Por Enrique Cisneros
Los medios de comunicación comerciales manipulan la información para minimizar la incidencia de la lucha popular, haciendo creer que los triunfos que está logrando el movimiento en la defensa del petróleo, son porque un puñado de congresistas, tomaron las tribunas de la Cámara de Diputados y del Senado.
El gobierno panista y gran parte de las huestes priístas no pudieron aprobar por vía rápida (“fast track”) el proyecto privatizador que envió Felipe Calderón, porque la movilización popular logró dividir a los dirigentes priístas, no pudiendo tener los votos necesarios para alcanzar el objetivo calderonista. Además, los mismos panistas comprendieron que crecía la ola popular, al grado de que podía convertirse en un maremoto.
Sin menospreciar a los diputados y senadores del Frente Amplio Progresista que de manera honesta y decidida tomaron la tribuna, hay que dejar claro que si la gente no hubiera estado en las calles y el movimiento no hubiera mostrado su fuerza, siempre en ascenso, el PRIAN y los salinistas (Chuchos), hubieran sacado la reforma como le hicieron cuando aprobaron los cambios a la Ley del IMSS, cuando los granaderos les abrieron paso a los congresistas y mayoritearon a los pocos que se opusieron. Los congresistas sabían que los líderes sindicales se encargarían de enfriar el descontento de los trabajadores.
Si la fuerza central estuviera en las tomas de las tribunas, los del PRIAN no se hubieran atrevido a sesionar en espacios alternos para aprobar cambios a leyes, como la de adquisiciones, que se aprobó sin siquiera hacer una lectura, abriendo de manera ventajosa a las trasnacionales, espacios que antes tenían cerrados o limitados.
Los medios de desinformación comerciales han dirigido sus baterías a las tomas de las tribunas, creyendo que con eso engañarán a los trabajadores, que concluirá que los congresistas suplantarán a la lucha popular. Igualmente la solución la enfocan como la realización de un diálogo de 70 días, entre congresistas, claro.
Es tal la manipulación de los medios comerciales que ahora pregonan que la toma de las tribunas fue porque los del FAP se negaron a dialogar.
Pero los trabajadores tienen claro que el problema no radica en lo que suceda con esas tomas, que a como va la relación de fuerzas dentro del FAP, pueden levantarse en cualquier momento, con la negociación de 70 días de debate (sin mayor compromiso) y sin haber sacado el acuerdo de que no se haga un período extraordinario de sesiones. Pero más allá de lo que hagan los congresistas, va en aumento el rechazo popular a la privatización de PEMEX.
Esto se verá en la marcha-mítin que se realizará el próximo domingo 27, cuando cientos de miles concurran al Zócalo, inclusive, por sobre de la estructura de “Adelitas” y “Juanes” que Andrés Manuel López Obrador controla.
Más allá del “estira y afloja” de los congresistas, la lucha popular ha ganado tiempo y desde luego detuvo la aprobación vía rápida, pero el triunfo o derrota va a depender, no de un debate, sino de la capacidad para trasformar en organización lo que se desprenda de la conciencia masiva, de que la propuesta de Calderón es un robo a la nación.
En el movimiento del CGH, cuando la huelga universitaria del 99-2000, los medios masivos de desinformación comerciales trataron de engañar a los mexicanos con el cuento de que era necesario cobrar en la UNAM para que siguiera subsistiendo, pues con 20 centavos que se pagaba de inscripción no era posible sostenerla. Este argumento sonaba lógico. Cuando se obligó a las autoridades a debatir, quedaron claras, ante el pueblo y los universitarios lo que había detrás de ese falso argumento. Algo semejante ocurrirá con el debate que se supone se hará sobre el petróleo, siempre y cuando no se dé tan sólo entre especialistas y se encierre en las paredes del congreso.
Y aún más, si el debate trasciende, esta lucha no se podrá ganar si se mantiene la táctica de ponerle una camisa de fuerza a la iniciativa popular. Pretextos van a sobrar: que la lucha es pacífica, que hay que impedir la acción de los provocadores, etc., etc., etc. Setenta días pueden diluirse si no se permite la verdadera acción y organización popular, que de manera horizontal crezca y se articule con las demás luchas que se dan en el país.
Y estas luchas no son menores. La CNTE , por ejemplo, con su constancia ha logrado romperle la columna vertebral al poder del gordillismo, uno de los principales pilares de Calderón y sus huestes. La CNTE se ha propuesto una ofensiva que va más allá de la lucha meramente sindical: en los próximos días los veremos en las calles en el “paro cívico” del 30 de abril, 1º y 2 de mayo, previo a férreas movilizaciones en torno al 15 de mayo. Esto incluye el resurgimiento de la APPO en Oaxaca y las movilizaciones y acciones, sobre todo en Michoacán, Chiapas, Guerrero, Yucatán y otros estados.
El 1º de mayo también será escenario de movilizaciones que presagian cambios importantes en las luchas obreras y lo mismo acontecerá en sectores campesinos y estudiantiles: el próximo lunes los normalistas rurales de la FECSM se movilizarán en la ciudad de México.
En la capital y otras partes de la república el pueblo va a tomar las calles, las carreteras, los aeropuertos, las casetas y muchos espacios más; pero no basta, hay articular y organizar, de manera horizontal, sin caudillos (por muy honestos que sean) que limiten las opciones de la verdadera organización popular.
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