CRISIS ALIMENTARIA
El impacto mundial de la escasez en alimentos básicos no es algo nuevo, desde hace varios años se han levantado voces de alarma en torno al tema, sin embargo, sus efectos tangibles cada vez más evidentes, han empezado a poner el tema sobre las mesas de los gobiernos y los organismos internacionales. Ante esto, veamos en dónde está parado nuestro país.
La política económica nacional de los últimos gobiernos se dirigió al campo sólo con mínimos apoyos subsidiarios más con el enfoque de desarrollo social y combate a la pobreza que con la idea de una reactivación real al sector primario de la economía; el discurso de que no se podía apoyar al campo porque de por sí no era productivo, ni competitivo frente a economías extranjeras, abrió las puertas de par en par a la importación de básicos.
Si podemos comprarlo de qué nos preocupamos, que otros lo produzcan, parecían pensar los ideólogos de esta perspectiva económica, llevando al país a una alta dependencia de los mercados internacionales, que actualmente se traduce en que México importa 30% de su consumo de maíz amarillo; 95% de soya; 65% del trigo para pan; y 30% del sorgo para ganado -según la Confederación Nacional Campesina-.
Esta dependencia ha implicado, e implicará aun más, que el impacto de la crisis mundial sea directo al interior de nuestras fronteras, no existe una medida de protección posible frente a los fenómenos externos, y el gobierno puede limitarse tan sólo a mitigar con medidas subsidiarias dichos impactos. El mismo gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, lo ha admitido al afirmar que si no fuera por esos subsidios el impacto sería mucho mayor y, la inflación, que se ha salido de las proyecciones del gobierno, impactaría aun más los precios.
En otros países los gobiernos tienen mayores márgenes de acción, limitan la salida de su propia producción y fijan estándares en precios para que su población no se vea tan afectada por la carestía mundial; como resultado de esto, los países importadores tienen menos oferta en el mercado para adquirir sus básicos, estos tienden a la especulación y, como ya ha sucedido, son comprados a futuro por grandes inversionistas que terminan teniendo el control del abasto mundial.
Entonces los países sólo tienen un acceso seguro y controlado a sus propias producciones, pero en México, no la tenemos, o no de manera suficiente como para cubrir las necesidades básicas; actualmente las cifras ya son alarmantes, 44 millones de compatriotas viven con menos de 10 dólares diarios, y no sólo se trata de la pobreza rural, en medios urbanos la situación es también grave; 5 millones de habitantes de las grandes ciudades no gana lo suficiente para pagar su alimento diario, poco más de 10 millones no satisfacen sus necesidades de educación y salud, y poco más de 20 millones no satisfacen sus necesidades de vivienda, transporte y vestido.
Al aumentar los precios de los alimentos, las prioridades de las familias cambiarán y tendrá que cubrir la alimentación dejando de lado otras necesidades básicas como la educación, la salud y la vivienda, lo que impactará fuertemente en su nivel de vida y pondrá en peligro la protección de sus derechos fundamentales. Pero el aumento no es algo que veamos a futuro, de acuerdo con datos de la FAO, entre marzo de 2007 y marzo de 2008 el precio del trigo aumentó 130%, la soya 87%, el arroz 74% y el maíz 31%.
En economías de frontera, como es el caso de nuestra ciudad, la dependencia de productos de importación es aun más evidente, compartimos mercado con el sur de Estados Unidos y prácticamente vamos a la par en los precios, quizá en algunos casos mayores para nosotros por los costos arancelarios, la diferencia es que no ganamos como los ciudadanos estadounidenses, nuestros estándares de salarios son mucho menores y estamos en desigualdad en el consumo.
Súmese a lo anterior el hecho de que en Ciudad Juárez nuestra economía está sustentada en gran medida en el sector maquilador, pero este sustento tienen grandes carencias estructurales, pues consiste en un sector que trae su materia prima del exterior, la transforma con nuestra mano de obra barata y luego la lanza al exterior sin que quede en nuestra ciudad más rastro de ella que los salarios mínimos que a las familias no les alcanzan ni para sus necesidades básicas.
Ante esto, el gobierno federal parece tener como solución única los subsidios, si es así, tristemente podremos constatar que no abra subsidio que alcance ante el impacto de la crisis internacional y la falta de previsión interna. La situación es sumamente grave.
Soy Edna Lorena Fuerte y mi correo es ednafuerte@gmail.com para sus comentarios. Gracias.
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