadounidense de regulación financiera fue armado paso a paso en un esfuerzo impulsado principalmente por el pánico financiero de 1907 y la Gran Depresión de los años 30. Los detractores han reclamado que involucra a demasiadas agencias cuyas jurisdicciones se yuxtaponen y que deja demasiadas áreas sin cubrir. "Por donde mire, veo que la plomería [financiera] no ha cambiado para ajustarse a las nuevas realidades", dijo Paulson.
Detrás del plan propuesto por el Departamento del Tesoro hay dos grandes cambios. La Reserva Federal podría salir de todo esto con un aumento significativo en sus facultades para supervisar los mercados financieros. Se espera que Paulson recomiende que el banco central juegue un papel más preponderante como "regulador de la estabilidad de los mercados", con mayor autoridad sobre las empresas financieras.
Además, el plan elevaría el poder de los reguladores federales a costa de los reguladores estatales, en particular en la industria aseguradora. Es probable que esto genere oposición.
El plan de Paulson también contempla la fusión de algunas agencias de supervisión financiera, como la de la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) con la Comisión de Transacciones de Futuros de Commodities (CFTC). Bart Chilton, responsable de la CFTC, opina que la fusión con la SEC es un error. "La crisis de las hipotecas de alto riesgo (subprime) parece ser el resultado, al menos en parte, de una regulación laxa que permitió estándares crediticios inadecuados y productos exóticos de banca hipotecaria", señala. "Ahora, algunos de estos reguladores aseguran tener todas las respuestas y quieren dictar soluciones".
El plan de Paulson también incluye la desaparición de la Oficina de Supervisión de Ahorros (OTS), que regula las entidades federales de ahorro, en un plazo de dos años y su integración a la Oficina del Contralor de la Moneda, que regula a los bancos nacionales. La lógica de la fusión es que hoy en día hay muy poca diferencia entre las entidades de ahorro y préstamo y los bancos.
La propuesta del Tesoro se ha estado desarrollando desde el año pasado, pero ha adquirido una mayor prominencia desde el comienzo de la crisis inmobiliaria y la subsiguiente contracción del crédito. Los críticos han señalado que la laxa regulación a nivel federal y de estados contribuyó a exacerbar la crisis.
Una de las partes principales de la propuesta del Tesoro está dirigida a corregir errores pasados en la regulación del sector hipotecario. Paulson piensa hacer un llamado para la creación de un nuevo organismo, la Comisión de Originación de Hipotecas, según información divulgada por The New York Times. La nueva entidad establecería los estándares para las empresas hipotecarias en los estados.
Más allá de los cambios a corto y mediano plazo, el plan ha diseñado lo que, en opinión de sus autores, es la "estructura óptima" de supervisión financiera. Paulson manifestó que este "modelo aspiracional" sólo se alcanza "al cabo de muchos años".

La Fed sale ganadora; ojo con la letra chica
Por Greg Ip

En los últimos meses, la Reserva Federal de Estados Unidos ha sido vilipendiada por sus supuestos deslices regulatorios que agravaron la actual crisis del crédito. Sin embargo, parece que, a primera vista, el banco central estadounidense saldría como el gran ganador en el contexto del plan del Secretario del Tesoro de EE.UU. Henry Paulson para reformar la regulación financiera. En este mundo "óptimo", la Fed sería un superpolicía a cargo de velar por la estabilidad de todo el sistema financiero.
Sin embargo, el proyecto de Paulson es problemático para la Fed. Muchos de sus representantes dudan que la función que le ha sido otorgada (identificar y evitar una crisis) se pueda cumplir. Además, es posible que le conceda a la Fed más responsabilidad a la vez que le resta autoridad.
Paulson le quitaría a la Fed herramientas que la entidad considera esenciales para responder a una crisis, como la supervisión directa de los bancos y los conglomerados financieros, como Citigroup Inc. Asimismo, le da a la Fed herramientas inadecuadas para regular a los bancos de inversión, como Merrill Lynch.
"Supervisar los complicados productos de derivados de los bancos y del resto del sistema financiero podría representar un gigantesco desafío técnico", apunta Martin Feldstein, economista de la Universidad de Harvard y un prominente asesor del Partido Republicano que ha criticado en diversas ocasiones la supervisión de la Fed de los bancos. "Las mismas instituciones, que pagan altos sueldos y que se juegan su propia supervivencia, se equivocaron. ¿Acertaría la Fed?"
El banco central de EE.UU. fue fundado en 1913 en respuesta a las olas de pánico que desestabilizaban el sistema bancario. Entre sus herramientas básicas se encuentra la habilidad de prestarles a los bancos desde su ventanilla de descuento. Debido a que esto pone en riesgo el dinero de los contribuyentes, la Fed obtuvo un importante papel en la supervisión de esos bancos.
En vista de una nueva amenaza, su presidente, Ben Bernanke, y otros funcionarios han recalcado la importancia de mantener el papel del organismo en esta labor de control.
Arquitectura moderna
Los representantes del banco central tienen algunas dudas sobre el proyecto de Paulson, pero son reacios a expresarlas dada su convicción de que el frente unido que han mantenido con el Tesoro durante la crisis ha ayudado a estimular la confianza de los inversionistas. "El informe del Tesoro presenta un análisis muy oportuno y acertado y supone un importante primer paso en la compleja tarea de modernizar nuestra arquitectura financiera y regulatoria", dijo una vocera de la Fed.
El episodio de Bear Stearns ilustra lo difícil que sería para la Fed cumplir con su nueva función como protector de la estabilidad financiera. Ni Bear ni su regulador, la Comisión de Bolsa y Valores de EE.UU. (SEC), anticiparon la seriedad de la situación en que se encontraba la compañía sino hasta 24 horas antes de que la empresa se viera obligada a acogerse a la bancarrota. Es bastante improbable que la Fed, incluso con el acceso adicional a la información que Paulson le brindaría, se hubiera dado cuenta antes.
Aun así, la Fed sí ve la ventaja de desarrollar nuevas herramientas para lidiar con una crisis una vez que ésta estalla con toda su fuerza. OPINION

The Dollar and the Credit Crunch
By RONALD MCKINNON

We are all too familiar with the problem of mortgage credit associated with the slump in home prices. The great unresolved puzzle in today's financial crisis is why some other private credit markets are seizing up.
The financial press is full of stories about a shortage of the U.S. Treasury bonds necessary in the multitrillion-dollar interbank market as collateral for borrowing by illiquid banks. This shortage seems even stranger in the face of a large federal fiscal deficit ($237.5 billion in 2007) that continually increases the supply of new Treasurys.
This shortage of Treasurys, and the unexpected severity of the credit crunch, is linked to the flight from the dollar in the foreign exchanges.
The U.S. Federal Reserve has hastily cut short-term interest rates to just 2.25% in March 2008 from 5.25% in July 2007. Unsurprisingly, private capital inflows for financing the huge U.S. trade deficit have dried up. Hot money has flowed out of the U.S. into those countries (of which China is the most prominent) with currencies that are most likely to appreciate.
Foreign central banks (apart from those in Europe) are then induced to intervene, sometimes massively, to buy dollars in order to slow their currencies' appreciations. In 2007, China had the biggest overall reserve buildup of $460 billion. Other central banks, from the Gulf oil-producing states to Russia, Brazil and some smaller Latin American and Asian countries, have also intervened to accumulate dollar reserves.
A substantial proportion of these official reserves is invested in U.S. Treasurys. The Federal Reserve's Flow of Funds data (March 2008) show that in 2007 foreign central banks accumulated about $209 billion of U.S. Treasurys. Somewhat inconsistently, the Treasury's own data show an accumulation of $250 billion.
Although acute in 2007 and more so going into 2008, this drain of Treasurys was also very large from 2003 to 2005. By early 2004, the federal funds rate had been cut to just 1%, which also triggered a flight from the dollar -- at that time more into yen than renminbi. This previous episode of easy money and unduly low interest rates greatly aggravated both the U.S. housing bubble and the more general overleveraging of the American financial system from 2003 to 2006.
In 2007-08, the crash in housing and the implosion of over-leveraged hedge funds, special investment vehicles and so on, has increased counterparty risk in most financial transacting. Illiquid financial institutions cannot effectively bid for funds by putting up suspect private bonds or loans as collateral. Unsurprisingly, there is a "flight to quality" that increases the private domestic demand for Treasurys. But this is happening at a time when the flight from the dollar in the foreign exchanges has greatly reduced their supply.
This increased demand coupled with a fall in supply helps explains why, in the midst of a U.S. credit squeeze with higher interest rates on private financial instruments, nominal interest rates on U.S. Treasury bonds have fallen to surprisingly low levels. Despite substantial ongoing U.S. price inflation of 4.3% in the consumer price index and 6.4% in the producer price index, Treasury yields are less than 1% on a three-month bill, 1.32% on a two-year note, and 3.5% on the benchmark 10-year bonds. There are even reports of effectively negative nominal yields on certain very short-term Treasurys. The real yield on Treasury Inflation Protected Securities has turned negative. (See chart.)

So we have a paradox. Despite the financial turmoil in the U.S. and its government's not-so-strong fiscal position, with huge contingent liabilities for guaranteeing private and public pensions as well as bailing out failing banks, its credit standing has strengthened. The fact that the U.S. government can market Treasury bonds at insultingly low interest rates at least provides an argument for using fiscal stimuli -- such as the $160 billion tax rebate passed in February 2008 -- to prop up the sagging U.S. economy.
Beginning on March 27, the Fed offered to lend banks and bond dealers as much as $200 billion of Treasurys from its own portfolio for up to 28 days, in return for a variety of collateral. The Fed was responding to complaints from dealers of a shortage of Treasurys in the interbank markets, but without recognizing that the root cause was the flight from the dollar in the foreign exchanges.
In the 1970s under the dollar standard, episodes of a weak and depreciating dollar led to monetary explosions in foreign trading partners, with world-wide inflationary consequences. Now, the inflation threat to the U.S. could be aggravated if foreign central banks intervene to prevent their currencies from appreciating too fast and overly expand their money supplies.
Stabilizing the dollar in the foreign exchanges and encouraging the return of flight capital to the U.S. will require two things. The first is to convince the U.S. Federal Reserve that continually cutting interest rates and expanding the U.S. monetary base is not the appropriate response to today's credit crunch; rather it triggers a vicious cycle.
The Fed responds to the credit crunch by cutting interest rates, which would be the seemingly correct textbook strategy if the economy were closed and the foreign exchanges could be ignored. But the economy is open, and capital flies out of the country. Because of the unique position of the U.S. at the center of the world dollar standard, the drain of Treasurys -- the prime collateral in impacted credit markets -- exacerbates the credit crunch, and monetary expansion abroad worsens world-wide inflation. The Fed then further expands in response to the tightening of U.S. credit markets.
The second component of a strong dollar policy is more direct action on exchange rates. At the very least, China bashing as a means to force dollar depreciation against the renminbi should end. The U.S. government should also cooperate with central banks in Europe, Japan, Canada and elsewhere to stabilize the sinking dollar.
The best solution to the current crisis is to stop the flight from the dollar. This would be beneficial beyond relieving the drain of Treasurys and relaxing the crunch in American credit markets. Letting the dollar depreciate without any convincing action to secure its long-term value against other major currencies undermines confidence in the dollar's long-term purchasing power. It also lets the inflation genie out of the bottle, and makes a return to 1970s-style stagflation look imminent.
Mr. McKinnon is a professor at Stanford University and a senior fellow at the Stanford Institution for Economic Policy Research.

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