domingo, 03 de agosto de 2008 Por José Santos Cervantes/*Integrante de la Coordinación Ejecutiva del Frente Social por la Soberanía Popular/
La consulta nacional que se está llevando a cabo en todo el país tiene en primera como objetivo saber si el pueblo mexicano está de acuerdo o no en que las empresas privadas participen en las actividades de explotación, transporte, distribución, almacenamiento, y refinación de los hidrocarburos, que de acuerdo con la Constitución General de la República son exclusivas del Estado y como consecuencia lógica la segunda pregunta consiste en saber si está o no de acuerdo en que se aprueben las iniciativas relativas a la reforma energética que se debaten en el Congreso de la Unión.
El resultado ha sido apabullante por el NO en las dos preguntas, más del 80% de los participantes así lo dejó establecido en los diez primeros estados de la república participantes en la Consulta Nacional en la que participaron cerca de dos millones de mexicanos. Independientemente de cómo se hubieran planteado las preguntas, el resultado iba a ser el mismo. Es irrelevante que el gobierno, el PAN, el PRI y sus legisladores argumenten que las preguntas inducían a determinada respuesta. Como también es ya irrelevante que se diga que la participación fue baja. Si los resultados hubieran revelado que tanto el SI como el NO, estaban parejos entonces estarían sirviéndose de la Consulta para respaldar su empeño privatizador y entreguista.
Pero como el resultado fue una derrota por nocaut contra los privatizadores y su costosa campaña, entonces no dudan en buscar inútilmente pretextos para descalificarla. Porque no sólo es a la consulta a la que han descalificado, sino desde que se iniciaron las movilizaciones para denunciar la intención del gobierno de Felipe Calderón de modificar la legislación para privatizar PEMEX, se argumentó que dichas movilizaciones tenían otros fines y de manera reiterada negó dicha acusación. Sin embargo de manera intempestiva comenzó una campaña mediática para preparar el terreno en la opinión pública favorable a la modificación legal, y de la misma manera presentó la iniciativa con el fin de que se legislara en unas dos semanas o menos cuando el periodo ordinario de sesiones estaba por culminar en el mes de abril y no lo logró. Esa fue la primera derrota de Calderón.
Las movilizaciones permitieron la toma de las tribunas parlamentarias en el Senado de la República y en la Cámara de Diputados y se impidió que se diera el albazo legislativo puesto que tramposamente el gobierno de Calderón pretende, sin modificar la Constitución, entregar la explotación de los hidrocarburos al capital extranjero modificando y estableciendo leyes secundarias, lo cual se puede hacer por mayoría simple de los legisladores presentes. Tampoco pudieron hacerlo y se vieron obligados tanto Calderón, y los legisladores del PRI y del PAN a aceptar someter a un debate dichas iniciativas. Esta fue la segunda derrota.
Durante las 21 sesiones en que se desarrolló el debate quedó al descubierto todo lo tramposo que encerraba la iniciativa calderonista, en cuanto a que pretende entregar la riqueza petrolera y sus productos al capital extranjero mediante un proceso lleno de acciones corruptas. Pero además durante el debate quedó al descubierto el saqueo, el robo descarado, el tráfico de influencias, que han llevado a cabo estos gobiernos neoliberales en contubernio con los oligarcas nacionales y extranjeros fundamentalmente norteamericanos y españoles. Ni una sola sesión de los debates la pudieron ganar los privatizadores. Esta fue la tercera derrota.
Como tahúres los priístas se sacaron una última carta de la manga. Con bombo y platillo presentaron su "propia" iniciativa que es la misma gata sólo revolcada en algunas partes y con esto creyeron que iban a desactivar la Consulta Popular y que el pueblo se iba a tragar la píldora, pero no lo lograron. Los resultados contundentes de la primera parte de la Consulta Nacional con más del 80% por ciento en contra de la privatización y por tanto en contra de las iniciativas de Felipe Calderón (léase Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial) constituyen la cuarta derrota y eso que todavía faltan los golpes que le asesten en las más de veinte entidades federativas que faltan, entre ellas Zacatecas que participará el domingo 24 de agosto.
Esto es lo que ya no quiere la derecha privatizadora panista, priísta y una parte perredista y por eso, antes de que el pueblo les dé otra felpa, les urge dictaminar sus iniciativas entreguistas y vendepatrias. Pero como dice el dicho: la quinta es la vencida, y aunque apuestan a que con la complicidad de algunos legisladores del Partido de la Revolución Democrática, puedan sacar por fin la contrarreforma energética, a través de sus consabidas negociaciones y consensos, con las que paradójicamente siempre sale perdiendo el pueblo y la nación, se equivocan nuevamente.
El pueblo mexicano se ha dado cuenta por fin que ya no está representado ni en el poder Ejecutivo, ni en el Legislativo, mucho menos en el Judicial, el poder público ya no le pertenece, ahora este sólo sirve a la oligarquía. Es decir, el pueblo al comenzar a salir del letargo propagandístico neoliberal, con las movilizaciones y la consulta, está empezando a ejercer su soberanía porque se da cuenta que el poder público ya no se instituye en su beneficio como lo establece el artículo 39 constitucional y entonces el paso siguiente es hacer efectiva la otra parte del mismo artículo: el pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.
Porque al igual que hace cien años hoy padecemos una dictadura, ahora en manos del gran capital nacional y sobre todo extranjero, que utilizan al poder público como instrumento para aplicar sus políticas y este poder público es producto de un régimen político y de un sistema de partidos acorde a los intereses de esa oligarquía. De esto también se está dando cuenta el pueblo, por eso ya no confía en los partidos políticos electoreros, cualquiera que sea. El pueblo se da cuenta que la vía electoral para resolver sus problemas fundamentales con este sistema electoral y de partidos, carece de perspectiva, y por eso está en la etapa de construcción de una salida revolucionaria pacífica con otros medios y con otros actores políticos.
Calderón, y sus huestes de legisladores panistas y priistas están como Porfirio Díaz en los primeros meses de 1908 cuando concedió la entrevista al periodista norteamericano James Creelman diciendo que era "un error suponer que el futuro de la democracia en México ha sido puesto en peligro por la prolongada permanencia en el poder de un sólo presidente" y en menos de dos años el pueblo no sólo lo había echado del poder sino que salió huyendo. Hoy priístas, panistas e incluso algunos perredistas no se dan cuenta que el pueblo ya se cansó de más de 25 años de una sola política: la neoliberal y que no falta mucho para que les suceda lo que al viejo dictador.
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