Por: Edna Lorena Fuerte
Siempre son difíciles las despedidas, sobre todo cuando sabemos que son definitivas; sin embargo, cuando la gente se va, nos permitimos valorarla con mayor intensidad, analizar cuidadosamente cuál es y ha sido su papel en nuestras vidas y la importancia de cada uno de sus actos.
El maestro Víctor Hugo Rascón Banda ha sido una figura emblemática del ámbito cultural en nuestro país, no sólo por huella como autor, sino sobre todo, por su gran labor como defensor de la cultura, vocero de los derechos de los autores y líder del gremio de creadores.
Como director de la Sociedad General de Escritores de México, fue durante años el rostro de batalla de algunos de los hombres más valiosos de nuestro país, su nombre se volvió un emblema contestatario y de gran fortaleza, junto con su continua labor creativa, siempre apegada al arte dramático, aun tocando otras formas de literatura.
Pero antes que todo esto, Don Víctor Hugo fue un muchacho que, como él mismo lo dijo, salió de las Barrancas del Cobre, en Chihuahua, con una maleta llena de sueños, y se fue a hacerlos realidad con un día a día lleno de logros y esfuerzos. Fue siempre un hombre valiente dispuesto a dar la cara por los valores culturales de nuestro país.
Sirva este texto para hacer un reconocimiento al gran maestro, un homenaje activo que ve en este hombre, en su historia de vida, sus actos y obras, una trascendencia más allá de lo perecedero de la materia con que está hecho el hombre; y entonces puede seguir andando por el camino que estas grandes personas van mostrando.
Así, como promotor de la cultura, Rascón Banda nos deja grandes enseñanzas que debemos valorar y continuar, pues es triste pensar que no se pueda ser profeta en la propia tierra, que los esfuerzos de toda una vida no puedan echar raíces justo en el suelo de donde uno viene.
Por figuras como el maestro es necesario que analicemos el panorama cultural de nuestro estado y nuestra ciudad, qué ofertas tenemos los ciudadanos para incrementar nuestro acervo, a qué tipo de recreación estamos expuestos. Por ejemplo, el Festival Chihuahua que se realizará este año y contará con la destacadísima presencia del tenor Plácido Domingo es una muestra de lo que merece nuestro estado y lo que podemos dar al mundo los chihuahuenses.
Pero se trata de un evento anual, dirigido a un espectro muy reducido de la población, no a una propuesta de difusión cultural continua y estratificada, que toque a los sectores más amplios o vulnerables de la población: los jóvenes, y más aun, los que viven en situación de riesgo, merecen que, como sociedad, hagamos un esfuerzos por ofrecerles otras vías de entretenimiento.
La cultura no es sólo un artículo de lujo para ciertas clases sociales que pueden consumirla como algo exclusivo, es un valor humano, y es obligación del Estado y de la sociedad, asegurar su acceso, crear mecanismos de convivencia que socialicen el arte, la lucha que muchos hombres vuelven su causa de vida, que es la defensa de la cultura, como ha sido el caso del maestro Víctor Hugo, de ser una enseñanza para las sociedades.
No es sólo la causa de un hombre, la difusión cultural de ser la bandera de todo un pueblo. Nuestra ciudad está atravesando por momentos muy difíciles en los que la nota del día es siempre la inseguridad, no sólo para nuestros medios de comunicación, sino también en las charlas cotidianas y en la sobremesa familiar.
Debemos encontrar la manera de salvar a nuestra ciudad, de ampliar sus horizontes hasta encontrar una realidad más amable para todos, una en donde los valores culturales se mantengan muy en alto, que sean la bandera de una profunda transformación social. Nuestra frontera es una zona de encuentro, donde la cultura de todo el país puede tender un nicho muy fértil.
Se trata de trabajar por las condiciones adecuadas para que germine la semilla del arte, para que todos tengamos oportunidades, para que nuestros jóvenes de la Sierra, de los grandes suburbios de las ciudades o de la zona rural más pobre, no tengan que irse con su maleta de sueños a hacerse grandes a otros sitios, sino que aquí mismo puedan tener un espacio de realización artística. Luchar por la cultura es posible, Víctor Hugo Rascón Banda nos lo demostró con su vida, que no se acaba ahora, a pesar de la despedida, pues le sobreviven sus obras.
Cd. Juárez, Chihuahua a 01 de Agosto del 2008
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