domingo, mayo 03, 2009

“Para la psicosis no hay vacuna”


El título de esta columna fue tomado de una expresión vertida por una mujer entrevistada en la calle ante las preguntas de los autores de un programa especial que realizan y difunden TV y Radio UNAM. Éste se refiere a la epidemia del virus A H1N1 entre la población mexicana, y hoy de muchos países del mundo. La influenza: las respuestas de la ciencia, es parte de las medidas que está tomando la Máxima Casa de Estudios para ayudar a la población a enfrentar la contingencia epidemiológica con información científica y verificable.La serie se inició el martes 28 de abril. Pese a lo restringido de la audiencia que captan las estaciones universitarias, junto a las públicas del interior del país que se enlazan, la emisión representa un respiro frente a la cantidad de información contradictoria, incompleta y alarmista que circula tanto en la mayor parte de los sitios en internet como en casi todos los noticiarios radiofónicos y televisivos.La pandemia ha servido para exponer, como si de un experimento de laboratorio se tratara, dos situaciones que nos afectan desde hace muchas décadas. Por una parte, la ineficiencia de las autoridades al afrontar dificultades. No hay suficientes recursos, no logran informar sin crear alarma, sus versiones contradictorias apoyan la incredulidad de la gente. Dejan entre los ciudadanos el sentimiento de estar siendo engañados, desatendidos, manejados como marionetas.
¿Ocultan las cifras, mienten, minimizan, exageran?
Cualquier hipótesis es buena ante su ineficiencia para comunicar y para darle salida adecuada a un problema, de salud pública en este caso. Las versiones sobre complots desde el poder tienen su fundamento es la escasa credibilidad que merecen las autoridades. Si en todo nos engañan, si ante una crisis económica mundial hablan de un catarrito, si usan la demagogia en forma de spots todos los días, ¿por qué creerles en esta ocasión?Por otra parte, el que la influenza se propagara puso al descubierto el enorme impacto de los medios. Al día siguiente de decretarse la alerta y suspender las clases, la mitad de los transeúntes usaban tapaboca. Cientos de familias corrieron a hacer compras de pánico. La ciudad se despobló. El sábado, los cines y los restaurantes apenas si tenían parroquianos. Las calles estuvieron casi vacías el fin de semana. La circulación volvió a fluir de lunes a miércoles, sin horarios supremos ni atascos de tránsito. Y es que todos los medios: prensa, radio, televisión, internet, machacaron día y noche las medidas tomadas, así como las advertencias de la Secretaría de Salud, y a partir del domingo las decisiones del jefe de Gobierno del Distrito Federal.La actitud de los habitantes habla de que tenemos un pueblo muy fácil de convencer cuando se trata de acciones concretas, y también muy poco exigente con la información que dan los medios.Los datos y los esclarecimientos fueron y siguen siendo confusos. No hay cifras exactas ni compendios del conjunto de las instituciones del país. En su conferencia del martes 28, el secretario de Salud informó acerca de los casos del IMSS y el ISSSTE, se enredó en las cifras y no logró explicar convincentemente. ¿Epidemia con siete muertes confirmadas que tuvieron como causa el virus? ¿Y los casos que han llegado a los hospitales dependientes del DF? No conforme con las imprecisiones, el secretario del Trabajo señaló su desacuerdo, de manera sesgada y sin decirlo abiertamente, con el cierre de cines, restaurantes y demás establecimientos comerciales en la capital del país. Ello deja la insufrible sensación de que, en medio de la epidemia, los políticos siguen en lo suyo: desacreditar al adversario. La presencia de Lozano en esa conferencia se antoja inútil para efectos de informar sobre la enfermedad y provoca la sospecha, ya externada en otros medios, de que utilizan un problema grave en su favor.

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