María Teresa Jardí
Circulan por la red de Internet cartas invitando a firmar una solicitud de apoyo para que Mariano Azuela, el impresentable ministro de ultraderecha de la Suprema Corte de Injusticia. Para que se le nombre el Ombudsman, que no tenemos, de la que antaño soñáramos los mexicanos nuestra libre y soberana nación mexicana. Para que le se convierta, pues, en el nuevo beneficiado económico de la CNDH, a cambio de encubrir, desde ahí, las atrocidades que ya están y las que vienen en nuestro país. La represión brutal que se avizora ya en la esquina. Claro nadie mejor que el exponente irredento de la ultraderecha fascista, vergüenza también de sus antepasados como salta a la vista, para dirigir esa institución, que nació agonizante y a la que deja asesinada por una gastritis y enterrada, por su mediocridad y cobardía, José Luis Soberanes, otro exponente de la derecha confesional con su doble moral a cuestas como toda derecha fascista.
No es que tenga mayor importancia la CNDH dado lo que en el país acontece. Nuestras prioridades son otras y pobre papel en cualquiera de los casos va a jugar esa institución que nació agónica, aunque mantenida de parapeto, a cambio de gozo de muy buenos pesos por parte de los contratados por el poder en turno para encabezarla, para encubrir sus fechorías.
Con una república que a gritos pide su refundación en aras de salvarse de la muerte salvaje a que ha sido destinada por la perversa derecha apoderada del poder. Poder ganado por Fox. Para ser de inmediato tirada a la basura la república en aras del abuso de él y de la Sahagún, tan maléfica como la Gordillo, al menos. Las mujeres perversas, ya se sabe, que a los hombres siempre les llevan la delantera. Tirada a la basura la democracia también, dada la imperiosa necesidad de garantizarles impunidad a los hijos de su mujer, tan ladrones. Cancelada como república democrática con la usurpación sucesora, propiciada por la intervención de quien tan inmenso daño le hizo al país. Canceladora asimismo de los derechos humanos ante la necesidad imperiosa de garantizarse la impunidad, también para él y para su grotesca mujer, que en lo oscurito, así hace la derecha siempre todo porque nada de lo que hace es legítimo, se acaba de convertir, por fin, aunque sin respetar las reglas de la Iglesia Católica, en una mujer “decente”, en términos de lo que es “decente”, que nada tiene que ver ni con la ética ni con la honestidad ni con la decencia, que sí es decencia, para la Iglesia, a la que se dice fiel, aunque nada tenga que ver su vida con las enseñanzas de Cristo, que como hijo de Dios, dio la vida para salvar a los campesinos a los que Fox y sus compinches, los Usabiaga, les roban el agua, a sabiendas de que con eso los matan, y en aras de enriquecerse, aún más, ahora ya compran los terrenos en aras de la explotación, portadora también de muerte, de la refinería. Ladrón de altos vuelos una vez, ladrón de altos vuelos para siempre. Buitres que son ya se aprestan a quitarles también las tierras que les quedan para hacer negocio con la refinería que ha sido destinada a matar a los pobres del estado de Guanajuato.
Poder usurpado por Calderón, impuesto por Fox, exterminando, el Poder Judicial panista, como impartidor de Justicia, para legalizar el fraude, con lo que tanto sufrimiento y pesares le han propiciado a la nación mexicana que ve a sus hijos morir todos los días, cada día, incluso con las cabezas cortadas, por la misma impunidad que protege a los ladrones en su abuso innoble que de todos los bienes de la nación se permiten a sí mismos. Caciques despreciados por el pueblo. Criollos irredentos que desprecian al pueblo tanto como ellos por los criollos verdaderos son despreciados.
Avaladora, la CNDH, también de la injusticia que a la derecha caracteriza. Lo que da buena cuenta de que lo que mal empieza mal acaba. Al lado de Azuela, Alvarez Icaza y Ramón de la Fuente, parecen príncipes, aunque detrás se esconda, en el caso de todos, su ambición política.
No tenemos un Ombudsman. Nunca hemos tenido un Ombudsman. Los que me conocen me saben amiga de Carpizo. Pero a él, desde siempre, le he dicho lo mismo. La institución del Ombudsman nació mal. Salinas la creó para no meterle mano a la PGR que ya empezaba a dar pasos agonizantes hacía su muerte como institución procuradora de justicia. Pero Salinas tuvo el buen tino de elegir, al que entonces siendo ministro también de la todavía respetada Suprema Corte de Justicia de la Nación, podía generar la ilusión de que el respeto a los derechos humanos importaba.
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