Apuntes…
Por Guillermo Fabela Quiñones
Al llegar a su 70 aniversario, el próximo día 17, el PAN lo hace como partido en el poder, situación que en vez de haberlo fortalecido lo ha desdibujado, al demostrar en los hechos su incapacidad tanto para gobernar como para presentar un proyecto de país acorde a las demandas de una sociedad que sigue anhelando el cumplimiento de los ordenamientos de la Constitución de 1917, sobre todo en el ámbito social, donde sigue habiendo deficiencias muy dramáticas, ahora agravadas por un partido gobernante que no tiene interés en actuar como tal, sino como un grupo faccioso al que sólo le interesa formar parte de la oligarquía, para obtener parte del botín que siguen significando los bienes de la nación.
Como ahora están de moda los decálogos, la cúpula partidista sacó el suyo, con el objetivo primordial de frenar al PRI en el 2012, y combatir a los “señores feudales” del tricolor, o sea los gobernadores. Así queda patente que lo que les preocupa a los jerarcas del partido blanquiazul, no es el país, sino tan sólo no perder el poder. Al igual que los priístas en sus mejores tiempos, no hay un asomo de autocrítica de fondo, sino únicamente señalamientos en torno al incumplimiento de promesas de campaña de parte de Felipe Calderón. De nueva cuenta, según la moda, hacen una retahíla de promesas como las hechas por Calderón, cuando es evidente que la sociedad está harta de la demagogia y la simulación.
Con el propósito de lanzar su decálogo, la dirigencia panista se reunió el sábado pasado, se integró una Comisión de Análisis y Reflexión sobre los Procesos Electorales de 2009, la cual aprobó el documento en el que se puntualiza que el PAN quiere transformarse, cambiar y mejorar para recuperar la confianza de la ciudadanía; ser un partido abierto, incluyente y plural, “combativo e inconforme con la realidad para abanderar las causas sociales más sentidas” (La Jornada). Si tal fuera el caso, lo primero que debían hacer es exigirle a Calderón el cumplimiento de sus promesas de campaña, echar abajo el proyecto de reforma fiscal y promover una política económica diferente a la neoliberal en vigor. Como nada de eso ni quieren ni pueden hacer, el trabajo de la comisión mencionada queda en letra muerta.
El dirigente nacional, César Nava, afirmó: “No daremos cabida a la impunidad dentro de casa ni fuera de ella. Aplicaremos con oportunidad y rigor nuestros estatutos y reglamentos”. Se debe imaginar que la sociedad mexicana está integrada por puros retrasados mentales, que el duopolio televisivo ya cumplió cabalmente sus objetivos, sin parar mientes en que la dramática crisis en que nos encontramos ha servido para despertar de su letargo al pueblo. Con esa burda demagogia, lo único que consiguen los panistas en el poder es apartar aún más a los ciudadanos de su camino depredador. ¿Acaso no acaba de cobijar el CEN del PAN a Rosendo Villarreal, ex responsable de la administración de PEMEX, sobre quien pesan acusaciones de malos manejos en la paraestatal?
Si bien es cierto que los gobernadores, todos sin excepción, están convertidos en verdaderos señores feudales, también lo es que el gobierno federal panista es quien encabeza el neofeudalismo que rige las relaciones políticas, sociales y económicas de los mexicanos al comenzar el siglo veintiuno. ¿Cómo va a combatir a los priístas sin hacer otro tanto con los panistas? El problema no es de partidos, sino de un vasto sistema en la manera de ejercer el poder. Como es bien sabido, éste se fortaleció al dejar el PRI la Presidencia de la República, al quedar los gobernadores en posibilidad real de ejercer un cacicazgo regional.
Por lo demás, el PAN nunca ha sido ni podrá ser “un partido abierto, incluyente, plural, inconforme con la realidad”. No está ni en sus documentos básicos ni mucho menos en sus principios ni sentido de clase. Siempre han actuado como un grupo aristocrático, clasista, excluyente e inconforme con todo lo que implique cambios a su particular concepción del mundo. El problema de fondo para el país surgió cuando algunos priístas comenzaron a ser y actuar como panistas, lo que explica lo bien que se sienten unos y otros cuando no tienen que discrepar por cuestiones de cuotas de poder. Sin embargo, la realidad se impone y habrá de exigirles a los priístas consecuentes actuar con visión política, sentido social y verdadera preocupación por el futuro del país. El 2012 será la última oportunidad para que los priístas reasuman su compromiso histórico y dejen atrás las rémoras que significan las estrategias e intereses del PAN y la oligarquía.
gmofavela@hotmail.com
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