Año 6, número 2525
Martes 17, febrero del año 2009
Mientras Patricia Espinosa, Secretaria de Relaciones Exteriores, entra a sustituir a Luis Téllez; quien no está por demás decirlo, dijo que daba por terminada “la polémica”, cuando compañeros reporteros trataron de entrevistarlo sobre las conversaciones que recientemente han salido a la opinión pública; y comienza a hacer declaraciones acerca de lo que ignora.
Como decir que la violencia se concentra solo en tres Estados de la República: Baja California, Chihuahua y Sinaloa. Pasando por alto lo que sucede en Coahuila, en Yucatán, en Zacatecas, en el Estado de México, en Durango y en el mismísimo Michoacán, donde las granadas y los policías baleados le han dado la vuelta al mundo. De recordar que la antigua Valladolid, hoy Morelia, es patrimonio de la humanidad.
Por no proseguir con la lista de los Estados en los que hay violencia, de la que solo se excluyen Tlaxcala y Baja California Sur, hasta ahora.
Lo que quiere decir que la Secretaria de Relaciones Exteriores, después de las declaraciones que hizo, no solo o no lee los periódicos; sino que ni siquiera ve televisión (noticieros o telenovelas, da lo mismo) en todos lados hablan de las matanzas. La Nota Roja es siempre rentable.
Más los reiterados discursos del señor Calderón, quien ahora frente a miembros de la Cámara de Representantes de los EEUU, en Los Pinos dijo, quizás eufórico por haber detenido un cargamento de siete toneladas de cocaína (con el apoyo logístico de los vecinos del Norte, que no quisieron involucrarse en aguas internacionales) arremetió de nueva cuenta contra el crimen organizado y dijo que estaban “desesperados”.
Da una escalofriante idea de la visión que el Primer Mandatario y su Secretaría de Relaciones Exteriores tienen del mundo en el que vivimos quienes estamos del otro lado del escritorio mágico que les distorsiona la mente y les impide ver la realidad.
Porque los “desesperados” no son los organizados delincuentes, sino los ciudadanos en general, que sin importar ideología o Partido, ya no sabemos qué hacer, o cómo hacerle para volver a vivir en paz
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