María Teresa Jardí
Antes el mes de mayo era el mes de las comuniones. Cuando nuestro país era envidiado incluso por la generosidad exhibida con el cálido recibimiento otorgado a quienes se venían obligados a refugiarse, expulsados por dictadores de otros lugares, cuando México se alzaba como el líder indiscutible de nuestra América Latina, mayo era el mes en el que vestidas de blanco a las niñas --y supongo que también a los niños aunque ese detalle se me ha borrado de la memoria supongo que porque mis hermanos no lo hicieron dado que con ellos actuó mi familia con la coherencia que les faltó en mi caso por ser la primera hija, nieta y sobrina nacida en México-- nos llevaban las monjas de la escuela, cuando no las tías solteras, a ofrecer azucenas a la Virgen María. Sí, incluso las niñas de familia comunista y anarquista íbamos a ofrecerle, orgullosamente vestidas de blanco, flores a la Virgen. En mi caso virtualmente, porque en San Jerónimo no estaba expuesta la Morenita, que era la única “verdadera”, aseguraba convencida mi iaia, hasta bien entrada la adolescencia.
Y recién iniciada la juventud nos llegó importado de Francia el mayo del 68 con su fiesta libertaria queriendo llevar la imaginación al poder, que en Francia hoy Sarkozy confunde con el casorio con una modelo que aparece desnuda en las revistas de moda.
Y por lo que toca a México al 293 antes de Cristo, cuando la peste asolaba a Roma, ya vamos regresando a marchas forzadas. Claro que con algunas diferencias: las impunes ejecuciones diarias tomando el lugar de la peste, establecida con todo su esplendor en la Edad Media o, un poco más tarde, de la viruela.
El mes de mayo de 2008, en el México de la usurpación del PAN con Calderón a la cabeza, será recordado, dentro de cuarenta años, no como el del 68 francés es recordado hoy. No, qué va, como el del la llegada de México al primer lugar en el mundo en el número de crímenes impunemente cometidos merced al asalto de la Presidencia por la derecha usurpadora proveniente del PAN, infame partido que a lo largo de su historia sólo dejó la certeza de lo mucho que mentía incluso por lo que tocaba al bien común barrido con su entreguismo apátrida.
Un logro, sin duda, haber superado a Salinas por lo que toca a los impunes crímenes cometidos en contra de perredistas y a Zedillo por lo que toca a los golpes de Estado a poderes independientes y a Fox por lo que toca al desarme de la estructura ética de todas las instituciones.
El pueblo es sabio y las últimas mantas dicen lo que es vox populi que: Genaro Luna es un delincuente, como lo son Vasconcelos y Medina Mora, tapaderas de Fox y de otros igual de impresentables priístas como Ulises Ruiz y Mario Marín por señalar sólo a los más públicamente delincuentes protegidos de Calderón, que no policías. Al pueblo le queda claro que no tenemos policía en México desde hace ya demasiado tiempo.
El pueblo está harto de tanta sangre derramada impunemente, a nombre de la farsa más grande de la historia que es el combate al crimen organizado desde la cabeza misma donde se encuentran los más criminales. Fobaproa incluido, por si no lo recuerdan.
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