María Teresa Jardí
A pesar de las mentiras de los medios a modo de la derecha hondureña y de otros países. A la altura de las circunstancias se vio Oscar Arias al darle de inmediato no sólo la bienvenida a Zelaya sino al poner los medios para la rueda de prensa sin límite, ni de intervención explicativa del presidente recién secuestrado de su cama, ni de preguntas de los medios nacionales e internacionales convocados y presentes. A la que asistió el propio Presidente de Costa Rica. Y medios más libres, como el canal 24 Horas de España, que a través de la televisión de paga se ven en el mundo entero, estuvieron también a la altura de las graves circunstancias el domingo pasado que pudo ser el día más negro del siglo XXI para Latinoamérica. Porque de haber cuajado ese golpe como la derecha esperaba que sucediera. Hubieran seguido los golpes en cascada, en Latinoamérica, que la derecha ya preparaba. Otra sería la historia de Zelaya si los gorilas lo hubieran traído a México o llevado a Colombia. E incluso quién sabe cuál sería la historia del golpe de Estado si hubiera sido llevado a los Estados Unidos de Norteamérica el único Presidente constitucional y por ende legítimo de Honduras. Circunstancias las del secuestro y traslado de Zelaya de las que debemos alegrarnos todos los pueblos latinoamericanos.
Obligado y mordiéndose la lengua. Su caso es muy parecido. Calderón que, como Micheletti, en un Congreso tomado por militares se convirtió en usurpador del cargo que el pueblo no le otorgó en las urnas. Obligado, el usurpador mexicano, por la reacción inmediata de otros mandatarios del mundo, Calderón tardó ocho horas en emitir el escueto comunicado. Recordando, con cada palabra, estoy segura, el ilegítimo gobernante mexicano que decidió ser, cuando podría ahora estar en campaña para llegar como legítimo en 2012. Año, para él, el 2012, en el que sabe que él va a convertirse en nada. Como Fox, quien, por más que quiera el PAN usarlo y, quien, a pesar de sus limitaciones neuronales, cuando se queda solo, salta a la vista, no puede dejar de pensar en lo mucho que el pueblo lo desprecia. Mayor desprecio incluso, el que se siente por Fox, que el que se siente por otros igual de corruptos. Porque él fue el que canceló definitivamente la esperanza. Segura estoy de que no puede dejar de pensar en el gobernante que pudo ser y decidió, a cambio de un rancho remodelado y de dejar robar a manos llenas a los hijos de su impresentable mujer, no ser. El mismo futuro que ya inicia en el presente para el pelele golpista Micheletti.
Sin importar lo que ocurra con Zelaya. Zelaya es el único Presidente legítimo de Honduras. Si lo mete a la cárcel el golpista, como amenaza, además de en víctima, Micheletti y su gorilato convierten en héroe a Zelaya. Si lo matan, el error se les revertirá de tan brutal manera, que acabarán juzgados por un tribunal internacional.
Los gobiernos del mundo se han pronunciado y no les queda más que mantenerse en esa postura. El sistema político, impulsado y fracasado, está llevando a los gobernados de todo el mundo a cuestionar a todos los gobernantes. Y saben que no pueden seguir estirando la cuerda sin pésimas consecuencias.
Otra sería la historia si esa misma postura digna la hubieran tenido en el caso de la usurpación mexicana. Lo de Zelaya habría sido impensable para la derecha fascista que se ubica detrás de ese golpe y a la que se exhibe ya en mil documentos que circulan por la red y aparecen en los medios no a modo, como el POR ESTO!, que se publican.
Las similitudes saltan a la vista y así como hoy promueven el regreso de Zelaya incluso acompañado por funcionarios de alto nivel de la ONU y de OEA, debieron exigir en México el recuento de votos. México se habría ahorrado las 11,728 personas que hasta anteayer habían sido impunemente ejecutadas desde que el poder usurpa el PAN con Calderón como cabeza. Ejecuciones que sin duda al mundo horrorizarán cuando se escriba la historia verdadera de la realidad mexicana y se repartan las culpas que en particular sobre los españoles y obviamente sobre los gringos recaerán sin duda, pero también contra otros, que hoy se solidarizan con el pueblo hondureño, pero los que, por conveniencias políticas, no fueron capaces de solidarizarse con el pueblo mexicano que, de manera mayoritaria, había elegido a AMLO como el Presidente legítimo, apresurándose a reconocer al usurpador que a la república mexicana la ha convertido en bananera y al Estado mexicano en un Estado fallido.
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