Estimados amigos y amigas:
Lamento dirigirme a ustedes en este momento tan terrible y trágico de la historia de mi país.
Como ya todos ustedes están enterados, la madrugada de este fatídico domingo del 28 de junio del 2009 las Fuerzas Armadas de Honduras, junto con el Congreso Nacional y la Corte Suprema de Justicia, en connivencia con la recalcitrante y traidora oligarquía del país perpetró un Golpe de Estado en contra del presidente constitucional de la República, el señor Manuel Zelaya Rosales, más conocido por nosotros como Mel Zelaya. La acción fue tomada de manera artera y cobarde, bajo el manto de la oscuridad de la madrugada tegucigalpense. El presidente fue violentado y sacado abruptamente de su casa de habitación, cuando se aprestaba -amparado en la Ley de Participación Ciudadana- a consultar a la ciudadanía en una encuesta para determinar si la población estaba de acuerdo en que se instalaran en las próximas elecciones presidenciales de noviembre de este año una cuarta urna para expresar si estamos de acuerdo con la instalación de una Asamblea Nacional Constituyente. La medida venía precedida con la firma de más de 400,000 ciudadanos y ciudadanas de todas partes del país.
Sin embargo, el ejército y la oligarquía ultramontana desbarataron toda posibilidad de dicha consulta popular. No quieren perder los privilegios y canonjías que gozan desde que nos independizamos de España en 1821. En Honduras convivimos 7 millones de catrachos en una sociedad multicultural, en donde los negros garífunas, los negros ingleses, así como los Pueblos indígenas como los Lencas, Maya chortís, Miskitos, Pech, Tolupanes, Tawahkas y millones de campesinos y obreros mestizos de las ciudades estamos excluidos de participar en una democracia directa.
En efecto, en nuestro país, más del 70% de la población vive en la pobreza, de los cuales el 56% están en la extrema pobreza. La escasa participación política, los altos niveles de corrupción institucionalizada, la existencia de una legislación tendente a favorecer al capital transnacional y a los intereses de esos grupos oligárquicos han generado una espiral de violencia y sobre todo la expulsión casi forzosa de 1 millón de hondureños hacia los Estados Unidos, equivalente al 15% del total de la población. Aún así, nuestro país no se ha ido al precipicio (por algo se llamará Honduras nuestra tierra?) debido a que esos mismos paisanos envían 2,500 millones de dólares al año a sus familias!.
Esto es lo que pretendía modificar el gobierno de Mel Zelaya, hoy en dìa blandiendo la espada de Morazán desde la trinchera de la democracia latinoamericana: la siempre hospitalaria Costa Rica. Las injusticias, la pobreza, la ausencia de democracia. Por esa razón, miles de hondureños -a pesar de no pertenecer a su partido- nos sumamos a su propuesta, la cual simboliza la puesta en marcha de un proyecto nacional en el país. El presidente Zelaya (y le llamo así, “Presidente”, porque es único al que reconocemos la mayoría de catrachos y toda la comunidad internacional) ha librado una batalla en la que se define no solamente el destino de Honduras, sino que también de todos los países hermanos de Latinoamérica.
En estos precisos momentos (la una de la mañana del lunes 29 de junio), la rabia, la tristeza y la indefensión es lo que abate a la mayoría de nosotros, empero, el Pueblo, desde el mismo momento del Golpe Militar se ha manifestado y miles de obreros, estudiantes, profesores y campesinos siguen en alerta en las afueras de la Casa Presidencial. A las ocho de la noche recién pasada, los soldados abrieron fuego para amedrentar a los manifestantes. Este simple acto de remitirles esta carta es considerado por la actual Constitución Política como traición a la patria. Aún así, tengo la convicción que los traidores a la patria son ellos, los “golpistas”, que amparados en los fusiles y cañones quieren silenciarnos la voz y la oportunidad de vivir en una democracia justa y participativa. Por todo lo anterior condenamos el Golpe Militar, y solicitamos a todos ustedes que nos hagan el favor de reenviar este correo a todos sus contactos para que el mundo, y en especial Latinoamérica se entere de que acá no solo se juega el destino de nuestra nación, sino el futuro de toda nuestra tierra bolivariana y morazánica.
Su amigo y compañero:
Jorge Alberto Amaya.
PD: Por los momentos, quién sabe hasta cuándo me volveré a comunicar con ustedes, porque el gobierno de facto ha decretado “Toque de queda”, ha interrumpido las comunicaciones televisivas y de Internet (este correo se los estoy enviando desde una línea pirata), y además, está capturando a todo aquél que exprese libremente sus opiniones.
Dr. Jorge Alberto Amaya Banegas
Docente-investigador de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM)
Tegucigalpa, DC, Honduras CA.
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