Carlos Fernández-Vega
Apunto de cumplir su primer año de “ejecución”, el enorme arcón de ofertas que se llama Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012 cojea del mismo pie que sus cuatro reimpresiones anteriores (de MMH a Fox) y su versión original, el Plan Global de Desarrollo del último bienio lópezportillista: comparadas las promesas gubernamentales con resultados, la “goliza” (Calderón dixit) para la ciudadanía es de colección.
Presentado en sociedad el 31 de mayo de 2007, el PND calderonista ha incumplido prácticamente todos los compromisos en él plasmados para el primer año de “ejecución”, de acuerdo con el informe oficial respectivo, desmenuzado por el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados.
Por aquellas fechas, en este espacio comentamos que por sexta ocasión consecutiva los mexicanos fueron enterados de las promesas, vía Plan Nacional de Desarrollo, del inquilino de Los Pinos en turno en materia de bienestar social, desarrollo económico, estabilidad política, justicia y otras menudencias. Antes del “nuevo” plan, el de Felipe Calderón, cinco mandatarios habían hecho lo propio: un compendio, igual que el sexto de la temporada, de “buenas intenciones” (la gran mayoría de ellas irrealizables) para supuestamente enderezar el barco, siempre enfáticos en el discurso, ondeando idénticos objetivos políticos, económicos y sociales. Pero en esos cinco sexenios la realidad impuso su rigurosa jerarquía, y los resultados fueron más que raquíticos e, incluso, contrarios a los originalmente comprometidos. El acceso al desarrollo se ha convertido en una ilusión para los mexicanos, y en una asignatura pendiente para los cinco gobiernos que en los últimos 30 años pasaron por Los Pinos. Y el de Calderón pinta para ser el sexto al hilo, con los mismos resultados.
En el balance de 25 años, el único perdedor ha sido el mexicano de a pie, atiborrado de propaganda barata (por contenido, no por precio, pues resulta carísima) y carente de resultados tangibles. Así, en el primer PND conocido como tal (el primero fue el referido PND 1980-1982 de JLP, que para ese periodo prometió 8 por ciento anual de avance, cuando sólo concretó 3.4 por ciento) Miguel de la Madrid “garantizó” un crecimiento anual del PIB de 5.5 por ciento, pero en los hechos se registró un espeluznante 0.34 por ciento; Carlos Salinas de Gortari “aseguró” 6 por ciento anual, pero no pasó de 3.9; Ernesto Zedillo se “comprometió” a 5 por ciento anual, y de milagro llegó a 3.5 por ciento; Vicente Fox juró y perjuró que sería de 7 por ciento por año, pero en los hechos alcanzó 2.3 por ciento, con el peor resultado del neoliberalismo mexicano en sus cuatro presentaciones y sus 24 años en Los Pinos.
Los resultados del Plan Nacional de Desarrollo, en sus cuatro reimpresiones (aparte la de López Portillo a Fox) han sido verdaderamente aterradores: 2.5 por ciento de “crecimiento” económico anual promedio en casi 25 años, o lo que es lo mismo tres tantos menos de lo originalmente prometido y sin desarrollo. La reedición número cinco no tendría por qué ser distinta a las anteriores, toda vez que las herramientas en ella utilizadas son exactamente las mismas.
Así, de acuerdo con el citado Centro de Estudios, en el primer año de ejecución en la “era” calderonista se incumplió con aquello de “lograr un mayor nivel de competitividad que sustente un crecimiento de la producción más acelerado y sostenido en el tiempo para crear los empleos que demanda la población”. En los hechos, la economía mexicana se desaceleró en los últimos dos años, al pasar de un crecimiento real de 4.81 por ciento en 2006 a 3.29 por ciento en 2007 (se estima, como máximo, 2.4-2.7 por ciento en 2008), cifra menor al 3.6 por ciento estimado en los Criterios Generales de Política Económica para ese año.
La versión oficial para justificar el incumplimiento dice así: “dicha situación se debió al deterioro de la economía mundial a consecuencia de la mayor volatilidad de los mercados financieros internacionales, debido al impacto de la crisis financiera de Estados Unidos sobre la economía mundial y los elevados precios internacionales de los energéticos y los alimentos. El menor nivel de crecimiento se explicó por la caída de la demanda externa, que se reflejó en un menor crecimiento de las exportaciones no petroleras a causa del menor crecimiento económico de Estados Unidos, el cual se vio afectado por los problemas crediticios en su mercado hipotecario de menor calidad, la debilidad en su mercado laboral y el deterioro de su balance fiscal. La desaceleración no fue mayor debido a que la economía mexicana se vio impulsada, principalmente, por la demanda interna que, si bien presentó un menor crecimiento lo mantuvo aún elevado, por el flujo de las remesas familiares, el crédito al consumo y la inversión, el elevado precio del petróleo y la inversión extranjera directa”.
En materia de empleo el incumplimiento, como en las cuatro versiones anteriores, es la norma. El Informe señala que al cierre de 2007 se mantenían registrados en el IMSS 14 millones 721 mil 910 trabajadores, “lo que implicó un aumento de 756 mil 352 personas (5.42 por ciento más) con respecto a la misma fecha del año pasado”. Sin embargo, dicha cifra resultó 14 por ciento inferior (123 mil empleos cancelados) al número de plazas generadas en 2006. Además, de los empleos creados en 2007, 50.48 por ciento fueron eventuales, los cuales tuvieron un incremento de 15.2 por ciento, mientras el restante 49.52 por ciento fueron permanentes, que sólo aumentaron 3.27 por ciento.
La tasa oficial de desempleo abierto en 2007 fue de 3.72 por ciento, contra 3.58 por ciento el primer día del gobierno calderonista. Por si fuera poco, en 2007 de cada cien mexicanos que intentaron emplearse en el sector formal, 37 se quedaron con las ganas. Una vez más, el incremento de la población económicamente activa fue mayor que la generación de empleos formales.
Las rebanadas del pastel
Se acabó el espacio, pero mañana abordaremos otros fabulosos resultados del primer año del PND, en su quinta reimpresión.
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