Caso Martí Intimidades de la tragedia
Los pormenores clave de la negociación en la que tomó parte Ernesto Mendieta para intentar la liberación del joven Fernando Martí son rela-tados a Proceso por el propio consultor en seguridad, quien a finales de los noventa se desempeñó como fiscal especial Antisecuestros de la Procuraduría General de la República. El negociador insiste en negar que su estrategia ante los plagiarios del hijo del empresario Alejandro Martí haya fallado, y en todo caso atribuye a la “mala suerte” el asesinato del muchacho a manos de sus captores. Según Mendieta, el patrón de conducta de esta banda es similar al que muestran otros casos de secuestros investigados actualmente por la PGR. Toda esa información, sostiene, “la tienen esta dependencia y la Secretaría de Seguridad Pública federal”.Apetición de su socio –el exbanquero Alfredo Harp Helú–, el pasado 4 de junio, poco antes del mediodía, el empresario Alejandro Martí se comunicó por teléfono con el consultor en seguridad y servicios legales Ernesto Mendieta. Le pidió ayuda debido a que horas antes Fernando Martí, el menor de sus tres hijos, había sido secuestrado.Ese día Alejandro Martí y su esposa regresaban a la Ciudad de México procedentes de Estados Unidos, donde habían recogido a otro de sus hijos que estudia en aquel país.Mendieta, cuya empresa Aquesta Terra Comunicación, S.A. de C.V. está a cargo de los sistemas de seguridad de los negocios de la familia Martí, se trasladó de inmediato a la residencia del dueño de los clubes deportivos Sport City, ubicada por el rumbo de San Ángel, al sur de la Ciudad de México.Esperó a Martí 45 minutos. Una vez juntos, el empresario le platicó lo que sabía hasta ese momento acerca del secuestro de Fernando. Le explicó que a las 8:00 horas su hija había recibido una llamada de los plagiarios en la que le avisaron que tenían en su poder a su hermano Fernando, así como al chofer Jorge Palma Lemus y al escolta Christian Salmones; también le dijeron que querían 3 millones de dólares por liberarlo y que se comunicarían más tarde para darle los pormenores del rescate.Abogado de profesión, capacitado en Alemania, España, Francia, Italia y Estados Unidos en manejo de crisis, Mendieta cuenta que antes de armar la estrategia para el pago del rescate Martí le preguntó si su hijo regresaría sano y salvo a casa.“No tengo ninguna duda de que va a regresar”, respondió Mendieta, quien fue asesor de Antonio Lozano Gracia cuando éste fungió como titular de la Procuraduría General de la República (PGR) en el sexenio de Ernesto Zedillo.Martí no lo dejó terminar la idea y le confió: “Mira, Ernesto, esto no puede pasar en México. Nada más dame una oportunidad de que esté aquí Fernandito, de que recupere a mi familia… e inmediatamente me pongo a trabajar a fondo, con quien tú me digas, para resolver el problema del secuestro porque no pueden estar viviendo así las familias mexicanas”.Mendieta explicó luego a la familia Martí los lineamientos que deben seguirse en caso de secuestro: uno, entender perfectamente lo que está sucediendo; dos, por qué pasan ese tipo de eventos, que deben resolverse, y tres, delinear un plan que incluya no sólo el aspecto legal, dar o no parte a la autoridad, sino también detalles de orden psicológico, administrativo, financiero y de seguridad de los integrantes de la familia y de sus negocios.Durante la entrevista con Proceso, realizada en sus oficinas de avenida Insurgentes, frente al World Trade Center, Mendieta sostiene: “Un asesor de crisis no ordena; asesora, sugiere. No hay que olvidar que los empresarios son capitanes en los negocios y no les puedes imponer nada, les tiene uno que presentar argumentos, alternativas… ellos toman las decisiones que mejor convengan a sus intereses. Así pasó en este caso”.Mendieta relata que el mismo día deliberó con la familia hasta las dos o tres de la madrugada del día siguiente para trazar una estrategia y constituir un “comité de crisis”; esto es, que la familia tomara decisiones en conjunto y designara un representante para que fungiera como interlocutor ante los secuestradores.Por sigilo, Mendieta se reserva el nombre de este último; sólo apunta que se trató de una persona “cercanísima, de toda la confianza, de Alejandro”. Hoy se sabe que se trató del yerno del empresario.Antes de proseguir, quien fuera fiscal Especial Antisecuestros de la PGR en 1997 recuerda que el 5 de junio, alrededor de las 15:00 horas, los secuestradores se comunicaron con la familia Martí, como lo habían anticipado, para negociar la liberación de Fernando.Según la declaración ministerial de Alejandro Martí, averiguación previa FSPI/T3/1005/08-06, en esa ocasión los secuestradores le pidieron 5 millones de pesos a cambio de la libertad de su hijo.“Queremos los 5 millones; si no (los entregas) le vamos a romper su madre”, le advirtieron. El representante de la familia siguió al pie de la letra las instrucciones de Mendieta e hizo una contraoferta a los plagiarios. Les ofreció un millón 960 mil pesos; los plagiarios la rechazaron.De acuerdo con la versión del propio Martí, le dijeron a su yerno que se quedara con ese dinero, que lo utilizara mejor “para enterrar al primero (de los plagiados) que liberarían sin vida”.“¿A quién quieres, primero: al chamaco o al viejo?”, preguntaron los secuestradores.
La estrategia
El especialista que en su paso por la Procuraduría General de la República detuvo al plagiario Daniel Arizmendi, El Mochaorejas, relata que al día siguiente del secuestro, con el consentimiento de la familia Martí, habló a las oficinas del titular de la Fiscalía para la Seguridad de las Personas e Instituciones de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, Jesús Jiménez Granados, para ponerlo al tanto de la situación.Como el funcionario no se encontraba, su secretario particular atendió la llamada y preguntó a Mendieta si se trataba de una denuncia. Éste le respondió que sí, que más tarde iría a las oficinas.“Cuando llegué ya me estaba esperando el fiscal, a quien le dije que se trataba del hijo del empresario (Alejandro Martí) y que quería levantar el acta correspondiente”.Según el entrevistado, Jiménez Granados, quien hoy es jefe general de la Policía Judicial, le explicó que lo más conveniente era que la denuncia la interpusiera un familiar del secuestrado. Incluso, como deferencia al empresario, un agente del Ministerio Público se trasladó a la residencia de la familia Martí y levantó el acta la noche de ese mismo 5 de junio.Cuando el reportero comenta al entrevistado que funcionarios de la PGJDF le confiaron que la familia pidió que quedara asentado en actas que, por voluntad propia, la Policía Judicial se abstuviera de intervenir, Mendieta afirma que eso es falso.Tan no fue así que, afirma, el 6 de junio a las 10 de la mañana participó en una mesa de coordinación interinstitucional con funcionarios de la PGJDF e integrantes de la familia Martí que él asesoraba. Más: recuerda que el entonces procurador Rodolfo Félix Cárdenas estuvo ahí unos instantes.Un día después del secuestro de Fernando, el 5 de junio, la familia Martí recibió el segundo golpe moral: los plagiarios asesinaron al chofer Jorge Palma –lo asfixiaron colocándole una bolsa de plástico en la cabeza–, y creyeron haber hecho lo mismo con el escolta, Christian Salmones, pero éste logró salvar la vida debido a que perdió el conocimiento durante el fallido intento de estrangulamiento del que fue víctima.La policía capitalina encontró inconsciente a Salmones en la cajuela de un auto estacionado sobre calzada de Tlalpan, con un crisantemo en la boca y a Palma Lemus en la parte trasera del vehículo, un Corsa gris, placas 614-THL, que había sido reportado como robado desde el 14 de mayo.Mendieta aporta un dato desconocido hasta ahora: Ese día, los secuestradores se comunicaron con la familia para avisarle que habían matado al chofer y al escolta, y hasta le mencionaron el sitio exacto en donde estaban los cuerpos.De común acuerdo con la familia, el consultor envió una persona de confianza a certificar la información y, cuando éste llegó a la dirección indicada, se percató de que personal de la Secretaría de Seguridad Pública ya tenía conocimiento de los hechos.“Le avisé a Jiménez Granados de lo sucedido. La policía capitalina abrió la cajuela del auto y el escolta reaccionó. Pidieron una ambulancia y se lo llevaron al hospital de Xoco; pese a que se recuperó, la PGJDF decidió mantener la versión de que había fallecido, por razones de seguridad, y lo trasladaron a un sitio más seguro.Según Mendieta, Salmones aportó poco a la investigación. En su declaración, por ejemplo, relató que el 4 de junio circulaban sobre avenida Insurgentes rumbo al sur en el BMW blindado, cuando un grupo de hombres vestidos de negro, con chalecos con las siglas de la AFI y armados, hizo indicaciones a Palma para que se detuviera en el retén marcado con conos naranjas. Eran casi las 7:00 de la mañana.Añadió que sacó su identificación y su permiso para portar armas, pero los supuestos policías los encañonaron y se los llevaron a una casa de seguridad que, por el tiempo de traslado, sospecha que se encontraban en el Estado de México.A su vez, el empresario Alejandro Martí declaró a Joaquín López-Dóriga el pasado jueves 14 que antes de la muerte de su chofer estaba renuente a que la policía interviniera en el caso. Pero el día que mataron a Jorge Palma “sentí que debía inmediatamente avisar a la policía”, dijo.
“Oímos a Fernando”
Luego de intensos forcejos y de llegar a un acuerdo con la familia Martí en el pago del rescate –5 millones de pesos–, los secuestradores le pusieron fecha y hora a la entrega del dinero: 12 de junio.Según la averiguación previa, los plagiarios le pidieron a la familia Martí que no interfiriera la policía, que metieran el dinero en un maletín deportivo, que el correo fuera vestido con short, playera y sandalias y que se dirigiera al sitio a las calles de Rif y Río Churubusco, colonia Pedro María Anaya, delegación Coyoacán.No fue todo: También dijeron a la familia que el correo encontraría en el lugar de la cita un auto en cuyo interior encontraría un teléfono desde el cual recibiría instrucciones.El enviado de la familia Martí se ciñó a la instrucción: subió al auto, tomó el teléfono y esperó la llamada de los secuestradores. Cuando entró la llamada, le ordenaron que dejara el maletín con el dinero en el asiento trasero, que saliera del auto y cruzara la calle sin voltear hacia atrás; le dijeron también que pronto pasaría un auto con Fernando a bordo.La persona acató la orden y cruzó la calle, en espera del auto indicado por los plagiarios. Ahí permaneció unas 10 horas. Por la indumentaria que portaba y su larga estancia en el mismo lugar, llamó la atención de unos patrulleros, quienes le preguntaron qué hacía ahí. Él respondió que esperaba a unos familiares.A la 1:35 horas de la madrugada del 13 de junio, el correo se comunicó con Mendieta y le pidió instrucciones. El asesor mandó por él.Entrevistado el pasado jueves 14 por Joaquín López-Dóriga en El Noticiero, Alejandro Martí le dijo al conductor de Televisa: “Lo oímos por teléfono, lo oímos una vez, varias veces nos dieron lo que se llama ‘pruebas de vida’, supimos que (Fernando) estaba vivo, por lo menos hasta el día del pago; luego ya no sé qué pasó porque nosotros pagamos y ellos no sé qué complicaciones tuvieron, no sé si a lo mejor uno robó al otro y al final decidieron ejecutarlo”.A partir de ese momento, el empresario cambió de estrategia y buscó la ayuda de la policía.Según relata Mendieta, Martí gestionó una entrevista con el titular de la PGR, Eduardo Medina Mora, a quien puso al tanto de la situación.Un par de días después, dice, Facundo Rosas y Benito Roa Lara, subsecretario de Estrategia e Inteligencia Policial y encargado de la Dirección General de Secuestros y Robos de la Coordinación de Inteligencia para la Prevención de la Secretaría de Seguridad Pública federal, respectivamente, se pusieron en contacto con el empresario. Lo primero que le dijeron es que el fallido rescate había sido consecuencia de una mala negociación.
Mala suerte
Mendieta niega haber fallado; incluso asegura que la negociación nunca se le fue de control. Y aunque reconoce que si Fernando no regresó, insiste en que no fue por problemas en la negociación.
Detalla: “El tiempo que duró la negociación, el monto que exigieron inicialmente los plagiarios y la posterior disminución en sus pretensiones, las pruebas de sobrevivencia que entregaron, la hora y la puntualidad de las llamadas, y el hecho de no cambiar la ruta de la entrega del dinero forman parte de un patrón de conducta de la banda que es similar a otros casos de secuestros investigados por la PGR. Toda esa información la tienen la PGR y la SSP federal”.También sostiene que en el caso Fernando “el problema estuvo del lado de los malos”; es decir, aclara, de la organización criminal.Y se explaya: “Seguramente, alguno o algunos de los integrantes de la banda se quedó con el dinero del rescate; la otra parte del grupo, la encargada de vigilar y cuidar a la víctima, no supo qué hacer con el joven y optaron por matarlo”.De acuerdo con el director general de la empresa Aquesta Terra, quien asesoró al realizador de cine Tony Scott en la filmación de la película Hombre en llamas, protagonizada por el estadunidense Denzel Washington, a partir de la intervención de la PGR sus servicios ya no fueron requeridos por la familia Martí.Cuenta incluso que Alejandro Martí le confió que el subsecretario de Estrategia e Inteligencia Policial de SSP federal, Facundo Rosas, le regateó los documentos sobre una organización criminal cuyo patrón de actuación era similar a la que secuestró a Fernando.Rosas preguntó al empresario si quería la información para explotarla comercialmente, en clara alusión a Mendieta.“Alejandro me llamó y me contó ese episodio. Le dije: ‘A ver, Alejandro, no voy a ser un obstáculo entre tú y la libertad de tu hijo. Lo que quiere Rosas es que no vaya yo, así que me hago a un lado y punto’”.Mendieta dice que a pesar de lo anterior sigue atento al caso y en espera de ayudar en lo que se pueda. “Pero no han tenido necesidad de pedirme nada”.Con el asunto del secuestro del joven estudiante del colegio American British School en manos de las policías federal y capitalina, Alejandro Martí recibió, la noche del 31 de julio, el golpe final: Fernando fue encontrado muerto en el interior de un Corsa, en la colonia Villa Panamericana, delegación Coyoacán. El Servicio Médico Forense dictaminó que el joven de 14 años había muerto por asfixia, al igual que su chofer, Jorge Palma. Con base en la necropsia, se determinó también que Fernando tenía al menos 30 días de haber fallecido.Curiosamente, un día después de ese hecho, la PGJDF detuvo y arraigó a José Luis Romero Ángel, comandante de un grupo especial comisionado en la zona del aeropuerto capitalino, y a Marco Antonio Moreno Jiménez. A este último se le encontró un celular del cual salió la presunta llamada de los secuestradores. Un par de días después, la procuraduría capitalina aprehendió a un tercer sospechoso, el policía judicial capitalino Fernando Hernández Santoyo.Según la indagatoria, Romero Ángel solicitó, mediante oficio, los datos de Christian Salmones, el escolta que acompañaba a Fernando durante el secuestro. En una carta dirigida al presidente Felipe Calderón, el excomandante asegura que su detención fue ilegal y acusa al jefe de la Fiscalía Antisecuestros, Rafael Tuxpan, de amenazas y tortura; incluso pide que la investigación del secuestro y asesinato del joven Martí sea atraída por la PGR.En la entrevista con Proceso, Mendieta, quien en 1997, como funcionario de la PGR, se encargó de las negociaciones para liberar al jesuita Wilfredo Guinea, quien falleció antes de ser liberado, asegura que no tiene la menor duda de que el grupo que secuestró a Fernando Martí está conformado por policías o expolicías.“Hay muchos indicios: la mecánica de operación, la información que tienen, los contactos, etcétera”, dice.Mendieta afirma que no obstante su paso por la PGR él no se considera expolicía, sino más bien un estudioso de la seguridad, y subraya también que no tiene ningún remordimiento por el desenlace del caso.Después de recibir la noticia de la muerte de su hijo Fernando, Alejandro Martí le preguntó a Mendieta:
–¿Qué nos pasó, Ernesto?
–Todo es producto de la mala suerte –respondió el consultor.
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