Italia: Elecciones amafiadas
Roma (apro).- Desde el nacimiento de la República (1946), el crimen organizado ha condicionado el voto en el sur de Italia: la Mafia y la Cosa Nostra, en Sicilia; la Camorra, en la Campania –particularmente en su capital, Nápoles--; la Sacra Corona Unita, en la Apulia, y la ‘Ndranghetta --actualmente la organización criminal más poderosa--, en la región de la Calabria.El germen y el desarrollo de las mafias se deben a la larga ausencia del Estado en la zona meridional del país. Los caciques o los “capos” fueron por decenios los reales detentadores del poder en esa parte del país, debido en gran parte a la tardía formación del Estado nacional italiano (1865-1870).La evolución de este fenómeno fue tal que durante la Segunda Guerra Mundial las fuerzas aliadas recurrieron a la mafia siciliana para organizar el desembarco anglo-estadunidense en la isla. “Cosa Nostra reaparece en Sicilia en 1943 (…) Estados Unidos aprovechó las relaciones que había entre las mafias ítalo-americana y siciliana para preparar el terreno del desembarco en Sicilia”, dice un reporte de la Comisión Parlamentaria Antimafia.En la segunda mitad de los años 40, durante el nacimiento de la República italiana, la mafia se convirtió en un instrumento de la clase política y ésta en un instrumento de aquélla. La razón: los clanes mafiosos controlaban cientos de miles de votos a los que la emergente clase política no podía permitirse el lujo de renunciar. El llamado “scambio” (intercambio) de votos por privilegios a los clanes mafiosos (impunidad, cargos y concesiones públicas son sólo algunos de ellos), es el eficiente mecanismo que ha permitido mantener en vida esta perversa relación, de la que ni mafiosos ni políticos pueden quejarse.El desaparecido Partido Demócrata Cristiano impuso su ley en el sur de Italia durante casi cinco lustros, mientras que, en los últimos años, la coalición de centro derecha, hoy Partido de la Libertad (PDL), ha terminado por apoderarse materialmente de Sicilia: todos los puestos de elección popular de la isla --a nivel nacional y local-- están en sus manos.Al mismo tiempo, a las mafias no les ha ido mal. Según la Confederación de Comerciantes e Industriales (Confesercente), el crimen organizado italiano factura algo así como 90 mil millones de euros al año, suma que equivale al 7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de Italia.Para la “economía del crimen”, las crisis no existen. Gracias a sus estrechas relaciones con la política, las mafias viven un eterno boom económico que, después de las elecciones del próximo 13 y 14 de abril, podría ser aún más florido. De ganar sus candidatos, las empresas propiedad del crimen organizado podrían adjudicarse importantes obras públicas, como las destinadas a desarrollar el sur del país: 100 mil millones de euros es la suma que ha destinado la Comunidad Europea, de 2007 a 2013, para este fin. Con el siempre puntual apoyo de la política y con sus consabidas prácticas, duplicar o cuadriplicar los presupuestos iniciales y comenzar obras que pueden durar decenios o nunca concluir, las empresas mafiosas podrían echarse a la bolsa gran parte de esta suma. “No sé cuanto tiempo tomó construir los acueductos romanos, pero ciertamente menos que la construcción de la autopista Salerno-Reggio Calabria”, dijo irónicamente Walter Veltroni, candidato a Primer Ministro por el Partido Demócrata, al señalar que, después de 20 años, ésta autopista sigue inconclusa.
Control del electorado
Inducir el voto en la zona más pobre de Italia (la desocupación en el sur del país alcanza el 22.2 por ciento) nunca ha representado un problema para las mafias y sus compinches de la política. El empresario napolitano Achille Lauro repartió en una ocasión un zapato nuevo con la promesa que entregar el segundo una vez ganadas las elecciones.Roberto Saviano, un periodista que vive las 24 horas del día con una escolta y autor del libro Gomorra, en el que no sólo da los nombres de los “capos” mafiosos, sino los detalles de sus múltiples negocios, comenta: “Cuando era niño, el voto de intercambio era mucho más rentable. Un voto era igual a un trabajo en una oficina pública. Más tarde fue intercambiado por tres boletas de teléfono y tres de luz; después, por un teléfono celular y, en las últimas elecciones, por 50 euros porque, al parecer, el voto ha perdido valor”. Saviano explica que la desesperación de la gente que vende su voto es inversamente proporcional a la potencia de la “gran empresa” que somete a esta gente.En últimos años, por motivos de infiltración mafiosa, 172 administraciones municipales y regionales del sur del país han sido disueltas.Salvatore Cuffaro, presidente de la región siciliana y uno de los pilares de la PDL en la isla, renunció a su cargo después de que, hace más de un mes, le fue confirmada la sentencia a cinco años de cárcel por haber favorecido a un jefe mafioso.A pesar de que esto es ilícito y afecta la estabilidad de las instituciones, no parecer importar a la clase política. La razón: sin el apoyo del crimen organizado ningún partido podría ganar las elecciones en el sur de Italia. El agente del Ministerio Público, Niocola Gratteri afirma que en algunas importantes alcaldías de la Calabria, la ‘Ndranghetta controla el 20 por ciento de las preferencias electorales, mientras que en Nápoles, según el sociólogo Amato Lamberti, existe una joint venture criminal, integrada por camorristas, empresarios y políticos sin escrúpulos, que controla al menos el 10 por ciento del electorado de la región. Las cosas en Sicilia no son muy diferentes. El vicepresidente de la Comisión Antimafia, Bepe Lumia, afirma: “Cosa Nostra controla en Palermo unos 150 mil votos, pero sólo hasta el final de la campaña puede conocerse su real peso político porque es sólo hasta ese momento, sabiéndose fuerte, cuando la mafia envía sus tradicionales señales”.La ‘Ndranghetta, la camorra y la mafia constituyen actualmente un poder que controla directamente una tercera parte del país. Saviano subraya que se trata de “un poder que decide con qué partido o coalición política aliarse”. Explica que estas organizaciones dominan en su territorio el quehacer político sin requerir alguna “cobertura” de instituciones nacionales, debido a que “son infinitamente más poderosas que en el pasado”. De hecho, la Unión de Demócratas Cristianos (UDC), que en estas elecciones se presenta fuera de la coalición de centro derecha, es el partido que presenta como candidatos el mayor número de presuntos o verdaderos mafiosos.Además de Salvatore Cuffaro, en sus listas aparece el nombre de Salvatore Cintola, una persona que el mafioso Giovanni Brusca (quien activó la bomba que asesino al juez Giovanni Falcone) definió como un “amigo cercano”. También están, entre otros, Luigi Vallone, un político que la policía monitoreó durante mucho tiempo con el propósito de capturar al súper capo Bernardo Provenzano; Rudy Maira, procesado y absuelto en un juicio en el que se le imputaron vínculos con la mafia; Nino Dini, a quien un arrepentido, Nino Giufré, señaló como uno de los mediadores entre Provenzano y la policía regional. La coalición de centro derecha (PDL) –que encabeza el exprimer ministro Silvio Berlusconi-- tampoco está libre de pecado. En sus listas se encuentran estos nombres: Franco Iona, primo del capo Guirino Iona; Gaetano Rao, sobrino de don Peppino Pesce, un viejo capo del clan Rosarno; Pino Firrarello, sobre el cual pesa una condena penal de primera instancia; Antonio D'Ali, quien dio un empleo al prófugo de la justicia Matteo Messina Denaro, y Gabriella Giammanco, sobrina de Vincenzo Giammanco, socio y prestanombre del capo Bernardo Provenzano.Gaspare Giudice, absuelto en un proceso por asociación mafiosa, y Renato Schifani, posible futuro Ministro del Interno, quien fuera socio de una compañía en la que figuraban los nombres de los capos Nino Mandalá y Benny d'Agostino, un íntimo del capo de capos Michele Greco, también aparecen en las listas de la coalición de centro derecha. No obstante lo dicho por Veltroni, en las listas de su partido, el PD, tampoco faltan los personajes de dudosa reputación. Mirello Crisafulli, quien fue filmado mientras discutía de concesiones y favores con el capo Raffaele Bevilacqua, es uno de ellos. También es el caso de Bartolo Cipriano, exmiembro de una administración disuelta en 2005 por infiltración mafiosa. Pero la candidatura que mayor sorpresa ha causado es la de María Grazia Laganá, viuda de Francesco Fortugno, exvicepresidente de la Región de Calabria, asesinado por la mafia y quien estaba sometido a juicio por fraude al Estado inscrito en el marco de una investigación relacionada con la infiltración mafiosa durante su administración. A pesar del arresto de todos los grandes capos y las cientos de vidas que esto ha costado --los jueces Giovanni Falcone y Paolo Bosellino, ambos asesinados por la mafia, son el símbolo de esta lucha--, la relación entre la clase política y el crimen organizado es uno de los grandes problemas de la democracia italiana que este domingo 13 y lunes 14 celebrará elecciones. (14 de abril de 2008)
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