El Consejo Mexicano de Hombres de Negocios quiere modificar los artículos 27 y 28 de la Constitución para acelerar la venta de todo PEMEX, incluidas las gasolineras que son privadas nacionales para que se abran al cartel internacional que representa hoy a las antiguas 7 hermanas (Shell, BP, Exxon, Mobile, Repsol, etc.)
Es verdad que las 50 familias dueñas de los grandes capitales acumulados en México, son parte de los 110 millones de mexicanos dueños del subsuelo y sus recursos, incluido el petróleo administrado por PEMEX, según esos artículos precisamente; pero también es verdad que los ricos han acumulado sus riquezas con éxito gracias a que representan organismos parásitos que viven recargados en las empresas públicas.
Para esos grupitos elitistas robustos es una ilusión garantizar nuestra soberanía por la vía de administrar la riqueza petrolera a través de un monopolio de estado, aunque el presupuesto anual federal no deja de tener un 40% proveniente de PEMEX, así como los subsidios que ellos reciben mediante los paraísos fiscales privados intocables, con la consecuente descapitalización crónica de PEMEX. Los burgueses mexicas mantienen conflicto de intereses permanente, pues representan los de Kimberly-Clark de México, Televisa, Kellogs e Inbursa, así como el “autónomo” Banco Nacional de México. Los hombres de negocios quisieran obtener toda fuente posible de renta y capitalización, aprovechando las crisis, que para eso son.
El debate sobre la reforma energética del año pasado no ha concluido, aunque la privatización de PEMEX siga adelante. “Lo que se hizo en el debate sobre la reforma energética fue, en esencia, confrontar dos concepciones distintas del futuro de la Nación” palabras sabias de Javier Jiménez Espriú que hago mías: “No hemos discutido con calma ni analizado cual es la mejor opción en beneficio de la industria petrolera y de México. Son dos concepciones representadas, una por quienes consideramos nuestros recursos del subsuelo como propiedad primigenia e indiscutible de todos los mexicanos y la otra, por quienes los consideran como un bien capital a disputarse en el mercado de la competencia internacional, de la globalización, del libre mercando, no tan libre pero controlado por los mismos mercaderes”, y que entró en crisis de la crisis de la crisis (1982, 1995 y 2008).
Estas dos concepciones de desarrollo opuestas y contradictorias en sus fines, tienen numerosas propuestas encubiertas por la simulación de la práctica política que las rodea de una nube de expertos en opacidad, para que nadie entienda lo que realmente se busca. Por ejemplo, Calderón propone otra reforma de segunda generación para PEMEX, siguiendo el camino de PETROBRAS en el ominoso contratismo trasnacional, donde las otrora poderosas empresas públicas se han transformado en caretas que esconden los contratos que garantizan las ganancias de sus contratistas trasnacionales y socios locales.
PEMEX y PETROBRAS junto con PEDEVESA y demás empresas latinoamericanas, debieran organizar un cartel de defensa de los recursos petroleros americanos, no para EEUU, sí para el desarrollo de nuestro subcontinente.
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