Alexis Figueredo
Si observamos cuidadosamente el deterioro agudo y sostenido que padece la sociedad mexicana, deberíamos no menos que alarmarnos ante las recientes declaraciones hechas por el señor Stephen Hadley, asesor de seguridad nacional del presidente George W. Bush. Todo parece indicar que la administración saliente de EEUU., ha diseñado meticulosamente un riguroso proyecto de incursión física en territorio mexicano y que, sin duda, será una de las prioridades en la agenda del nuevo presidente electo Barack Obama. Es muy sintomático y evidente el orden en el que se desarrollan los acontecimientos.
El señor Hadley acaba de declarar que "las drogas amenazan la democracia en México", y pone esta "amenaza" en un contexto "potencial". Y lo que resulta más escalofriante es que, en sus declaraciones, utiliza los términos "terrorismo" y "narcoterrorismo"; eufemismos predilectos y puestos de moda por la maquinaria ideológica neofascista de la administración de Bush, para ejercer su política de invasiones y ocupación militar en diferentes zonas del mundo. Más adelante, las declaraciones de Hadley se van desnudando y, sin reparos y con absoluta desfachatez, anuncia la "voluntad del gobierno norteamericano de dar a las autoridades mexicanas todos los recursos para enfrentar más eficazmente el problema". Pero el asesor de seguridad nacional no se detiene ahí, es capaz de "sugerirle" al presidente Calderón, tomar como ejemplo la experiencia de Colombia como posibilidad para el triunfo contra la violencia.
A todo lo anterior se le debe añadir la "privilegiada" visita del presidente mexicano a conversar con el presidente electo Barack Obama, incluso antes de que este asuma su mandato; las declaraciones del gobierno mexicano de que " se siente bajo una gran amenaza" ante la escalada de la violencia, más la actitud de Bush de estar muy "impresionado" con el presidente Calderón por su incondicional disposición de colaborar con EEUU. El panorama político es aún más esclarecedor cuando nos detenemos ante la "iniciativa Mérida", delineada por los actuales presidentes de EEUU. y México.
EEUU. utilizó el Plan Colombia para intervenir militarmente este país. Hoy en día, el país suramericano se ha convertido en una zona militar estratégica norteamericana que amenaza con la desestabilización política de la región. Colombia, bajo la presidencia de Alvaro Uribe, se ha edificado como la quinta columna del continente ante la integración regional que pretende recobrar la soberanía e identidad de América Latina. Hoy, amanecimos con la noticia de que la CIA y diplomáticos estadounidenses, conocían de los asesinatos de civiles por parte del ejército colombiano, y que son presentados como bajas de la guerrilla. Es por esto que, cuando observamos el deterioro y el desastre que sacude a la sociedad mexicana, y como solución foránea se insinúa para México el macabro Plan Colombia, nos resulta imposible no encender las alarmas.
La postura del pueblo mexicano ante esta cruzada política e ideológica de EEUU. y en complicidad con el gobierno del PAN, debe ser firme y amplia. Se precisa movilizar a todos los sectores de las diferentes capas sociales y de oposición. La legalización de algunas drogas, como la marihuana, sería una manera eficiente de combatir el flagelo del narcotráfico. Se le debe exigir con ahínco y firmeza al gobierno norteamericano, que ponga fin al doble rasero y la hipocresía de sus políticas con respecto a las drogas. EEUU. es el mayor consumidor de estupefacientes y, mientras exista la demanda, habrá oferta.
Toda iniciativa y solución para combatir el tumor maligno e inducido que padece México, debe salir de sus ciudadanos y su gobierno. De otra manera, se estará contribuyendo a la colombianización inminente de este hermoso y amable país.
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