Barry Grey
World Socialist Web Site
En Teheran, las manifestaciones convocadas por el derrotado candidato presidencial respaldado por Estados Unidos, no paran de recibir cobertura por los medios informativos estadounidenses. Las acusaciones del anterior primer ministro Mir Huseín Musaví sobre robo electoral y "golpe de estado" son asumidas de manera irreflexiva y presentadas como hechos por el New York Times, el Washington Post y otros periódicos "fidedignos", sin ningún contraste o investigación independiente. Una campaña propagandística dirigida a aislar y desestabilizar a la facción dirigente en Irán encabezada por el Líder Supremo ayatolá Ali Jamenei y el presidente Mahmoud Ahmadinejad.
Las protestas están dominadas por sectores acomodados de la clase media urbana, que votó mayoritariamente a Musaví y apoya su programa derechista de estrechar lazos con los imperialismos estadounidense y europeo, y una introdución rápida de políticas favorables a los mercados. La clase obrera, que no ve ningún motivo para apoyar a la facción "reformista" encabezada por Musaví y el anterior presidente, el multimillonario Ali Akbar Hashemi Rafsanjani, se abstiene de acudir a las protestas.
Los media difunden con pretensión de objetividad proclamando que el movimiento de protesta y sus líderes son la punta de lanza de una "revolución verde" por la democracia. Cada acto represivo del régimen iraní aparece en titulares, y los rumores sobre cientos de muertos son presentados como hechos. Los media estadounidenses se muestran especialmente airados con los esfuerzos del régimen para bloquear la comunicación en Internet y los teléfonos móviles.
Dos semanas después, los militares de Honduras, entrenados y equipados por Estados Unidos, irrumpieron en el domicilio del presidente electo, lo empaquetaron en un avión y lo sacaron del país a punta de pistola. El crimen principal del depuesto presidente, Manuel Zelaya, ha sido alinear su gobierno con los archienemigos de Washington en Latinoamérica, el venezolano Hugo Chavez y Fidel Castro en Cuba, y aprobar modestas reformas populares en Honduras, como el aumento del salario mínimo.
No puede discutirse el hecho de que en Honduras se ha producido un golpe de Estado. Pero de este asunto se informa pobremente en la prensa y en las retransmisiones de los media estadounidenses. Ni sobre los arrestos y deportaciones de ministros del Gobierno del presidente Zelaya, ni de los cierres de medios locales considerados favorables al depuesto presidente, del arresto de periodistas extranjeros y el cierre de agencias como la estadounidense CNN, y la imposición de un estado de sitio, incluido el toque de queda vigente entre el crepúsculo y el amanecer, ni sobre la movilización de miles de soldados en las principales ciudades.
El régimen golpista, respaldado por la élite capitalista hondureña, el Congreso, el aparato judicial y la Iglesia, intenta interrumpir Internet y las comunicaciones móviles, sin que se produzcan protestas desde los media estadounidensas.
Las manifestaciones en apoyo de los golpistas y el nuevo régimen, están dominadas por la rica clase media de la capital, Tegucigalpa.
En las fauces de la represión estatal, el sindicato de los docentes hondureños lanza una gran huelga respaldada por 60.000 personas, que cierra las escuelas, y millares se manifiestan en Tegucigalpa. Las manifestaciones son dominadas por sindicalistas, trabajadores, desempleados y pobres de zonas rurales. Esta resistencia de la clase obrera al golpe apenas merece alguna mención en los media de Estados Unidos.
El domingo 5 de julio, las tropas que ocupan el aeropuerto de Tegucigalpa abren fuego sobre una multitud desarmada que se ha reunido para dar la bienvenida a Zelaya, cuyo avión intenta tomar tierra para devolverle a la presidencia. Un joven de 19 años muere por los disparos. Nuevamente, apenas una mención en los media estadounidenses.
Es posible imaginar la respuesta de los media de Estados Unidos si Ahmadinejad hubiera arrestado a Musaví y lo hubiera arrojado fuera de Irán. O los alaridos de indignación que hubieran estallado si el presidente iraní hubiera bloqueado el aeropuerto para impedirle el regreso.
Abundan los ejemplos del doble rasero aplicado a Irán y Honduras, y a continuación se citan algunos:
La CNN cubrió extensamente los esfuerzos del régimen iraní para censurar las noticias e intimidar a los periodistas extranjeros. No ha dicho nada sobre el cierre de su propia emisora por el gobierno golpista de Honduras.
El 4 de julio CNN.com informó que había recibido un video que mostraba a las tropas hondureñas disparando a las ruedas de los autobuses que transportaban a Tegucigalpa manifestantes contra el golpe desde distintos puntos del país. Este video no se sabe si ha sido emitido por la cadena.
Mas significativa es la virtual ausencia de cobertura en los media de Estados Unidos del asesinato y heridos producidos el domingo entre los manifestantes que protestaban contra el golpe en el aeropuerto de Tegucigalpa. El Financial Times del lunes proporciona un relato estremecedor de la atrocidad cometida, que muestra claramente su carácter premeditado. Informando sobre unas mil quinientas personas concentradas en las cercanías de la valla del aeropuerto para recibir el avión de Zelaya, el periódico escribe: "Sin embargo, hacia las tres de la tarde del domingo, los soldados que guardaban la pista para impedir el retorno de Zelaya lanzaron una ofensiva contra la multitud desarmada, de acuerdo con los testigos. Abrieron fuego desde dentro del aeropuerto, y lanzaron gas lacrimógeno hacia la multitud. Momentos después un puñado atravesó la valla perimetral, que había sido cortada por los manifestantes, los soldados levantaron sus armas automáticas y apuntaron hacia la masa de hombres mujeres y niños aterrorizados. Entonces abrieron fuego. Al menos una persona resultó muerta, y unas 30 fueron heridas."
La prensa latinoamericana ha publicado fotos del joven herido mortalmente, Isis Obed Murillo, cuando es trasladado por los manifestantes. Ninguna de estas fotos ha aparecido en los principales periódicos estadounidenses, ni en los canales de televisión. Murillo permanece innombrado y sin duelo en los media de EEUU.
Solo se necesita que comparemos este cruel trato con el frenesí con el que los media trataron la muerte de Neda Agha Soltan el 20 de junio en Teheran. La muerte de la estudiante de 27 años, que fue retratada como una transeúnte en una protesta a favor de Musaví, ocurrió en extrañas circunstancias. El gobierno negó ser responsable, pero los media la declararon inmediatamente una mártir de la "revolución verde". Su imagen salpicó todas las primeras planas de los de los periódicos y fue difundida por todos los canales de TV. "Neda" fue proclamada la "Juana de Arco" de la oposición iraní.
Este cuento de las dos capitales ilustra el carácter y el papel de los media en EEUU. Poseidos y controlados por corporaciones gigantes, funcionan como un adjunto del Estado y una máquina de propaganda a favor de los intereses imperialistas de Estados Unidos. Sus prejuicios clasistas -y los de los generosamente pagados individuos que sirven como editores estrella, reporteros expertos y jefes de informativos- son puestos de relieve por las respuestas diametralmente opuestas en Teherán y Tegucigalpa.
El mismo papel desempeñan los llamados medios liberales "progresistas", que se han alineado uniformemente tras la campaña de Estados Unidos contra la facción dirigente en Irán. La página web de la revista Nation mostraba el miércoles de forma destacada el artículo de su corresponsal en Irán, Robert Dreyfuss, haciéndose eco de los llamamientos de las fuerzas pro-Musaví a nuevas manifestaciones. Uno busca en vano la existencia de un artículo sobre los sucesos en Honduras. (Para más información sobre Dreyfuss ver "Nation’s man in Tehran: Who is Robert Dreyfuss?”, en wsws.org)
Los medios estadounidenses no se adhieren a criterios de orden moral ni atienden limitaciones en el desempeño de su función de manipular la opinión pública de acuerdo con los objetivos, tanto de orden doméstico como exterior, de la élite dominante. Nada muestra mejor el declive de la democracia y de la "prensa libre" en Estados Unidos que la manera en que ésta se suma a las falsas "revoluciones coloreadas" contra los regímenes considerados hostiles a los intereses estadounidenses, mientras ignora descaradamente medidas antidemocráticas de regímenes respaldados por la CIA, los militares y el Departamento de Estado.
http://www.wsws.org/articles/2009/jul2009/pers-j09.shtml
Traducción de JMSamos
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