¡Vámonos al otro lado...!
Gran número de empresarios mexicanos de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas están huyendo, con sus familias y sus capitales, a regiones fronterizas estadunidenses como la llamada Área Metropolitana de McAllen, Texas. Afectados o atemorizados por la violencia del narcotráfico, así como por los vacíos de poder que genera la confrontación de las fuerzas de seguridad que lo combaten, están cambiando su lugar de residencia –y de negocios– a dicha zona.
MCALLEN, Texas.- Por las avenidas del condado de Hidalgo se llega a Sharyland Plantation, una zona exclusiva de la comunidad The Grove, en Mission Texas, cuyos habitantes son mayoritariamente mexicanos.Lagos artificiales y campos de golf sirven de patio trasero a las casas de fraccionamientos como El Cimarrón, Los Milagros o The Haven, que lucen álamos y palmeras, nidos de aves exóticas y jardines cubiertos de bugambilias y jamaicos que perfuman las calles.Las mansiones, que cuestan entre 600 mil y 850 mil dólares, se localizan en el Condado de Hidalgo, Texas, dentro del Valle del Río Grande, el cual alberga también los condados fronterizos de Cameron, Starr y Willacy, un corredor comercial de exportaciones e importaciones de Estados Unidos. A juicio de Chad Foster, presidente de la Coalición de Alcaldes y Jueces de Condados Fronterizos de Texas (TBC, por sus siglas en inglés), esta es justamente la región con más cruces migratorios legales de la Unión Americana.En Hidalgo, apenas distinguibles por los letreros que anuncian sus límites territoriales, están las ciudades conurbadas de Mission Phar, Edinburg y McAllen. El condado, para fines estadísticos estadunidenses y por costumbre, es conocido como Área Metropolitana de McAllen. Para escapar de los levantones, secuestros y extorsiones, así como de la violencia general del narcotráfico, empresarios del noreste de la República Mexicana protagonizan un extraordinario éxodo familiar –y económico– que tiene como destino los lujosos fraccionamientos de esta zona metropolitana.Aunque en México y Estados Unidos no está disponible el número de visas para inversionistas tipo E, L, TLC y de Tarjetas Verdes –para las cuales se requiere una inversión mínima de 500 mil dólares– que se emiten para esta área, la Cámara de Comercio de McAllen señala que, cada mes, hay al menos 20 nuevos inversionistas mexicanos que instalan aquí sus negocios.Otro dato ilustrativo del fenómeno, proporcionado por la Cámara de Comercio de McAllen, consiste en que la crisis del sector inmobiliario que azota a Estados Unidos no existe en el Valle del Río Grande.La causa: que familias enteras provenientes de Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila –estados donde se ha recrudecido la violencia– están comprando casas y reubicando sus negocios aquí.De acuerdo con Matt Z. Ruszczak, vicepresidente para el Desarrollo de Negocios y Asuntos Gubernamentales de la Cámara de Comercio de McAllen, los inversionistas mexicanos que arriban a la zona lo hacen porque desean diversificar sus negocios o porque huyen de la inseguridad de sus ciudades de origen. Y agrega: “Comentan que fueron víctimas de la inseguridad o nos dicen que deciden comprar casas o invertir aquí, por si la situación empeora en su país”.A su vez, la cónsul para Asuntos Políticos y Económicos de México en McAllen, Miriam Medel García, indica así mismo al reportero que cada vez son más frecuentes los casos de ciudadanos mexicanos que tienen problemas por haber adquirido una casa o negocio sólo con visa de turista.
Vacío de poder y miedo
Para arribar al puente internacional se debe conducir por la avenida Hidalgo, la principal de Reynosa, Tamaulipas, y pasar un retén con escáner para armas de la Policía Federal Preventiva.Hay que tomar en seguida el bulevar Luis Echeverría, que cruza calles sin pavimentar convertidas en improvisadas canchas de futbol donde niños sin camisa se enlodan junto con los perros –por las charcas que dejó el huracán Dolly– bajo un sol intenso que pone la temperatura ambiente a 45º centígrados.El tránsito lento obliga a los viajeros a aspirar en grandes cantidades las emanaciones de la refinería de Pemex, de la basura del mercado y del agua podrida de los baches próximos a lo que el ingenio popular rebautizó como “Calle del Gramo”. Este sector, donde abundan los polleros, indocumentados y prostitutas, alberga numerosos puestos de piratería y fayuca, cantinas y casas de cambio. Y, como es un área altamente peligrosa, desde hace algunos meses es patrullada por soldados. Ya en el puente, del lado mexicano, se observan una tanqueta y decenas de militares que, provistos de armas largas, impiden al reportero tomarles fotografías. A unas cuadras de ahí, y por todo Reynosa, los exclusivos fraccionamientos Las Haciendas, Los Leones, Del Prado, Jardín, Las Fuentes y Privada Las Fuentes, con casas de acabados de lujo y jardines, parecen abandonados: por todos lados, letreros de renta o venta.Para Rebeca Rodríguez Gómez, presidenta de la Comisión de Estudios Fronterizos y Promoción de los Derechos Humanos, A.C. (Cefprodhac), la emigración de empresas y familias comenzó en Nuevo Laredo entre 2003 y 2004, a partir del vacío de poder que generó la confrontación del Operativo México Seguro con los cuerpos policiacos municipal y estatal.Ahora, dice, el fenómeno se ha generalizado en la llamada Frontera Chica, que comprende cinco municipios además de Reynosa, Río Bravo, Valle Hermoso y Matamoros, donde se multiplican las viviendas que se rematan o rentan por cantidades irrisorias, hasta hace poco impensables. Según Matt Ruszczak, “hace cinco años el Valle del Río Grande tenía una economía rural, basada en la agricultura. Hoy, el área se está convirtiendo en una de las más exitosas de comercio internacional, industrial y de servicios. Se ha situado ya dentro del primer nivel de desarrollo comercial”.A su vez, la activista Rodríguez Gómez afirma que los indicadores de inseguridad bajaron con el arribo de refuerzos militares en 2007, pero “llegaron de una manera tan agresiva a Tamaulipas –irrumpiendo impunemente en las casas y colocando retenes en los que hacen revisiones exhaustivas indiscriminadas– que aumentaron en la gente el sentimiento de inseguridad”.En 2007, el Cefprodhac registró 176 homicidios en las ciudades de la frontera tamaulipeca, de los cuales al menos 67 estuvieron relacionados con el narcotráfico; en Nuevo León fueron 107 las víctimas del narco en el mismo año, mientras que en Torreón sólo hubo 19 homicidios de este tipo, pero el Ministerio Público levantó 103 actas circunstanciadas por desaparición de personas, en las que al menos 30 casos correspondieron a empresarios levantados.Justamente en Torreón, en mayo de 2007 se difundió una carta enviada presuntamente por el cártel del Golfo al abogado Alberto Romero, para que alineara a empresarios con los que se relacionaba en diversos organismos empresariales y a quienes debió presentar un video. En la proyección (como se describió en Proceso 1595), el desaparecido jefe policiaco antisecuestros de la región, Enrique Ruiz Arévalo, con los ojos vendados y visiblemente golpeado, daba nombres de empresarios presuntamente relacionados con el cártel de Sinaloa. La carta, firmada por el cártel del Golfo, advertía: “(…) nosotros no venimos a robar a nadie, simplemente venimos a hacer negocio. Aclarando que será molestada la persona que tenga negocios ilícitos fuera de nuestra organización. Esta es una petición de carácter urgente e irrevocable”.Y, entre otras cosas, advertía: “Sin más por el momento, se les informa que cualquier desacato ante dicha petición tendrá consecuencias irreversibles para su persona y socios del sistema empresarial”.
La firma de la carta era “F.E.C.E.Z”, y abajo decía: “Cártel del Golfo”.
A diferencia de las ciudades mexicanas, en la zona metropolitana de McAllen no se han producido recientemente ejecuciones relacionadas con el narcotráfico, como tampoco levantones ni secuestros.
Alerta para viajeros
Si de acuerdo con el censo de 2006, 87% del Área Metropolitana de McAllen era ya de población hispana, sólo de 2007 a 2008 la venta de casas ha aumentado 25%, con un incremento de 32% sólo en mayo pasado respecto del mismo mes de 2007.La Casa McAllen en Monterrey –una extensión de la Cámara de Comercio de McAllen para fomentar la actividad comercial en México– realizó en junio pasado, durante tres días, una Expo de Bienes Raíces que tuvo ventas promedio de 30 clientes diarios.Sergio García, empresario editorial originario de Matamoros, Tamaulipas, que desde hace cinco años vive en McAllen, refiere que en el Valle del Río Grande “no ha bajado el crecimiento como en otras ciudades de Estados Unidos. Te puedo dar nombres de al menos 10 familias que en seis meses se instalaron en Brownsville por la inseguridad. Del lado estadunidense les ha ido bien”.Por su parte, Jesús Martínez, dueño de restaurantes de cabrito y carnes asadas en Reynosa, prepara la inauguración de una sucursal en McAllen, obligado por las bajas ventas del lado mexicano, fenómeno que atribuye al hecho de que el gobierno de Estados Unidos recomienda a sus ciudadanos no viajar a México. Por eso, señala, “la gente tiene miedo de ir. Y precisamente esa gente, los estadunidenses, o los pochos, son nuestro mercado”.Se refiere a los comunicados que emite el Departamento de Estado ante la inseguridad en las ciudades mexicanas, como la “Alerta para viajeros” que, emitida en septiembre de 2007, fue actualizada el 14 de abril y tiene vigencia hasta el 15 de octubre de 2008. Allí, las autoridades estadunidenses advierten sobre “la actividad criminal violenta” que se está dando en la zona fronteriza de México.Jesús Martínez manifiesta: “Sucede una cosa: hay gente que hace un negocio ilícito, se enrola con la sociedad y aparenta ser un empresario normal; cuando le sucede algo, los vecinos y conocidos se asustan y hay sicosis. Eso es lo que pasa: la gente se espanta, tiene miedo y se viene para acá... prefieren salir de Reynosa”.Un empresario mexicano que vive en El Cimarrón, del lado estadunidense, conversa con el reportero y se ofrece a guiarlo en un recorrido a condición de omitir su nombre. Recuerda que hasta hace poco este fraccionamiento era llamado “El Cereso de Reynosa 2”, por ser el lugar predilecto de los capos del Golfo. “Ahora –confía– todo mundo quiere vivir aquí. Los narcos aquí no sacan la cabeza; mejor cruzan por la línea Centri (vía rápida del puente para residentes), para cometer sus felonies”.Conforme avanzamos desde El Cimarrón hacia la frontera, se observan precios cada vez más accesibles y la proliferación de vehículos con placas de Tamaulipas y Nuevo León. “Hay mucha gente que tiene que seguir trabajando en Reynosa: ejecutivos de maquiladoras, comerciantes, dueños de alguna fábrica pequeña. Pero viven de este lado, acá tienen a sus familias”, explica el residente con 16 años en McAllen. Más adelante hay condominios de lujo construidos en forma de herradura, como una fortaleza que protege el área común. Es Misión San Antonio, un fraccionamiento cerrado con 15 mil metros cuadrados de áreas verdes, un lago, juegos para niños, una casa club y un centro de negocios. La publicidad ofrece “Financiamiento para mexicanos”.El guía se despide afuera de un centro comercial sobre Shary Road, donde destaca un letrero en mármol y letras doradas que reza: “Tacos al pastor”. Está próximo el puente internacional Reynosa-Phar.“Bienvenidos a México”, anuncia un letrero bajo el cual se colocó un cartelón con la leyenda: “Se Buscan”. Exhibe las fotografías de Heriberto Lazcano El Lazca, El Hummer y Miguel Treviño El Mike, jefes de Los Zetas.Mientras tanto, en sentido contrario, por el carril Centri se acumula el tráfico vespertino de vehículos último modelo. Son los empresarios y ejecutivos que, obligados a operar en México, regresan a dormir a McAllen y su zona metropolitana…
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