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“Es muy importante cuidar la naturaleza y el lenguaje porque son una parte fundamental de todos nosotros”, advirtió la Premio Nobel de la Paz a su arribo a nuestra ciudad.- (Foto Carlos Navarrete)
Los indígenas del mundo necesitan economías solidarias y fuentes de trabajo para que puedan salir adelante y superar los problemas que acarrea la pobreza, señaló la Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú Tun, a su llegada a la ciudad de Mérida.
La ex candidata presidencial de Guatemala subrayó que las grandes economías mundiales no beneficiarán a los indígenas regalándoles recursos, sino dándoles trabajo porque sólo así se podrá superar la pobreza.
“La cuestión ahora es pobreza o riqueza, o comes o no comes, o tienes o no tienes; por eso con más razón creo en la solidaridad para beneficiar a la gente, pero ofreciéndoles trabajo, empleos, no regalos”, apuntó.
Menchú Tun arribó a Yucatán ayer alrededor de las 17:30 horas, en medio de un inusual movimiento en los hangares del aeropuerto internacional de la ciudad de Mérida, donde fue recibida por el Secretario General de Gobierno, Rolando Zapata Bello; la presidenta del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), Guadalupe Ortega Pacheco; el director del DIF-Yucatán, Tirso Suárez Sahuí; y el Secretario de Fomento Agropecuario, Alejandro Menéndez Bojórquez.
De inmediato fue trasladada al hotel Fiesta Americana donde al arribar respondió algunas preguntas de los periodistas que aguardaban su arribo.
—¿Qué opinión le merece estar en Yucatán? ¿Cómo califica la cultura maya de aquí?
—A Yucatán le tengo una gran reverencia por los ancestros, por la mística. Yo tengo muchas ilusiones puestas en esta tierra y vengo a engrandecer mi visión y los conceptos mesoamericanos de nuestros ancestros. Aquí es como si llegara a mi casa.
—¿Cuáles son los más grandes problemas por los que aún atraviesan los indígenas de América?
—Creo que en general no sólo los indígenas, sino todos, es que ahora ya no hay una gran autoestima; ya no se tiene fe; la gente ya no valora lo que es. Y para mí hay problemas fundamentales que resolver como el que la gente no tiene trabajo, pero sí se le da de seguro vive.
La también Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional agregó que al no haber trabajo para los oprimidos y los indígenas, el dinero, “la moneda del sistema económico internacional no llega a las comunidades y no hay recursos económicos, lo que genera un abandono muy fuerte”.
Sin embargo, se manifestó convencida de que los problemas no sólo hay que plantearlos, sino que también hay que analizar las potencialidades de los pueblos, donde si hubiera empleo podría generarse riqueza y “ahí tenemos mucho de qué hablar”.
Menchú Tun se refirió asimismo a la necesidad de preservar el idioma de las etnias, junto con la conservación y la salvación de sus ecosistemas. “Es muy importante cuidar la naturaleza y el lenguaje porque son una parte fundamental de todos nosotros”, apuntó.
Afirmó que a los indígenas no hay que mirarlos ni medirles conforme a los conceptos occidentales, porque conforman un sistema diferente. A manera de ejemplo de lo anterior, comentó que las etnias trabajan mucho en la prevención.
“Tengo esperanza de que los niños indígenas aún puedan verse beneficiados con esa herencia cultural de sus antepasados y que los ancianos puedan entregar esa cultura milenaria y sean vistos no sólo como los guías sociales, sino espirituales”, asentó.
Menchú Tun ofrecerá hoy a las seis de la tarde una conferencia de prensa en el hotel donde se hospedó y a las 19:30 horas dictará la conferencia “Mujeres Yucatecas Unidas por un Futuro Común” en el Centro de Convenciones Siglo XXI con entrada libre.
Anoche, la gobernadora Ivonne Ortega Pacheco y su gabinete ofrecieron una cena a la distinguida visitante en el restaurante Los Almendros.
La indígena guatemalteca nación en Uspantán, Departamento de El Quiché, el 9 de enero de 1959. Es miembro del grupo Quiché-Maya, Embajadora de Buena Voluntad de la Unesco y Premio Nóbel de la Paz y Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional.
Es hija de Vicente Menchú Pérez y Juana Tum Kótoja’, dos personajes muy respetados en su comunidad. Su padre fue supuestamente un activista en la defensa de las tierras y los derechos indígenas y Juana Tum Kótoja’, indígena experta en los saberes de los partos (tradición indígena pasada de generación en generación, generalmente realizada en zonas rurales donde no llegan los servicios médicos).
El 12 de febrero de 2007 anunció que se postularía para la presidencia en las elecciones de Guatemala. Su esperanza de ser electa y ser la primera mujer en ocupar el cargo en su país, la primera indígena en América Latina después de Benito Juárez García y el actual presidente boliviano Evo Morales, y también de ser la tercera Premio Nóbel del mundo en ocupar la presidencia de una nación, después del Costarricense Oscar Arias y del israeli Shimon Peres, no pudo hacerse realidad. En las elecciones generales del 9 de septiembre de 2007 sólo obtuvo el 2.7% de los votos.
El Premio Nóbel le fue otorgado en reconocimiento de su trabajo por la justicia social y reconciliación etno-cultural basado en el respeto a los derechos de los indígenas, coincidiendo con el quinto centenario de la llegada de Colón a América, y con la declaración de 1993 como Año Internacional de los Pueblos Indios.
Cuando recibió el Premio Nóbel de Paz reivindicó los derechos históricos negados a los pueblos indígenas y denunció la persecución sufrida desde la llegada de los europeos al continente americano, momento en que concluyó una civilización plenamente desarrollada en todos los ámbitos del conocimiento; finalmente reflejó la necesidad de paz, desmilitarización y la justicia social en su país, Guatemala, así como el respeto por la naturaleza y la igualdad para las mujeres.
Gran parte de la popularidad de su obra le vino de su libro autobiográfico de 1982-1983 “Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia”, obra que realmente fue escrita por Elisabeth Burgos a partir de las conversaciones con esta mujer. Sin embargo, en el libro Menchú Tun explica cómo comenzó a trabajar en una finca de café a los cinco años de edad, en condiciones pésimas que fueron la causa de la muerte de hermanos y amigos suyos. Recibió cierta educación católica.
Ya adulta participó en protestas contra el régimen militar por sus abusos contra los derechos humanos. La Guerra civil de Guatemala tuvo lugar entre 1962 y 1996, aunque la violencia estalló años antes. La violencia la forzó al exilio a México en 1981. Aquel mismo año, su padre fue asesinado en la embajada española en la Ciudad de Guatemala. En 1991 participó en la preparación de la declaración de los derechos de los pueblos indígenas por parte de las Naciones Unidas.
Una vez finalizada la guerra civil intentó llevar a los tribunales españoles a políticos y militares por haber asesinado a ciudadanos españoles, y por genocidio contra el pueblo maya de Guatemala. Las acusaciones incluyeron al dictador ex militar y candidato a la presidencia Efraín Ríos Montt.
En 1998 fue galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional, junto con Fatiha Boudiaf, Fatana Ishaq Gailani, Somaly Mam, Emma Bonino, Graça Machel y Olayinka Koso-Thomas por su trabajo, por separado, en defensa y dignificación de la mujer.
Recientemente se involucró con la industria farmacéutica mexicana como presidenta de la compañía “Salud para Todos”, con la finalidad de proveer de medicinas genéricas a los indígenas guatemaltecos.
(Rafael Gómez Chi)
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