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VIDEO: Cosas de Pemex que los mexicanos tenemos derecho a saber
Publicado por Revoluciones.OrgPolítica alimentaria: Tapar el pozo después del niño ahogado
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J. Enrique Olivera Arce
Felipe Calderón Hinojosa, ahora si tras prestar oídos sordos a quienes solicitaran la revisión y renegociación del TLCAN, reconociendo al fin la amenaza latente, declaró a la seguridad alimentaria como un asunto de Estado. Manifestando que su gobierno está decido a "defender la economía familiar, en especial, de quienes menos tienen y más necesitan del país". Al mismo tiempo que anunció un paquete de medidas tendientes a paliar el en el corto plazo una emergencia que ya hace estragos en la economía. Reacción gubernamental tardía, fuera de contexto y sin duda incongruente, como ya lo están haciendo notar diversos expertos, legisladores y representantes agrarios.
El conjunto de medidas anunciadas choca, de entrada con las declaraciones vertidas días antes, tanto por los secretarios de agricultura, economía y de hacienda, desestimando la profundidad de la crisis mundial de alimentos y su repercusión en México. Señalando que no había necesidad de recurrir a importaciones masivas y subsidios especiales o adicionales para paliar la situación. Hoy el gobierno federal se desdice. La seguridad alimentaria está en riego y a ello hay que avocarse, más por razones políticas que por un reconocimiento tácito del origen del problema. Lo que para Calderón Hinojosa está en juego no es el hambre del pueblo, a la que por cierto más del 40 por ciento de mexicanos ya está acostumbrado. Lo que al régimen panista le inquieta es la pérdida de aceptación que a últimas fechas registra a la baja el titular del ejecutivo federal.
Para nadie es ya un secreto que el problema alimentario en el ámbito internacional, acusa en su origen dos vertientes sustantivas: el alto precio del petróleo y el control de la industria alimentaria a nivel mundial por las poderosas trasnacionales del ramo. En ambos casos, el común denominador se remite a la especulación financiera y a un pretendido control global, económico y político por parte de los países hegemónicos. Quien controle el petróleo y los alimentos, controla al mundo. Frente a ello, poco o nada representan las medidas coyunturales anunciadas por Calderón Hinojosa, cuando en lo interno, se pretende tapar el pozo después del niño ahogado.
También es sabido de tiempo atrás, que el origen doméstico de la amenaza de crisis se sustenta a su vez en otras dos vertientes: el desmantelamiento y abandono del campo, por un lado, y el congelamiento del salario acompañado de una creciente pérdida de capacidad real de compra de la mayoría de la población. Problemas estructurales derivados de la substitución del modelo estabilizador de desarrollo en la década de los setenta, por un modelo neoliberal, dentro del que se ubica al TLCAN, que a más de restarle presencia al Estado privilegiando al mercado, no ha dado los resultados esperados.
El pretender resolver ahora lo que el modelo adoptado generó, con importaciones libres de aranceles, políticas públicas asistencialistas dirigidas a los sectores más desprotegidos de la población, y subsidios a los segmentos del sector agropecuario vinculados a los circuitos comerciales del exterior, no es otra cosa que prolongar la crisis generalizada de la economía nacional, posponiendo el desastre alimentario.
En su momento se pensó que administrando la abundancia derivada de la extracción de petróleo crudo, aprovechando ventajas comparativas que indicaban que salía más barato importar alimentos, bienes de capital y de consumo intermedio, que producirlos, se impulsaría el desarrollo del país y su inserción al primer mundo. Se petrolizó la economía, frenándose la política de industrialización; dándosele la espalda al campo, se desmanteló la economía agraria y se expulsó la mano de obra excedente, a la par que se estimuló la producción destinada a la exportación, en su mayoría en manos de unas cuantas empresas privadas vinculadas a las trasnacionales alimentarias. El plan no resultó. La renta petrolera se dilapidó, se deterioró la capacidad de autoconsumo de la economía campesina, la privatización de ejidos y comunidades no prosperó para los propósitos salinistas, y se comprometió la soberanía alimentaria, haciéndola dependiente de las trasnacionales.
No se aprendió la lección, ó no hay visos de voluntad política para corregir el rumbo. Hoy, bajo el supuesto de que el futuro cercano nos ofrece una nueva etapa de abundancia, gracias al incremento de la producción y exportación de crudo y los altos precios del petróleo en el mercado internacional, se insiste en la importación de alimentos y la cauda de corrupción que ello implica. Con la diferencia que actualmente estamos obligados a importar combustibles, bienes de capital y alimentos caros, que no se corresponden con una política de salarios congelados, cuya capacidad adquisitiva acusa un galopante deterioro.
A esto último el diario Milenio, lo califica como un "plan alimentario de izquierda" del gobierno panista. Quizá con la idea de contribuir a quitarle banderas a la oposición en vísperas de los comicios del 2009. La realidad nos dice que ni es plan, ni es de izquierda ni es de derecha, simplemente es un absurdo más de un gobierno que no encuentra rumbo. Ni estamos seguros aún de contar con el "tesorito" en aguas profundas para subsidiar a más de cuarenta millones de mexicanos en condiciones de pobreza; como tampoco nadie garantiza que la presunta abundancia no va a ser nuevamente dilapidada por un régimen depredador.
La solución ofrecida para el corto plazo se reduce a transformar a México en un país de menesterosos, subordinado a subsidios asistencialistas. El mediano y largo plazo, dentro de la tónica calderonista, se le deja a los vaivenes del mercado. Lo que nos remite una vez más a lo que se debate en torno al petróleo: dos modelos de desarrollo confrontados. O pensamos en el futuro de México o nos entregamos al capital extranjero. No hay término medio y eso lo saben quienes defendiendo intereses mezquinos, hablan de acuerdos y consensos en temas que ya no aceptan medias tintas.
http://www.pulsocritico.comLa puja petrolera pone a prueba a México
Publicado por Revoluciones.OrgEl debate energético lo están ganando holgadamente los nacionalistas que se oponen a la privatización de Pemex, los que también propugnan la modernización racional de la gran empresa del petróleo mexicano. Lo han estado logrando durante las varias sesiones realizadas, con verdadera enjundia argumental, rigor conceptual y nacionalismo realista. No ha habido una sola aportación realmente importante de los cipayos que plantean que industria y renta petrolera pasen a manos privadas, que inevitablemente tendrían que ser extranjeras, y también inevitablemente, de las rapiñosas trasnacionales del ramo. Además, como que en el ambiente senatorial, donde se realiza el debate, los privatizantes se inhiben y no se abren de capa: saben que su postura es antinacional y antipopular. Dan toda la apariencia de privatizadores "de closet".
Pero eso no les hace cantar victoria a los defensores de la mexicanidad y la estatalidad de Pemex. Saben que Calderón Hinojosa hace cuentas alegres del "triunfo" de su tirada privatizante para poder quedar bien con sus amos nativos y extranjeros, o sea, los 39 ricos-muy-ricos-muy-ricos mexicanos y las trasnacionales petroleras, muchísimo más ricas que los cresos nativos. Y que eso para Calderón es un compromiso cerrado desde antes que fuera secretario de Energía del desastrado Fox, en el sexenio pasado. Saben que el panista tiene en las cámaras legislativas un cierto margen de maniobra para alcanzar la mayoría una vez que el asunto llegara a pasar a las manos de diputados y senadores, y se pueda operar la privatización, que ya no podrá ser abierta y explícita, esto es, mediante reforma constitucional, sino también "de closet" pero al fin privatización.
Saben que Calderón cuenta con los legisladores panistas que lo apoyan hasta para ir al baño, que son la fracción mayor, pero no mayoritaria, de las bancadas legislativas, y no se advierten excepciones en este campo, pero también que cuenta con renegados priístas que hace tiempo han renunciado a seguir siendo militantes reales del partido histórico que gobernó nacionalistamente a México, mal que bien, durante décadas, y pretenden que esta rancia agrupación sea, cada vez más, una cola deleznable del derechismo vernáculo. A los privatizantes, por añadidura, les ha caído del cielo de la supuesta "modernidad" un aliado más, en los "chuchos" del PRD, quienes so capa de esa modernidad trasiegan en el anquilosado, vetusto y obsoleto fraude electoral pero ahora aplicado al interior del partido negro-amarillo, y se han convertido en la alegría vociferante y majadera de la derecha, que ha dejado atrás aquella "íntima tristeza reaccionaria", elegante, que cantara el vate nacional cuando la revolución estaba en ebullición y auge. ¡En lo que vinieron a parar los nomenklaturistas y burócratas del PRD por el solo oponerse a la jefatura moral y popular indiscutible y democráticamente explosiva de López Obrador, obnubilados con una visión aldeana o de campanario, y de su sacrosanto y mediocre "derecho a la sopa"!
Lo que venga después del debate está sometido a análisis, ya que el resultado del encuentro de opiniones, hasta hoy ampliamente a favor de los enfoques nacionalistas, no es "vinculante", diría un jurista, no supone obligatoriedad. Ya se apuran a señalar, entonces, que la solución del diferendo deberá darse en las cámaras. Pero si ese no es el camino para los intereses de México y si no ha de resolverse en los acuerdos "en lo oscurito" de las bancadas, analizan algunos, deberá hacerse mediante una "consulta popular" (en México no existe el referéndum para el sí o el no privatizar, ni el plebiscito para escoger entre varias opciones) que está prevista en la Constitución como predicado general, pero que no está, como otros preceptos de la Ley Mayor, organizada para hacerla viable, en lo concreto. Es este el camino que debía seguirse, dicen, y añaden (oh, sueños mariguanos) que Calderón se cubriría de gloria histórica si aplazara su ambición privatizante y enviara a las cámaras una reforma que, o aterrizara la Consulta Popular, o creara las figuras del referéndum y el plebiscito, para que se manifestara de manera clara la voluntad general y se fortaleciera la soberanía que radica en el pueblo según el artículo 39 constitucional.
Hasta hoy no parece sino que el camino de oponerse a la privatización petrolera está en las calles, en la convocatoria de las brigadas populares en defensa del petróleo, en una suerte de super alzamiento cívico mayor a favor de la Nación. No parece, hasta hoy, que haya otra opción. Pues este camino es el que dio por resultado el actual debate en el Senado. A golpes de convocatoria popular el debate se hizo posible, y se derrotó al albazo legislativo, con la frustración y la rabia de los urgidos cipayos. Toda la derecha y muchos débiles de carácter, autotitulados "demócratas modernos", ignoramus causa, se escandalizaron hasta la histeria ante la toma de las tribunas legislativas por diputados y senadores defensores de la soberanía, pero este acto intrépido, no preceptuado en la ley procesal, fue el que impidió el letal "fast track" que intentaba el calderonismo para realizarse a fines del abril pasado. Como si se tratara de un asunto menor, lo quisieron pasar de contrabando en la complicidad entre cúpulas de las bancadas, tal como lo hicieron con el Fobaproa de Zedillo, que tiene endeudadas a más de diez generaciones de mexicanos desde 1994. Con la agravante que esta ya no sería una deuda a pagar, sino una confiscación brutal de la riqueza de todos los mexicanos, un despojo tan descomunal, o más, que el robo en 1847-48 por Estados Unidos de la mitad del territorio mexicano de ese tiempo. Despojo petrolero que dejaría a México en la indigencia más vil como país.
No está claro aún el camino a seguir. Las vociferaciones mediáticas del duopolio televisivo y de la prensa y radio dóciles al poder derechista, necean tercamente en que es populismo total el pretender que siga siendo nacional la riqueza nacional. Pues si esto es así, es evidente que habremos muchos, en catarata incontenible, que nos declaremos populistas irredentos, sin más, con tal de vencer en la más grande puja histórica que haya tenido México en todo su trayecto como nación.
El "Presidente del Empleo" Vuelve a Mentir
Publicado por Revoluciones.OrgCalderón Prepara Jugoso Negocio con el Hambre del Pueblo
Por Enrique Cisneros Luján
Calderón le volvió a mentir al pueblo de México "en cadena nacional", al ofrecerle supuestas soluciones para superar la crisis alimentaria, misma que hasta hace unos días afirmaba que no afectaría al país. Como siempre lo hace, justificó la destrucción que esos neoliberales hicieron del campo mexicano, con el pretexto de que todo tiene su origen en problemas externos que "han afectado la economía mundial"
Anunció que aumentará en $120 mensuales las limosnas que le dan a algunos de los más pobres, por medio del programa "Vive Mejor", que tiene la intención de poder manipular las votaciones del 2009, así como el PRI lo hacía regalando despensas o materiales de construcción.
La destrucción del campo mexicano se profundizó con la entrada en vigor, en enero de 1994, del Tratado de Libre Comercio, además de los cambios que Carlos Salinas hizo al artículo 27 constitucional que permitió la destrucción de los ejidos y las tierras comunales. También, se destruyeron instituciones como la CONASUPO que aunque fuera de manera paternalista, se constituyeron en un dique para frenar el intermediarismo, conocido en México como coyotaje. Finalmente con el pretexto de permitir el "libre comercio" se anularon los llamados "precios de garantía" de los productos básicos, dejando la fijación de los precios de los alimentos de primera necesidad a los grandes comerciantes, como ahora son Wal Mart junto con los terratenientes nacionales e internacionales,
Pero en donde Felipe Calderón ya no tiene vergüenza, está en aprovechar la crisis alimentaria que ya se está padeciendo, para dar otro apretón de tuercas a los campesinos mexicanos, liberando totalmente la entrada de productos agropecuarios, sin aranceles, donde por un lado se exonera de impuestos a grandes productores imperialistas, cuando son ellos mismos los que los comercializan en México, fijando los precios y manipulando su distribución.
Si se deja pasar esta medida se termina por arruinar a lo que queda del campo mexicano, pues no podrán competir con las grandes trasnacionales que además son las que tiene el control de los fertilizantes y de muchas semillas patentadas, por medio de la producción transgénica.
Calderón, con el mismo cinismo que tuvo durante su campaña al pregonarse como el "presidente del empleo", o actualmente declarando que le está ganando la guerra al narco, o que la reforma petrolera va a sacar de pobres a los mexicanos, apareció en televisión para afirmar que en la crisis alimentaria todo esta controlado, ofreciendo supuestas soluciones, mismas que son medidas para beneficiar a los grandes acaparadores.
La solución a los problemas del campo y el abasto, pasa por desconocer el Tratado de Libre Comercio que ha arruinado a millones de campesinos. También sería necesario subsidiar al campo, pero no a los terratenientes, sino a los campesinos mexicanos, para que el país recupere la autosuficiencia alimenticia. Además sería necesario combatir la especulación de los actuales coyotes, que ahora son de "cuello blanco". Nada de eso puede esperarse de Felipe Calderón pues él y sus compinches son parte del negocio.
Eso es mucho pedirle a un vende patrias a quien no le importa que en cuestión de meses, la hambruna avance en las partes más desprotegidas del país, empezando por las zonas donde viven 12 millones de indígenas.
Pero mientras los trabajadores sigan agachados, más preocupados por ver si gana el Santos o el Cruz Azul que por los destinos de sus hijos, todo va a seguir igual. Aunque también hay que reconocer que cada vez son más los que se suman a defender sus pensiones, jubilaciones, el petróleo y seguramente cuando el hambre vaya calando, más de uno entrará a pelear para que a sus hijos no les quiten la tortilla de la boca.
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