18 mayo 2009
“¿Por qué Rechazó tan tajante Calderón la valiosa ayuda que le ofrecían UNAM e IPN? (…) ¿Acaso le dio miedo que descubrieran su desquiciante patraña?”.
Elidee Leonor Fernández García.
I
Manuel Bartlet fue el primero, hace meses; Luis Téllez, luego, entre febrero y marzo; ahora, días há, Miguel de la Madrid. Los tres coincidieron en señalamientos puntuales acerca de los quehaceres presidenciales de Carlos Salinas de Gortari.
Entreverados, Carlos Ahumada y Roberto Madrazo hacen delaciones en sendos libros. Aquél, notorio por corrupto y mafioso y tonto útil en la conspiración del señor Salinas y Vicente Fox contra Andrés Manuel López Obrador. De don Roberto sábese que es contumaz tramposo.
Para comprender el significado de lo dicho por esos personajes habría que identificar los componentes del pasado reciente –digamos de 1988 a la fecha—y los vìnculos entre los cuatro y el contexto actual.
Ubiquemos a cada actor en su propia papel pasado y presente, el que representaron en la el escenario en el que don Carlos era el actor mayor, y el actual, también dominado por la actuación dominadora, caciquil diríase, de éste.
Don Carlos es, a la vez, actor embozado entre un conjunto escénico de títeres y el titiritero único. Es el hombre fuerte, políticamente, de México. Es, para muchos, “El Jefe”, incluyendo a los señores Bartlett, Téllez y al propio don Miguel.
“El Jefe” Salinas ejerce un maximato –como el de Plutarlo Elías Calles-- bajo modalidades y peculiaridades fácticas e informales. Ese maximato se extiende a personeros mayores y menores de los tres partidos políticos mayores de México.
El señor Salinas manda en el PRI, en las cámaras y no pocos gobiernos de los 31 Estados Unidos Mexicanos y sábese documentadamente que su alcance llega hasta Felipe Calderón, quien removió al señor Téllez a sugerencia suya.
II
Los tres hablaron –que no denunciaron ni acusaron, pues denunciar y acusar es un juicio de valor formulado por aquellos segmentos de la ciudadanía enterada de lo dicho por esos personajes, sino delaciones espontáneas, coyunturales-- sin pensarlo.
Pero esa peculiaridad –la delación espontánea-- le otorga a lo dicho por don Manuel, don Luis y don Miguel un valor documental que, a la luz que sobre esos sucedidos presuntos arrojaren los métodos del historicismo, son insoslayables.
Ello antojaríase verismo incontrovertible. No se puede soslayar lo dicho, como tampoco es soslayable su significancia ocurrente –la actual-- ni sus consecuencias previsibles ni la cercanía dígase cómplice de los conspicuos dicente.
Don Manuel era el secretario del despacho de Gobernación del entonces Presidente De la Madrid y responsable, ante éste, de que el proceso electoral de 1988 tuviese un desenlace favorable al candidato de éste, que era el señor Salinas.
En ese aciago año, don Manuel presidió sobre una operación que hizo “caer” al sistema de cómputo de votos para evitar que que trascendiese que la votación favorecía a Cuauhtémoc Cárdenas, otro de los candidatos (el tercero era Manuel J. Clouthier).
Don Carlos dispuso que el sistema de cómputo fuese desactivado. Para ello no recurrió a una operación a trasmano, sino que lisa y llanamente hizo que de la oficina del Presidente De la Madrid se le diese la orden al señor Bartlett. Éste obedeció.
Una vez asumida la Presidencia mediante esa operación equivalente a un “coup d´État”, don Carlos premió al señor Bartlett designándolo secretario del despacho de Educación Pública; luego lo hizo gobernador de Puebla. Favor recibido, favor pagado.
III
Don Manuel extrapoló lo ocurrido hace 21 años en una alusión indirecta en un entorno periodístico acerca del episodio, pero atribuyó al señor Salinas la autoría y la responsabilidad de la “caída” del sistema de cómputo; éste señalaba una derrota.
Más lo dicho por el señor Bartlett no pasó a mayores; don Carlos ni reaccionó. ¿Por qué? Porque a don Manuel –ahora sospechoso icono de la “izquierda” mexicana-- fue autor material del fraude electoral del 88 y golpista por inferencia válida.
¿Y el señor Téllez? A don Luis lo pillaron con una grabación electrónica realizada, presumiríase, por motivos de un supuesto revanchismo amoroso, en la cual decía o dijo que el señor Salinas se había robado la mitad de la partida secreta.
Pero las afirmaciones delatoras más contundentes, por acreditadas, fueron las del exPresidente De la Madrid, forzado después por don Carlos y sus propios allegados a desmentirse con humillación pública unas horas posteriores a su difusión.
Ello, sin duda, aumentó el acervo de credibilidad de la periodista Carmen Aristegui, aunque fue acusada por el señor Salinas de “aprovecharse” de la “senilidad” de don Miguel y de su muy supuesta vulnerabilidad cerebral y falta de lucidez.
Don Miguel, cabría reiterar precisoriamente, dijo que el señor Salinas se había robado la partida secreta –una suma incalculable de dinero de la que hasta 1998 el Presidente disponía discrecionalmente-- y confirmó, además, otras sospechas.
Confirmó el golpe del 88, los motivos del “Quinazo” y las ligas presuntas de don Carlos con el “narco”. Pero esa delación descorre también los velos que ocultaban la existencia de un maximato político en un modelo de simulación democrático-electoral.
ffponte@gmail.com
www.faustofernandezponte.com
Glosario:
“Coup d´État”: golpe de Estado.
Delación: en su sentido semántico, revelar actividades desconocidas de alguien o algo, acusar, denunciar; en su sentido jurídico tiene otra connotación, la de proveer a la autoridad información acerca de terceros.
Maximato: periodo de ejercicio fáctico e informal del poder por parte de Plutarco Elías Calles, a quien sus allegados y la ciudadanía en general llamaba Jefe Máximo, de allí la denominación. Su maximato lo ejerció desde 1924. En 1928 dejó la Presidencia, pero en los hechos era el hombre fuerte del país hasta 1936, en que el entonces Presidente Lázaro Cárdenas lo expulsa del país.
“Quinazo”: la detención, por el Ejército, de Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”, secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores Petroleros de la Repùblica Mexicana, el 10 de enero de 1989. Durante el proceso judicial trascendió que el Ejército “plantó” un cadáver y armas en una casa que, a la postre, resultò no ser el domicilio del líder petrolero. Empezo, pasó una década en la cárcel.
Elidee Leonor Fernández García.
I
Manuel Bartlet fue el primero, hace meses; Luis Téllez, luego, entre febrero y marzo; ahora, días há, Miguel de la Madrid. Los tres coincidieron en señalamientos puntuales acerca de los quehaceres presidenciales de Carlos Salinas de Gortari.
Entreverados, Carlos Ahumada y Roberto Madrazo hacen delaciones en sendos libros. Aquél, notorio por corrupto y mafioso y tonto útil en la conspiración del señor Salinas y Vicente Fox contra Andrés Manuel López Obrador. De don Roberto sábese que es contumaz tramposo.
Para comprender el significado de lo dicho por esos personajes habría que identificar los componentes del pasado reciente –digamos de 1988 a la fecha—y los vìnculos entre los cuatro y el contexto actual.
Ubiquemos a cada actor en su propia papel pasado y presente, el que representaron en la el escenario en el que don Carlos era el actor mayor, y el actual, también dominado por la actuación dominadora, caciquil diríase, de éste.
Don Carlos es, a la vez, actor embozado entre un conjunto escénico de títeres y el titiritero único. Es el hombre fuerte, políticamente, de México. Es, para muchos, “El Jefe”, incluyendo a los señores Bartlett, Téllez y al propio don Miguel.
“El Jefe” Salinas ejerce un maximato –como el de Plutarlo Elías Calles-- bajo modalidades y peculiaridades fácticas e informales. Ese maximato se extiende a personeros mayores y menores de los tres partidos políticos mayores de México.
El señor Salinas manda en el PRI, en las cámaras y no pocos gobiernos de los 31 Estados Unidos Mexicanos y sábese documentadamente que su alcance llega hasta Felipe Calderón, quien removió al señor Téllez a sugerencia suya.
II
Los tres hablaron –que no denunciaron ni acusaron, pues denunciar y acusar es un juicio de valor formulado por aquellos segmentos de la ciudadanía enterada de lo dicho por esos personajes, sino delaciones espontáneas, coyunturales-- sin pensarlo.
Pero esa peculiaridad –la delación espontánea-- le otorga a lo dicho por don Manuel, don Luis y don Miguel un valor documental que, a la luz que sobre esos sucedidos presuntos arrojaren los métodos del historicismo, son insoslayables.
Ello antojaríase verismo incontrovertible. No se puede soslayar lo dicho, como tampoco es soslayable su significancia ocurrente –la actual-- ni sus consecuencias previsibles ni la cercanía dígase cómplice de los conspicuos dicente.
Don Manuel era el secretario del despacho de Gobernación del entonces Presidente De la Madrid y responsable, ante éste, de que el proceso electoral de 1988 tuviese un desenlace favorable al candidato de éste, que era el señor Salinas.
En ese aciago año, don Manuel presidió sobre una operación que hizo “caer” al sistema de cómputo de votos para evitar que que trascendiese que la votación favorecía a Cuauhtémoc Cárdenas, otro de los candidatos (el tercero era Manuel J. Clouthier).
Don Carlos dispuso que el sistema de cómputo fuese desactivado. Para ello no recurrió a una operación a trasmano, sino que lisa y llanamente hizo que de la oficina del Presidente De la Madrid se le diese la orden al señor Bartlett. Éste obedeció.
Una vez asumida la Presidencia mediante esa operación equivalente a un “coup d´État”, don Carlos premió al señor Bartlett designándolo secretario del despacho de Educación Pública; luego lo hizo gobernador de Puebla. Favor recibido, favor pagado.
III
Don Manuel extrapoló lo ocurrido hace 21 años en una alusión indirecta en un entorno periodístico acerca del episodio, pero atribuyó al señor Salinas la autoría y la responsabilidad de la “caída” del sistema de cómputo; éste señalaba una derrota.
Más lo dicho por el señor Bartlett no pasó a mayores; don Carlos ni reaccionó. ¿Por qué? Porque a don Manuel –ahora sospechoso icono de la “izquierda” mexicana-- fue autor material del fraude electoral del 88 y golpista por inferencia válida.
¿Y el señor Téllez? A don Luis lo pillaron con una grabación electrónica realizada, presumiríase, por motivos de un supuesto revanchismo amoroso, en la cual decía o dijo que el señor Salinas se había robado la mitad de la partida secreta.
Pero las afirmaciones delatoras más contundentes, por acreditadas, fueron las del exPresidente De la Madrid, forzado después por don Carlos y sus propios allegados a desmentirse con humillación pública unas horas posteriores a su difusión.
Ello, sin duda, aumentó el acervo de credibilidad de la periodista Carmen Aristegui, aunque fue acusada por el señor Salinas de “aprovecharse” de la “senilidad” de don Miguel y de su muy supuesta vulnerabilidad cerebral y falta de lucidez.
Don Miguel, cabría reiterar precisoriamente, dijo que el señor Salinas se había robado la partida secreta –una suma incalculable de dinero de la que hasta 1998 el Presidente disponía discrecionalmente-- y confirmó, además, otras sospechas.
Confirmó el golpe del 88, los motivos del “Quinazo” y las ligas presuntas de don Carlos con el “narco”. Pero esa delación descorre también los velos que ocultaban la existencia de un maximato político en un modelo de simulación democrático-electoral.
ffponte@gmail.com
www.faustofernandezponte.com
Glosario:
“Coup d´État”: golpe de Estado.
Delación: en su sentido semántico, revelar actividades desconocidas de alguien o algo, acusar, denunciar; en su sentido jurídico tiene otra connotación, la de proveer a la autoridad información acerca de terceros.
Maximato: periodo de ejercicio fáctico e informal del poder por parte de Plutarco Elías Calles, a quien sus allegados y la ciudadanía en general llamaba Jefe Máximo, de allí la denominación. Su maximato lo ejerció desde 1924. En 1928 dejó la Presidencia, pero en los hechos era el hombre fuerte del país hasta 1936, en que el entonces Presidente Lázaro Cárdenas lo expulsa del país.
“Quinazo”: la detención, por el Ejército, de Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”, secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores Petroleros de la Repùblica Mexicana, el 10 de enero de 1989. Durante el proceso judicial trascendió que el Ejército “plantó” un cadáver y armas en una casa que, a la postre, resultò no ser el domicilio del líder petrolero. Empezo, pasó una década en la cárcel.
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