lunes, mayo 26, 2008

Aunque todavía la mayoría no quiera percatarse de sus funestas consecuencias

María Teresa Jardí

Es de suponer que hasta para los voluntariamente ciegos empieza a hacerse ya evidente que la colección de impactantes asesinatos con cabezas cortadas incluidas, que cobijados por la impunidad se cometen en México diariamente, asesinatos que rebasan, un día sí y otro también ---con muchos asesinados--- los cometidos por el asesino imperio yanqui en contra del ocupado pueblo iraquí, nada tienen que ver con la lucha frontal en contra de criminales que en el mejor de los casos demostrarían que son los que mandan y que nada tienen que hacer los que los persiguen, Ejército Nacional, incluido. Es falso, es mentira. De terrorismo de Estado hablan las ejecuciones en México.

La violencia que vive el país es la inherente a todo terrorismo de Estado. Violencia falsamente vendida como producida por grupos criminales dado el combate “exitoso” de los cuerpos policiacos y militares. Mentiroso argumento.
Violencia decidida, aquí por el usurpador, en otros lados por el dictador, en aras de que la clase media, pasto del fascismo siempre, exija a gritos el orden que se da con la represión, que es lo que busca imponer, como el siguiente, la derecha abominablemente entreguista que en el PAN anida. Apoyada por el PRI y por el PRD, también hay que decirlo.
Violencia producida por la derecha fascista con un usurpador impuesto en el Poder Ejecutivo como la cabeza aunque tampoco sea el que mande ni decida, con un indiano en Gobernación con mucho más poder que el anterior, dinero habla cuando la corrupción es la regla, con una cacique sindical convertida en dueña de la Secretaría de Educación, con intelectuales al servicio del sistema, los que incluso se inventan viajes, cuando de plano no se sienten capaces de defender, como hacen otros afines, sin rubor las violaciones constitucionales.
Y, por eso, se les cae todo lo que fingen hacer. Son ellos: el usurpador y su pandilla, pederastas y asesinos incluidos, los que encaprichados en rematar los bienes de la nación mexicana. Los pocos bienes que les quedan a los mexicanos pobres para vivir, aunque sea un poco menos miserablemente. Son los fecalistas que también son salinistas los que para deshacerse de todo en contra de la opinión de millones de mexicanos y a sabiendas de que sólo lo van a poder hacer con una brutal represión, aparejada al remate final de la nación mexicana, producen la violencia como uno de los motores, el otro es aceitar las manos y abultar los bolsillos del dúopolio telecrático y sus similares, para lograr el fin lo que se han propuesto como traidores a la patria que son los abominables entreguistas que hoy usurpan el poder en México desde la usurpada presidencia de la república, desde el extranjero e incluso escribiendo libros.
Rematado está México desde Salinas. Decisión tomada desde más atrás con Echeverría dando la orden de que se bajara la educación escolarizada para llegar a los niveles de analfabetismo que hoy a los mexicanos nos caracterizan.
Para reprimir se genera la violencia desde el usurpado asiento presidencial. La violencia necesaria para que las clases altas y medias igual de analfabetas que el pueblo y además asustadas por la posibilidad de perder el falso confort que les brinda la corrupción que impera, útil violencia, para que altas y medias clases, fácil pasto del fascismo, como la historia ha demostrado, exijan a gritos, a los mismos que la producen, el control de la violencia, sin hacer ni el menor esfuerzo por buscar el origen de la misma, que es claro, clarísimo, en cualquier país donde lo mismo ha sucedido y diáfano en México, que tiene como centro productor la cabeza del desgobierno usurpador único beneficiado para concretizar sus bastardos planes en contra de México.
Los impunemente ejecutados mexicanos --- muchos, muchísimos, es evidente que cuando la putrefacción de un país empieza en la cabeza, la misma, como la humedad, recorre el organismo y llega hasta a los pies --- son parte integrante del siniestro PLAN MEXICO.
Se trata de que se acepte sin chistar la instauración del, nunca suficientes veces, maldito: PLAN MEXICO, el que disfrazado de Iniciativa Mérida y cobijado por la apatrida Ley GESTAPO, ya está aquí aunque todavía la mayoría no alcance a percatarse de sus funestas consecuencias.

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