Barómetro Internacional
La ONU inoperante ante el conflicto más sangriento desde la Segunda Guerra Mundial
Por Ernesto Tamara
Las Naciones Unidas parecen incapaz de frenar los conflictos en la República Democrática del Congo, tras la nueva ofensiva desatada por las tropas rebeldes lideras por Laurent Nkunda, del Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP) en la rica región de Kivu Norte, en la frontera con Uganda y Rwanda. El conflicto más sangriento desde la Segunda Guerra Mundial ha causado ya, desde mediados de los 90, más de cinco millones de muertos. Algunos sospechan que las grandes potencias fomentan la ingobernabilidad del país para mantener una especie de proectorado, donde distintos grupos saquean los recursos naturales, especialmente el coltán, para venderlos a precios de gangas a las multinacionales.
Naciones Unidas envió un reducido contingente de tropas de la Misión de Paz a Goma para frenar el avance de las tropas rebeldes que se encontraban a 7 kilómetros de esa ciudad, mientras 45 mil refugiados huían de un campamento de desplazados en la localidad de Kibati, a 10 kilómetros de Goma.
Según informes de prensa, los rebeldes tomaron el control de una importante base militar, tras un cruento enfrentamiento que dejó un número desconocido de muertos y heridos.
El campamento militar se encuentra en la aldea de Rumangabo, también en la región de Kivu del Norte. Por su parte, la emisora Radio Okapi, de la ONU, citó Bertrand Bisimwa, portavoz para de los efectivos de Nkunba, quien afirmó que la toma de la instalación fue en represalia por recientes ataques del ejército contra dos posiciones insurgentes
Para el vocero, la ocupación de la base por los rebeldes tiene el fin de frenar las ofensivas de las tropas gubernamentales.
La zona de los combates, frontera del Congo con Uganda y Rwanda, es el centro de producción minera del coltran, mineral fundamental para las producción de las baterías de la nueva generación de teléfonos móviles y baterías de larga duración para equipos electrónicos portátiles.
En las últimas semanas, los rebeldes apoyados por el gobierno de Rwanda, según las autoridades del Congo, rompieron los débiles acuerdos de paz alcanzados a principios de año y lanzaron una ofensiva en la región de Kivu Norte. Los combates ha provocado una oleada de desplazados y se abre la posibilidad de que por primera vez las tropas de la Misión de Paz de la ONU se vean envueltas en una acción militar de gran envergadura. La primera línea de combate está integrada por unos 600 soldados de Uruguay, armados con fusiles, mientras que las tropas rebeldes que avanzan, y ahora están estacionadas a poco kilómetros de la ciudad, las superan en número y estarían apoyadas por tanques.
El Consejo de Seguridad de la ONU sigue sin pronunciarse al respecto, mientras la Unión Europea inició una gestión mediadora entre los gobiernos de la República Democrática del Congo y Rwanda para poner freno a la violencia.
El Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, calificó la situación de “muy amenazadora” y subrayó la neutralidad de las Naciones Unidas en el conflicto. Ki-moon también reclamó diálogo al general rebelde Laurent Nkunda.
La MONUC desempeña un papel muy importante, y tiene el mandato de proteger a los civiles, “pero no podemos estar de parte de ninguno de los beligerantes. No podemos ser identificados como tal”, destacó Ban en una declaración divulgada en Nueva York.
El secretario general de la ONU, actualmente de gira por la India, advirtió que la situación en el Congo es muy alarmante y dijo que está en constante contacto con los dirigentes de esa región y con diversas potencias mundiales.Expresó preocupación por las recientes protestas y ataques físicos contra la MONUC por parte de civiles congoleses. “Esto se debe a un malentendido sobre su función. Naciones Unidas está allí para mantener la paz y la estabilidad”, dijo el Secretario General. Ban instó por otra parte a los líderes africanos a tomar medidas concretas para mantener el frágil acuerdo de cese al fuego acordado entre el gobierno en Kinshasa y los sublevados que lidera el general Nkunda.
Por su parte, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, la surafricana Navi Pillay, expresó profunda preocupación por los asesinatos y violaciones reportados en la provincia de Kivu del Norte. En un comunicado entregado a la prensa en esta sede central de la ONU en Nueva York, Pillay afirmó que aún se desconoce el número de víctimas ocasionadas por la violencia en esa provincia congolesa y alertó que la situación allí es peligrosa en extremo.
Según reportes en poder del organismo de derechos humanos de la ONU, soldados desertores del ejército nacional congolés están implicados en actos de saqueos, asesinatos y violaciones en la ciudad de Goma, la capital provincial. También se culpa de asesinatos selectivos a los grupos armados leales al general Nkunda.
La Alta Comisionada urgió al gobierno en Kinshasa a aplicar reformas institucionales radicales para que las fuerzas de seguridad del país puedan desempeñar un papel apropiado. “Sin profundas reformas, continuarán las violaciones de derechos humanos y no se logrará una paz duradera”, señaló Pillay en su comunicado. “Es imprescindible poner fin a la impunidad”, subrayó.
Europa, que quiere retomar la iniciativa perdida en Africa, anunció que estaría dispuesta a enviar tropas al Congo para colaborar con Naciones Unidas, aunque aclaró que sólo se trata de una sugerencia que debería ser acordada por todas las partes involucradas.
A fines de la semana pasada, el ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Bernard Kouchner, dijo que la Unión Europea estaba dispuesta a enviar unos 1.500 soldados a la región de Kivu, pero un día después aclaró que sólo había sido una sugerencia y que estaba en consulta con los miembros del bloque para ver la viabilidad de la medida.
Francia ejerce la presidencia rotatoria de la U.E y Kouchner, acompañado del secretario de Exteriores británico, David Miliband, viajaron a la capital congoleña, Kinshasa, en una misión para tratar de negociar la paz. Tras reunirse con el presidente Joseph Kabila, el ministro francés ha dicho a los periodistas que los Estados miembros de la U.E se reunirán este viernes en Bruselas para discutir la situación de Congo, y la posibilidad del envío de tropas.
El ministro Miliband ha dicho que «no hay nada descartado en términos de un compromiso europeo, pero en este momento las fuerzas militares provienen de Naciones Unidas, por lo que el proceso político necesita venir de las partes en el terreno y nuestro papel es ayudar a que eso ocurra». Miliband y Kouchner también viajaron a Rwanda para conversar con el presidente Paul Kagame, que respalda al general rebelde.
Estados Unidos, en pleno proceso electoral y con carencia de iniciativas, sigue ausente en los esfuerzos internacionales para detener la violencia.
El gobierno de la República del Congo, presidido por Joseph Kabila, ha solicitado la colaboración de la ONU, Unión Europea, la Unión Africana y su vecino del sur, Angola, para frenar la ofensiva rebelde.
Kabila exhortó recientemente a su pueblo a movilizarse para “apoyar a nuestras tropas y a nuestro gobierno y preservar la unidad y la paz”, mientras el opositor Nkunda instó a levantarse en contra del poder constitucional.
El ministro congolés de Cooperación Internacional y Regional, Raymond Tshibanda, en una visita a Luanda, capital de Angola, solicitó al presidente de este país, José Eduardo dos Santos, apoyo para solucionar el conflicto y denunció la injerencia extranjera.
La República Democrática del Congo (RDC) acusó a Rwanda de apoyar al ex general rebelde Laurent Nkunda Bwatare en la guerra que lleva a cabo en el este del país. A su vez, la Agencia Panafricana de Noticias (PANA) transmitió un comunicado del canciller congolés, Antigas Mbusa Nyamwisi, sobre la situación en la región oriental, donde denunció que Rwanda refuerza sus posiciones militares a lo largo de la frontera común, principalmente en las localidades de Bunagana y Kibumba, en la provincia de Kivu del Norte.
Las Naciones Unidas tiene un contingente de los 20.000 efectivos, entre militares y civiles en ese país africano desde 2003 y ha gastado una media de 1.000 millones de dólares anuales en el mantenimiento de esta fuerza «disuasiva y humanitaria», sin lograr contribuir a la estabilidad del país, ni mucho menos resolver el problema de los más de 1,1 millones de refugiados internos. Por el contrario, las fuerzas de las Naciones Unidas parecen haber consolidado una división del país, donde tropas de los países vecinos de Uganda y Rwanda, tienen ocupados territorios de grandes riquezas mineras.
Catástrofe humanitaria
Agencias humanitarias de la ONU expresaron su preocupación por la suerte de la población civil de esa región.Según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), unos 250 mil residentes de esa zona han tenido que huir desde agosto a consecuencia de los combates, y el número de desplazados internos en Kivu Norte sobrepasa los 850 mil. Esta oficina precisa que esas cifras son sólo aproximadas, ya que la situación cambia constantemente y “muchos más podrían estar en camino hacia áreas más protegidas”.
Las necesidades más perentorias son las de albergue, alimentos, agua y saneamiento, salud y protección. Una tregua unilateral declarada por los rebeldes el pasado viernes, permitió la apertura de “corredor humanitario” por lo que por primera vez en varios días ha comenzado a llegar agua potable y alimentos a los refugiados en Goma. Tanto la OCHA, como UNICEF lanzaron un llamado internacional para dar rápida respuesta a la situación, que algunos califican como “catastrófica”
Mientras tanto, miles de manifestantes protestaron en la ciudad de Goma por lo que consideran incapacidad y pasividad de la ONU. Los marchistas calificaron a los 17 mil cascos azules de las Naciones Unidas de ser incapaces de protegerlos de las acciones de los rebeldes, las cuales obligaron a muchos residentes a abandonar sus casas en las últimas semanas. Según testigos de los hechos los manifestantes lanzaron piedras contra la oficina de la organización mundial, destruyeron varios automóviles y ventanas.
”La desgracia de ser rico”
El Congo consiguió su independencia y eligió a Patrice Lumumba, un Panafricanista progresista, como primer ministro en 1960. Murió asesinado poco después de una conspiración en la que la CIA estuvo involucrada. Los EE.UU. colocaron y apoyaron a Mobutu Sese Seko, quien gobernó tiránicamente durante más de 30 años, saqueando la nación. Desde su muerte, el Congo ha estado en guerra, especialmente desde 1996, provocada por invasiones de los vecinos Rwanda y Uganda, en supuestas luchas tribales que tienen como fondo la explotación del coltán.
La última etapa del conflicto se inició en 1998. Rwanda y Uganda (dos gobiernos títeres de EEUU) ocuparon una parte del territorio congoleño con la intención de controlar las minas de coltán.
En 18 meses Rwanda consiguió unos beneficios de 250 millones de dólares con la venta de ese mineral que no posee. Al final en la guerra participaron siete países: Zimbabwe, Angola, Zambia, Namibia, Rwanda, Uganda y el propio Congo, esta guerra se denominó la “primera guerra mundial africana”.
Empresas como Nokia, Sony, IBM, Intel, etc., pusieron sus ojos en este país y crearon toda una serie de empresas, en algunos casos “fantasmas”, para conseguir los contratos de explotación.
“El coltán se ha convertido efectivamente en la principal fuente de la desestabilización de las provincias del este de la República Democrática del Congo (las dos provincias del Kivu y el Ituri), por el afán de las guerrillas locales y de las multinacionales de controlar su explotación y comercialización” sostiene Mbuyi Kabunda, profesor del Instituto Internacional de Derechos Humanos de Estrasburgo y de Relaciones Internacionales y Estudios Africanos de la Universidad Autónoma de Madrid, en una entrevista publicada en un diario español. ”Se ha instaurado en la zona una verdadera economía de saqueo máximo controlada por Rwanda, Uganda y las guerrillas locales. Del 60 al 70 por ciento de la producción de este mineral transita por Kigali, en Rwanda añadió Kabunda.
Rwanda y Uganda se enfrentaron en Kisangani, en agosto de 1999 y abril-mayo de 2000, para el control de la explotación de los yacimientos de diamantes, oro y coltán. Estos dos países se han convertido en los principales exportadores de coltán y de los diamantes saqueados del Congo. Por lo tanto, estos países directamente, o por guerrillas interpuestas, tienen interés en la desestabilización del este de ese país, donde intervienen constantemente desde 1998, bajo el pretexto de luchar contra sus movimientos de guerrilla respectivos que actúan a partir del territorio congoleño, pero en realidad para saquear los recursos naturales y financiar sus economías o para el enriquecimiento personal de las elites de estos países (políticos y altos cargos militares). El balance del coste humano de estas prácticas es escalofriante: más de 4 millones de muertos, víctimas de represalias, asesinatos, atrocidades, desplazamientos, violaciones…, en los dos Kivu y en el Ituri”.
“La responsabilidad de Occidente”, añade Mbuyi Kabunda, “estriba en primer lugar en el comercio de armas, vinculado con las actividades de importación-exportación en la zona. Se ha creado en el este de la República del Congo una zona de nadie donde hombres de negocios, militares y políticos ruandeses, ugandeses y congoleños sacan importantes beneficios en el saqueo de los recursos minerales. En segunda lugar, sin la fuerte demanda de materias primas por algunas multinacionales occidentales, que compran a los beligerantes el coltán, vendido indirectamente en los mercados europeos y norteamericanos, este conflicto ya había finalizado. Todos estos actores, nacionales, regionales y occidentales sacan beneficios de la porosidad de las fronteras de la RDC y la desaparición de las estructuras estatales en la parte oriental de este país. En la RDC, desde que accedió a la independencia en 1960 hasta la actualidad, Occidente siempre ha apostado por unos dirigentes al servicio de sus intereses mineros. Las desgracias de la RDC es ser un país enormemente rico, y la determinación de Occidente de controlar sus riquezas” subrayó Kabunda.
Por su parte, el obispo congoleño Jean Anatole Kalala Kaseba declaró a la prensa: ”Los que han creado esta situación pueden ponerle fin, especialmente Estados Unidos. La ONU está allí, incluso en mi diócesis. Son observadores. Tienen un programa que no quieren decirnos. Aseguraron que venían para ponerse entre los beligerantes, pero vienen a confirmar la partición del país” que facilitaría el dominio imperialista del territorio. “Tenemos razones para creer que (los soldados de la ONU) han sido enviados por las multinacionales”, agregó el prelado católico, y luego acusó: “La ONU quiere que fracase el diálogo intercongoleño para dirigir el país como un protectorado. Creo que la ONU está hoy al servicio de una gran potencia y hace lo que ésta quiere”.
ernestotamara@gmail.com
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario