Félix Sautie Mederos
Después de las celebraciones del 55º aniversario del Asalto al Cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, el pasado 26 de julio y cuando sólo nos quedan los ecos de esas actividades, quisiera plantear algunos criterios sobre la actualidad y vigencia de los procesos iniciados en igual fecha del 2007, porque “cambiar todo lo que deba ser cambiado” fue un concepto que tomó mucha fuerza en la conciencia colectiva de un pueblo que espera soluciones concretas que lo saquen del estancamiento en que nuestro proceso revolucionario se encuentra; entre otros motivos, por causa del inmovilismo triunfalista que no acepta sus propios errores, que no admite ninguna opinión que no coincida con sus específicos criterios de concebir el desarrollo y desenvolvimiento del socialismo de manera totalmente centralizada y que es presidido por un único pensamiento sacralizado que se considera capaz de analizarlo todo, de resolverlo todo y de arbitrarlo todo.
En mi opinión, si definitivamente no dejamos atrás esas formas de abordar el desenvolvimiento de la actividad revolucionaria, no podremos en realidad salvar las conquistas de la Revolución. Digo esto porque lo percibo cada día en las opiniones, las angustias y los anhelos de la población, que se siente permanentemente juzgada como la única responsable de todos los problemas por causa de indisciplinas, de baja productividad, de no participación, y de búsquedas subterráneas en una economía centralizada que no le ofrece verdaderos espacios de subsistencias.
Yo estoy plenamente de acuerdo con que se le deben explicar “oportunamente a nuestro pueblo las dificultades” para prepararnos a enfrentarlas y, además, que en el horizonte se presentan grandes problemas mundiales con la energía, los alimentos y el cambio climático; también apoyo con toda la fuerza que me es posible aquello de que “no podemos gastar más de lo que tenemos” porque esa no ha sido la norma que durante muchos años se ha seguido en una economía que se ha ido poniendo en crisis no solo por la acción perversa del Bloqueo norteamericano que es parte de la guerra económica que nos tiene declarada el Gobierno de los Estados Unidos, sino también con mucha incidencia por causa de los voluntarismos e idealismos carentes de fundamento objetivo implantados centralmente sin posibilidades algunas de objetarlos, al punto de que cualquier crítica al respecto se le descalifica y se considera como una acción del enemigo. Es evidente la existencia de una corriente de inmovilismo triunfalista que pugna por frenar los cambios necesarios dentro del socialismo y que sólo acepta una única vía de construirlo. En consecuencia, creo que cuanto más difícil es la situación más necesario es analizar y tener en cuenta los criterios, las angustias del pueblo, así como las expectativas que tiene y sus muy específicos intereses, al objeto de promover su esperanza y mover su voluntad con formas reales de participación efectiva en la economía, que lo conviertan en un sujeto económico activo y no en un pasivo receptor de las grandes ideas y sueños que muchas veces poco tienen que ver con su realidad.
A la vez que expreso estas opiniones, saludo con fuerza el propósito expresado por Raúl Castro de analizar con el pueblo, en particular con los trabajadores, los problemas y tareas fundamentales, pero para eso hay que desembarazarse definitivamente de las ideas y sueños que nada tienen que ver con la realidad y dar al pueblo la participación que le corresponde. Así se podrá comenzar a resolver los problemas que nos están corroyendo poco a poco.
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