Primero fue La Jornada, le siguieron El Universal y Excelsior, que documentaron el explosivo incremento del número de plazas de alta burocracia: subsecretario o equivalente, director de área, director general adjunto. Estos puestos tienen un salario promedio de 100 mil pesos mensuales, con prestaciones anuales de 700 mil pesos. En los tiempos de Zedillo nos costaban en promedio, cada uno de esos puestos, 39 mil pesos mensuales y las prestaciones, anualizadas, costaban 200 mil pesos. El costo de cada plaza se ha triplicado.
Hasta el último gobierno del PRI, los puestos de alta burocracia totalizaban 6 mil; con los gobiernos del PAN su número se ha elevado a 47 mil 500 plazas. Es decir, la cabeza del gobierno ha aumentado su tamaño 8 veces. Una operación sencilla nos permite inferir que el costo total de la alta burocracia, bajo los eficientes gobiernos federales panistas, se ha multiplicado por 24 (tres veces el costo de cada plaza, por ocho veces el número total de plazas).
Ahora que Calderón presiona por sus nuevos impuestos (¿todavía recordará las promesas de campaña?), la oposición ha reaccionado mostrando las cifras del incremento del costo de la alta burocracia. En su prisa por subir el zipper del presupuesto 2010, Calderón ha mordido ese prepucio gubernamental que es la inútil alta burocracia, si se le debe juzgar por sus resultados.
Ese doloroso accidente, que suele ocasionar la desesperada prisa infantil, o la torpeza propia de la excesiva ingestión etílica, es el trance en que se encuentra Calderón. Ay, aaay, aaaaaay; largos, repetidos, agudos ayes de dolor aquejan la justificación de los nuevos impuestos: ¿Cómo explicar la necesidad de recaudar más impuestos?, ¿Cómo explicar que el presupuesto de la educación superior debe ser recortado?, ¿Los nuevos impuestos son para los mexicanos míseros o para políticos miserables?
¡Oh, si se pudiera circuncidar al gobierno federal!, ¡Con cuánta razón, algunas culturas prescinden el inútil cuero que pende del apéndice reproductivo! Ahí está la solución para el equilibrio presupuestal: en lugar de nuevos impuestos se requiere abatir el costo de la alta burocracia, bajando a la mitad el sueldo de todos los altos funcionarios, eliminando todas las plazas de privilegio, entregadas a amigos, compadres, queridas y queridos. Recorte Ud. el cuero inservible de su gobierno, Sr. Calderón, y no se lo volverá a pellizcar con otro zipper presupuestal.
Sin embargo, para desgracia de los mexicanos, existe otra solución al doloroso trance en que se encuentra Calderón. Que mamá Beltrona acuda presurosa a desatorar el cierre presupuestal de 2010. Los gobiernos estatales, recuerden a Bours, también son una máquina de tragar dinero. Así que lo más probable es que, con complicidad nada sorprendente, los diputados y senadores del PRI, junto al PAN, aprueben los nuevos impuestos, aunque antes los lleven a la estética, a que les apliquen sus cremas, polvos, maquillaje, corrector, sombras y rubores. Para eso también será imprescindible la ayuda de mamá Beltrona, experta maquillista.
Martín Vélez.
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