Que el fraude electoral jamás se olvide
Por Gerardo Fernández Casanova
Con el mejor deseo de que el año 2009 sea menos infeliz que como se augura, enfrentamos la consabida cuesta de enero con la incuestionable certeza de que todo pinta para peor. El país se desbarata y el régimen del fraude sólo atina a intentar barrer los escombros y esconderlos bajo la alfombra, exhibiendo una indolencia rayana en lo criminal. Allá en las alturas la crisis es solamente una aventura de alto riesgo, en tanto que acá en el llano todo es crujir de dientes. No puede simplemente desearse amor y paz, cuando la realidad obliga al odio y a la lucha. Odio a la injusticia y a la miseria; odio a la muerte por hambre. No puede haber paz si unos pocos disfrutan de todo en tanto que muchos –casi todos- carecen hasta de lo más indispensable. Habrá que luchar. Odiar y luchar por el amor y la paz.
Nos toca vivir una verdadera guerra mundial cuya expresión va más allá de los cruentos escenarios del genocidio palestino o de las absurdas guerras de Irak y Afganistán. Es la guerra de la economía que, sin disparar un tiro, destruye pueblos enteros por hambre. Pelean las naciones ricas por mantener sometidas a sus colonias y, dentro de las naciones, los sectores privilegiados por seguir expoliando a los pobres. Es importante no confundir la lectura; no se trata de una simple crisis cíclica del capitalismo, sino de una severa sacudida de las bases de una cultura que, en aras del consumismo, atenta contra la convivencia y la supervivencia de la humanidad; es la crisis de un modelo que ha privilegiado el individualismo y la competencia ruinosos, en perjuicio de la solidaridad y el bienestar colectivo. Es la crisis de los paradigmas que habrá que cambiar profundamente.
Es en esta concepción que toma cuerpo la lucha en defensa de la economía popular a la que nos hemos convocado quienes aspiramos a la construcción de un otro mundo posible. La movilización social que encabeza en México Andrés Manuel López Obrador y que se repite en todo el mundo con diferentes modalidades, tendrá que insertarse en la tarea del cambio de paradigmas. No se trata simplemente de lograr erradicar la carestía y de recuperar el empleo, sino de proveer a una nueva cultura para el bienestar fincado en la satisfacción de las necesidades materiales indispensables y en el goce de los bienes que recrean al espíritu. De nada serviría la lucha si se agota en el objetivo de que todo el mundo tenga dinero para comprar lo que se anuncia en la televisión (vocho y tele diría Fox).
De las propuestas de AMLO para la Movilización en Defensa de la Economía Popular destaco la que se refiere a la creación de las cooperativas de consumo, por ser el instrumento idóneo para la formación de la cultura de la solidaridad y de los paradigmas del consumo socialmente válido, ajeno a la mercantilización de la demanda popular. Es preciso convertir la exitosa fórmula de las brigadas en defensa del petróleo en promotores y capacitadores de cooperativas para la adquisición en común de los satisfactores indispensables que, a su vez, se conecten con los proveedores socialmente organizados en cooperativas de producción y distribución de bienes y servicios. Que el pequeño consumo de muchos se destine a la generación del empleo de muchos. De nada serviría el esfuerzo si sólo se destinara a comprar a precios de mayoreo las sopas instantáneas o las hojuelas de maíz industrializado o la ropa y el calzado de importación.
Sin demérito de lo anterior, es claro que el régimen espurio es el principal defensor del modelo que ha provocado la crisis y que insiste en su preservación, cuyos efectos pretende paliar con pura saliva declarativa y mediática. Ante ello, la movilización en las calles para protestar y exigir respuestas idóneas sólo podrá detenerse hasta asegurar el cambio, incluyendo el paro nacional y, sin duda, la defenestración de quien se hizo del poder por la vía del fraude y para mantener los privilegios.
La democracia participativa, que en el caso de la defensa del petróleo registró una experiencia de enorme riqueza, deberá encontrar en la defensa de la economía popular su ámbito natural por excelencia. Es claro para la gente que ante la crisis ninguna fórmula individual funciona; es preciso actuar en conjunto y participar en la solución. Ejercer la democracia es asociarse y ejercer la fuerza de la unión.
López Obrador está convocando a la organización de los comités de lucha en defensa de la economía popular en todo el país. El próximo 25 de enero se realizará una magna concentración en la Ciudad de México. Está pues en vivo la movilización. Habrá que sumarse.
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