martes, enero 20, 2009

Ante la geopolítica, laimpotencia



Israel ignoró las iniciativas diplomáticas propuestas por Hamas para prolongar la tregua pactada en julio de 2008 e incumplió la parte del acuerdo que le correspondía: no levantó el bloqueo económico a la Franja de Gaza. En un artículo que reproducimos a continuación, Richard Falk, relator de Naciones Unidas para los Derechos Humanos en los Territorios Palestinos, sostiene además que los ataques militares de Israel -que violan las leyes internacionales humanitarias y exhiben la debilidad de la ONU- cuentan con la complicidad de algunos países árabes, que consideran a Hamas aliado de Irán, su principal enemigo en la región.Durante 18 meses, el millón y medio de habitantes de la Franja de Gaza experimentaron un bloqueo impuesto por Israel y en su vida diaria enfrentaron una serie de traumantes desafíos. Un rayo de esperanza surgió hace medio año, cuando una tregua concertada por Egipto logró un cese al fuego que redujo a cero el número de víctimas israelíes, aunque muchos misiles de fabricación casera causaron ansiedad sobre todo en la fronteriza ciudad de Sderot. Durante la vigencia del cese al fuego, la dirigencia de Hamas en Gaza ofreció varias veces extender la tregua. Propuso incluso prolongarla durante 10 años, y dijo que sería receptiva ante una solución política basada en la aceptación de las fronteras de Israel previas a 1967. Israel ignoró estas iniciativas diplomáticas e incumplió la parte que le correspondía del acuerdo de cese al fuego. Éste implicaba una cierta disminución del bloqueo que había restringido la entrada de alimentos, medicinas y combustible a Gaza. Israel también negó permisos de salida a estudiantes con becas otorgadas en el extranjero, lo mismo que a periodistas de Gaza y a respetados representantes de ONG. Al mismo tiempo, dificultó cada vez más la entrada de periodistas, y yo mismo fui expulsado de Israel el pasado 14 de diciembre cuando intenté ingresar a la región para realizar mi tarea como representante de la Organización de Naciones Unidas para monitorear el respeto a los derechos humanos en la Palestina ocupada, es decir, en Cisjordania, el este de Jerusalén y la Franja de Gaza.Antes de la actual crisis, Israel utilizó su autoridad para impedir que observadores con credibilidad pudieran dar información veraz y precisa sobre la grave situación humanitaria, que estaba produciendo estragos en la salud de la población de Gaza, debido, entre otros factores, a la malnutrición -sobre todo infantil- y a la ausencia de tratamientos médicos para diversas enfermedades. Los más recientes ataques israelíes fueron dirigidos contra una sociedad que se encontraba ya en una situación grave debido al bloqueo que se había extendido durante 18 meses. Algunos hechos de esta última crisis son turbios y discutibles, ya que el público estadunidense, en particular, recibe 99% de su información filtrada a través del lente excesivamente proisraelí de la mayoría de los medios de comunicación. A Hamas se le acusa del rompimiento de la tregua por su supuesta renuencia a renovarla y por su presunto incremento de ataques con cohetes. Pero la realidad es más compleja. Durante el cese al fuego, no hubo un lanzamiento de cohetes sustancial desde Gaza hasta que, el pasado 4 de noviembre, Israel emprendió un ataque contra quienes, dijo, eran militantes en la Franja, matando a varios palestinos. Fue en ese momento cuando se intensificó el disparo de cohetes desde Gaza. En numerosas ocasiones, Hamas había hecho públicos llamados a prolongar la tregua, pero la oficialidad israelí nunca los tomó en cuenta. Además, es posible que no todos los cohetes atribuidos hoy a Hamas provengan de dicha organización. Esto, porque diversos grupos de milicias independientes operan en Gaza. Y algunos de ellos, como las Brigadas de Mártires de Al Aqsa, respaldadas por Al Fatah, son opositores de Hamas, y muy bien podrían inclusive estar lanzando cohetes para provocar o justificar una represalia israelí. Además, está plenamente confirmado que cuando Al Fatah, apoyado por Estados Unidos, tuvo bajo su control la estructura de gobierno de Gaza, fue incapaz de detener los ataques con cohetes pese a todos los esfuerzos concertados para lograrlo. Estos antecedentes refuerzan los indicios de que Israel inició sus devastadoras ofensivas el 27 de diciembre no sólo para detener el lanzamiento de cohetes o en represalia por los mismos.Durante varias semanas previas a la ofensiva israelí, era evidente que los líderes militares y políticos de Israel estaban preparando al público para una operación militar de gran escala contra Hamas. La fecha de los ataques pareció motivada por un conjunto de consideraciones: más que nada, el interés de los contendientes políticos Ehud Barak, ministro de Defensa, y Tzipi Livni, ministra de Relaciones Exteriores, en demostrar su dureza antes de las elecciones programadas para febrero, que ahora muy probablemente se pospondrán hasta que terminen las operaciones militares. Este tipo de demostraciones de fuerza por parte de Israel ha sido una característica de pasadas campañas electorales, y el gobierno israelí había sido certeramente criticado por el político militarista Benjamín Netanyahu, quien exhibía las deficiencias oficiales para preservar la seguridad. Como refuerzo de estas motivaciones electorales existía también una presión poco disimulada de la comandancia militar israelí, que deseaba aprovechar la oportunidad de Gaza para borrar los recuerdos de su fallido intento por destruir a Hezbolá durante la devastadora guerra de 2006 en Líbano, que así como le dio a Israel reputación de potencia militar, le atrajo amplias condenas internacionales por los intensos bombardeos sobre indefensos poblados libaneses, por el desproporcionado uso de la fuerza y por el uso de bombas de racimo sobre áreas densamente pobladas.Respetados comentaristas conservadores israelíes van todavía más lejos. En un artículo publicado recientemente en The New York Times, por ejemplo, el prominente historiador Benny Morris relaciona la campaña en Gaza con un conjunto de temores más profundos en Israel, comparables a los que precedieron a la guerra de 1967, cuando los israelíes se sintieron seriamente amenazados por la movilización árabe en sus fronteras. Morris insiste en que a pesar de la prosperidad israelí de los años recientes y de una relativa seguridad, diversos factores condujeron a Israel a actuar audazmente en Gaza: la percepción del persistente rechazo del mundo árabe a aceptar la existencia de Israel como una realidad establecida; las amenazas lanzadas por Mahmoud Ahmadineyad, junto con el supuesto empeño de Irán en adquirir armas nucleares; el recuerdo del Holocausto combinado con una creciente simpatía en Occidente por los reclamos palestinos, y la radicalización de movimientos políticos como Hezbolá y Hamas en la frontera de Israel. Morris argumenta de hecho que, con el aplastamiento de Hamas en Gaza, Israel intenta mandar un mensaje más amplio a la región, en el sentido de que no se va a detener ante nada para defender sus reclamos de soberanía y seguridad. De todo ello emergen dos conclusiones: La población de Gaza está siendo cruelmente castigada por asuntos ajenos a los relacionados con los cohetes y la seguridad fronteriza, y al parecer más bien con el propósito de mejorar las perspectivas electorales de los actuales dirigentes ante verdaderos riesgos de derrota, así como para advertir a otros en la región que Israel va utilizar una fuerza aplastante cada vez que sus intereses se encuentren en riesgo. Que semejante catástrofe humana pueda ocurrir con una mínima interferencia externa, también demuestra la debilidad de las leyes internacionales y de la Organización de Naciones Unidas, así como las prioridades geopolíticas de los actores más importantes. Nuevamente, el apoyo pasivo del gobierno de Estados Unidos a todo lo que hace Israel es el factor crítico, como lo fue en 2006, cuando lanzó su agresiva guerra contra Líbano. A su vez, los principales vecinos árabes, Egipto, Jordania y Arabia Saudita, con su extrema hostilidad hacia Hamas, al que consideran apoyado por Irán, su principal rival regional, también decidieran mantenerse al margen mientras Gaza es brutalmente atacada. Inclusive, algunos diplomáticos árabes atribuyeron los ataques a la desunión palestina o a la negativa de Hamas de aceptar el liderazgo de Mahmoud Abbas, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina.El pueblo de Gaza está siendo víctima de la geopolítica de la manera más inhumana posible: con una guerra que Israel mismo califica como "total" contra una sociedad básicamente indefensa, que carece de cualquier tipo de capacidad militar defensiva y es completamente vulnerable a las ofensivas israelíes realizadas desde bombarderos F-16 y helicópteros Apache. El hecho es que la Ley Internacional Humanitaria, tal como está establecida en las Convenciones de Ginebra, se hace a un lado mientras la ONU se revela otra vez impotente cuando sus principales miembros la privan de la voluntad política para proteger a poblaciones sujetas al uso ilegal de la fuerza a gran escala. Finalmente, esto significa que aunque la opinión pública grite y marche protestando por todas partes del mundo, la matanza va a continuar como si nada estuviese sucediendo. Nadie puede negar, mientras tanto, que el diario panorama de Gaza demanda un renovado compromiso con la Ley Internacional y la Carta de Naciones Unidas, empezando por Estados Unidos, especialmente con el nuevo liderazgo que prometió el cambio a sus ciudadanos, incluyendo un enfoque menos militarista de la conducción diplomática. (Traducción: Lucía Luna.)

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