Me estoy estrenando en Twitter. Tal vez me dio envidia que Liébano Sáenz sea tan popular (lo dijo Renegado Legítimo) en ese sistema de internet. El caso es que hoy lunes decidí empezar a twittear. Tengo muy pocos seguidores, casi todos amigos del SDP. Ya se verá qué tanta gente se interesa en los mini comentarios que ahí voy a dar a conocer.
Hay cosas de Twitter que no entiendo, naturalmente. Para aprender le voy a pedir una asesoría a Beam, que según Paola Villarreal es un experto. Tal vez el más importante especialista mexicano en la materia.
Jugando en el Twitter encontré este comentario: "Me da miedo ir al Grito". De inmediato di mi opinión al respecto: "La gente tiene miedo de ir al Grito. En todo el país. La perdida guerra de Calderón contra el narco ha aterrorizado a los mexicanos".
Es un miedo plenamente justificado. Hace un año hubo atentados en Morelia, donde mañana no se celebrará la principal fiesta patriótica mexicana. El domingo alguien lanzó granadas contra una patrulla de la policía estatal de Jalisco. El lunes se atacó a una exclusiva tienda del Distrito Federal con un recipiente lleno de gas que explotó. Hay amenazas de que algo grave ocurrirá durante las fiestas patrias en Monterrey, donde el Grito será vigilado por el Ejército. En la Ciudad de México, según se anunció, la ceremonia del 15 de septiembre será custodiada por 10 mil policías (el 10 por ciento, por lo menos, de los asistentes al Zócalo capitalino serán agentes de seguridad). Y en todo el país continúan las ejecuciones diarias.
En su twitter María de las Heras, que fue mi amiga hasta que el movimiento de AMLO nos separó, preguntó qué se puede hacer para levantar el ánimo patriótico en la nación. Respondí citando a un conocido que prefiere mantenerse en el anonimato: "Dice un amigo que solo van a mejorar los ánimos patrios de la nación cambiando la nación. En la panista no hay modo".
Para que eso sea posible, hay que ir, a pesar de los riesgos, al Grito, pero no al de Felipe Calderón, sino al organizado por el gobierno legítimo de Andrés Manuel López Obrador en la alameda central de la Ciudad de México.
No habrá tantos policías vigilando y, por desgracia, cualquier cosa mala podrá pasar (ser optimista en el México de hoy es ser realmente muy ingenuo). Pero hay que estar ahí. No hay que faltar a nada que signifique la posibilidad real de un cambio profundo. Para México no hay otra salida.
Hay cosas de Twitter que no entiendo, naturalmente. Para aprender le voy a pedir una asesoría a Beam, que según Paola Villarreal es un experto. Tal vez el más importante especialista mexicano en la materia.
Jugando en el Twitter encontré este comentario: "Me da miedo ir al Grito". De inmediato di mi opinión al respecto: "La gente tiene miedo de ir al Grito. En todo el país. La perdida guerra de Calderón contra el narco ha aterrorizado a los mexicanos".
Es un miedo plenamente justificado. Hace un año hubo atentados en Morelia, donde mañana no se celebrará la principal fiesta patriótica mexicana. El domingo alguien lanzó granadas contra una patrulla de la policía estatal de Jalisco. El lunes se atacó a una exclusiva tienda del Distrito Federal con un recipiente lleno de gas que explotó. Hay amenazas de que algo grave ocurrirá durante las fiestas patrias en Monterrey, donde el Grito será vigilado por el Ejército. En la Ciudad de México, según se anunció, la ceremonia del 15 de septiembre será custodiada por 10 mil policías (el 10 por ciento, por lo menos, de los asistentes al Zócalo capitalino serán agentes de seguridad). Y en todo el país continúan las ejecuciones diarias.
En su twitter María de las Heras, que fue mi amiga hasta que el movimiento de AMLO nos separó, preguntó qué se puede hacer para levantar el ánimo patriótico en la nación. Respondí citando a un conocido que prefiere mantenerse en el anonimato: "Dice un amigo que solo van a mejorar los ánimos patrios de la nación cambiando la nación. En la panista no hay modo".
Para que eso sea posible, hay que ir, a pesar de los riesgos, al Grito, pero no al de Felipe Calderón, sino al organizado por el gobierno legítimo de Andrés Manuel López Obrador en la alameda central de la Ciudad de México.
No habrá tantos policías vigilando y, por desgracia, cualquier cosa mala podrá pasar (ser optimista en el México de hoy es ser realmente muy ingenuo). Pero hay que estar ahí. No hay que faltar a nada que signifique la posibilidad real de un cambio profundo. Para México no hay otra salida.
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