Carlos Fernández-Vega
Germán Larrea comparecerá ante el MP
La telenovela gubernamental sobre la “reforma” petrolera, peor que las transmitidas por Televisa, sigue al aire. Apenas cinco días atrás urgía la aprobación de la iniciativa calderonista, dado que “no tenemos mucho tiempo para seguir discutiendo (y) estamos perdiendo oportunidades”, cuando ahora la secretaria de Energía, Georgina Kessel, sostiene que “la prisa no es una de las características que deben marcar los tiempos de discusión de la reforma petrolera”, pues “es un tema que debemos analizar con cuidado”.
Trompicón tras trompicón, la “estrategia” gubernamental para la “reforma” petrolera ha sido tan sólida y resultona como la aseveración del inquilino de Los Pinos, sus funcionarios y jilgueros, de que tal iniciativa “no pretende privatizar” a la industria petrolera nacional.
La secretaria Kessel fue la primera en ponerle fecha a la presentación de la “reforma” calderonista: “en marzo”, dijo convencida, para inmediatamente después ser desmentida por el equipo para quien trabaja. Más adelante, que ya no sería iniciativa, sino sólo un “diagnóstico” y que correspondería a los legisladores panistas presentar ante sus pares las “propuestas conducentes” para “fortalecer” a Petróleos Mexicanos. Lo demás es conocido: que serían los diputados, después los senadores, posteriormente ambos y en seguida las dos bancadas blanquiazules más el inquilino de Los Pinos, para que al final de cuentas éste oficialmente la enviara al Congreso por la puerta de atrás, los legisladores quedaran en el aire y la señora Georgina limitara su papel al de simple tameme de la “continuidad”.
En cinco días, pues, un giro retórico de 180 grados. Entrevistada por La Jornada, a la secretaria de Energía se le pregunta: “¿Cuál es su posición acerca de la discusión sobre el tiempo necesario para debatir la reforma de Pemex: 50 o 120 días?”, y ella responde que “lo más importante es que nos sentemos a trabajar, que nos sentemos a analizar la problemática de Pemex, que discutamos cuáles son las opciones que tenemos disponibles para poder fortalecer a nuestra empresa estatal”. “–¿Usted qué piensa acerca de abrir una discusión prolongada o incluso de un referendo, como se ha propuesto?... –Creo que éste es un tema muy importante para el país que debemos de analizar con cuidado, porque estamos tomando decisiones que van a impactar no tanto a nuestra generación, sino a las generaciones futuras. Sentémonos a revisar, a analizar y a tomar decisiones”. Entonces, no deje de ver el siguiente capítulo –“de urge de urgir, a la cosa es calmada”– de esta tenebrosa cuan mal hecha telenovela.
Si de culebrones se trata, allí está el protagonizado por el otrora confiado y sereno gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, quien ya siente que algo falla. Sus optimistas declaraciones de enero-febrero sobre el “nulo” impacto de la “reforma” fiscal –gasolinazo incluido– en el índice de precios al consumidor, se han transformado, en abril, en sensibles advertencias sobre la creciente presión que esa “inocua reforma” ejerce sobre la inflación.
En su más reciente informe sobre el tema, divulgado ayer, la institución que preside Ortiz advierte: “la trayectoria reciente de la inflación, general y subyacente, se ha ubicado dentro del rango previsto por el Banco de México desde el año pasado. Sin embargo, durante los primeros meses del presente año (es decir, los del discurso optimista y la inocuidad de la “reforma”), los incrementos observados de los precios de la mayoría de los alimentos y de las materias primas han sido considerablemente mayores a los anticipados. Asimismo, los impactos de la reforma tributaria sobre algunos precios ya comenzaron a manifestarse. Por ello, se esperan niveles de inflación superiores en los próximos meses. En consecuencia, el Banco revisará sus proyecciones en el próximo Informe de Inflación. Es oportuno reiterar, por otra parte, que el proceso de formación de precios y salarios todavía no presenta señales de una contaminación”.
Otro giro de 180 grados, y del discurso triunfalista se pasa a lo que los consumidores registran y resienten incluso desde antes de que el gasolinazo entrara en vigor, pero que el Banco de México y jilgueros conexos reiteradamente negaron. Así, el organismo bancario subraya en su reporte que “el panorama descrito anteriormente es complejo. Por una parte, continúan elevándose las presiones inflacionarias en el mundo y en México, aunque cabe señalar que, pese a la magnitud de los choques, México ha experimentado una menor inflación que muchos otros países. Por la otra, han aumentado considerablemente los riesgos para la economía de nuestro país asociados a la recesión en Estados Unidos”, o lo que es lo mismo, el “catarrito” diagnosticado por el secretario de Hacienda, Agustín Carstens.
Las rebanadas del pastel
Producto de sus tradicionales arrebatos, el presidente del Grupo México logró lo que prácticamente nadie: que obligadamente se apersone ante la autoridad judicial, so pena de ser presentado al Ministerio Público mediante el uso de la fuerza pública. Resulta que semanas atrás el sindicato minero y las viudas de Pasta de Conchos desplegaron algunas “mantas” con la siguiente leyenda: “Germán Larrea, los trabajadores mineros y las viudas de Pasta de Conchos jamás te olvidaremos. Asesino”. Al llamado rey del cobre nada le gustó el calificativo y ordenó iniciar una querella en contra de tan osados trabajadores, cuyo resultado concreto es que Larrea fue citado para comparecer (próximo miércoles 23 de abril, a las 10 horas) ante el agente del Ministerio Público de la Unidad de Investigación Sin Detenido 02 de la Agencia Investigadora 50 de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal. Lo anterior, “apercibido de que si no se presenta ante esta representación social el día y hora indicados se impondrá como medida de apremio el uso de la fuerza pública, consistente en la presentación por parte de elementos de la Policía Judicial del distrito Federal”, según lo establece el respectivo citatorio de la averiguación previa FACI/50/T1/467/08-04. A él que tanto le gusta dar la cara, responder por sus excesos y rozarse con los medios de comunicación.
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