El Estado Cadáver
Por Fausto Fernández Ponte
A Herlinda Fernández Aguirre, ser excepcional, que se liberó ya de las ataduras terrenales.
I
Decíase ayer aquí que el Estado mexicano es un cadáver. Caducado funcionalmente y cesado en lo moral, sin nutrimento filosófico ni razón motivacional de ser, es un ente en descomposición molecular de sus tejidos, que se desintegran.
Mas ese proceso de descomposición hacia la desintegración moral inexorable se traduce ya, inequívocamente, en desmoronamiento físico. Carece en su estatus post-morten de alcance real de las potestades devenidas de un contrato social.
Pero posee aun, en su presente condición mortal, de capacidades de impulsos reactivos automáticos. Sus tejidos musculares se mueven grotescamente, sin ton ni son, ajenos a ímpetus volitivos ordenados por un cerebro funcionando
Son impulsos nerviosos, pues, propios de la calidad de estertores que identifican la condición de necrosis de un tejido. Ello mueve a percepciones falsas de que el cadáver no es tal, sino un ente vivo, agonizante tal vez, pero vivo aun.
Pero no es el caso. El Estado mexicano es cadáver, confirmado por la percepción popular. En la ciencia política inglesa al fenómeno de una condición así --o similar-- se le identifica como "lame duck", literalmente pato manso, inmóvil; muerto en vida.
II
El Estado mexicano cesó --se convirtió en cadáver-- desde el instante mismo en que abdicó suicidamente de su razón constituida y constituyente de ser: velar funcionalmente por la seguridad de los gobernados. Seguridad pública. Y social.
Esa condición de necrosis de los tejidos del Estado mexicano explica lo ocurrente: la descomposición general cada día --cada minuto diríae sin incurrir en hipérbole-- que se manifiesta con dramatismo y espectacularidad conturbadora doquiera en México.
La sociología marxista define ese fenómeno como anomia, apoyándose en el origen mismo del término, acuñado por Emile Durkheim (1858-1917), quien lo entendió como enfermedad social, consistente en el relajamiento de las reglas morales y jurídicas.
Dicho de otro jaez, el término se aplica a la relación entre las normas sociales y el individuo, aquellas --las normas-- diseñadas y aplicadas por las instituciones que se ha dado éste --el individuo-- para garantizarle su seguridad y otros derechos.
Esas instituciones son el Estado. En el caso de México, el Estado ha cesado en su razón de ser y, desde luego, por concatenación silógica, ha caducado su razón de estar o existir. Lo que existe como Estado mexicano es una entelequia nominal.
Existe, pues, sólo de nombre. Las moléculas de sus tejidos --el conjunto sistémico y funcional de sus glándulas, músculos, neuronas, etcétera-- han perdido lo que conócese y denominamos vida. Tejidos muertos que decaen hasta desintegrarse.
III
Pero en ese proceso de descomposición que inexorablemente concluirá en desintegración total, sin residuos vestigiales importantes, persiste la putrefacción. Ese malodor es pestífero y dado ese atributo mefítico el ambiente se enrarece.
Un ambiente así enrarecido propicia patologías individuales y sociales; éstas ya aparecen. Los andamios intitucionales --los del estado de derecho y la cultura-- de la convivencia societal pierden sus puntos de apoyo y centros de gravedad y equilibrios.
El andamio, dolorosamente construido en el decurso histórico, se desmorona. Y sobreviene, como consecuencia, la caída, implícita de ruptura y destrucción. El ordenamiento de componentes del entramado --el Estado-- queda hecho añicos.
En ese contexto se inserta el origen de la delincuencia organizada, que va desde el tráfico ilícito de estupefacientes y psicotrópicos y los secuestros hasta el comercio bajo coartadas leguleyas y peudolícitas de influencias y mafias de la política.
¿Por qué se ha llegado a esa situación tan grave de un Estado cadáver (y las secuelas de tal necrosis) y cuáles son las vías que se tienen ante sí para superar los peligros que se ciernen sobre los mexicanos y qué hacer? El tema de la próxima entrega.
ffponte@gmail.com
Glosario:
Mefítico: dicho de una cosa que, respirada, puede causar daño, y especialmente cuando es fétida.
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