miércoles, octubre 07, 2009

La consigna: acabar con la Democracia

Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes…
Como es previsible, la extrema derecha no quiere perder más tiempo para seguir apuntalando sus intereses y se lanza con todo en diferentes frentes para ganar espacios, aun cuando ello signifique meter al país en una espiral de confrontaciones cada vez más peligrosas. Así lo ejemplifican hechos al parecer aislados, pero que en realidad obedecen a una misma estrategia: apuntalar al régimen calderonista, incluso en contra del sentir de las clases mayoritarias, sin importar las consecuencias, al fin y al cabo para eso cuenta con la capacidad represora de las Fuerzas Armadas y de los cuerpos policíacos que dependen del Ejecutivo federal.
Está claro que México vive en esta hora un proceso de regresión histórica que curiosamente nos coloca en los mismos términos sociológicos que condujeron al estallido de la Revolución Mexicana en noviembre de 1910. Tal parece que la oligarquía quiere festejar el centenario de dicho movimiento reproduciendo al pie de la letra las condiciones sociales, económicas y políticas que desencadenaron la violencia armada de un pueblo harto de tanto abuso por parte de una dictadura corrupta y vendida a los intereses extranjeros dominantes en la nación.
La actuación del secretario del Trabajo y Previsión Social, Javier Lozano Alarcón, así lo demuestra con absoluta certeza. No queda duda de que sirve a una plutocracia a la que le tienen sin cuidado las consecuencias de sus ambiciones, como el caso emblemático de la familia Larrea, beneficiaria de la explotación de la principal riqueza minera del país, en detrimento de la economía y las condiciones de vida de los trabajadores, como es del domino público. Ahora el titular de la STPS pretende aniquilar una organización con una larga tradición democrática, el Sindicato Mexicano de Electricistas, lo que de concretarse equivaldría a clausurar la vía de la lucha sindical acorde con el imperativo de favorecer el desarrollo y progreso de los trabajadores.
Se podrá argumentar que el SME es un puntal del corporativismo, que sus dirigentes han sido tan corruptos como cualquier líder cetemista, pero al hacerlo se le estará haciendo el juego al régimen de Felipe Calderón, pues lo que está en juego es el futuro de la capacidad de la clase trabajadora para enfrentar con éxito la voracidad de una oligarquía que conceptúa a ésta como esclavos que sólo deben obedecer y callar. Tal es el sentido final de la tan apetecida reforma laboral que en los hechos se ha estado implantando gradualmente. Acabar con el SME sería un paso decisivo hacia la concreción de una reforma regresiva en la que el espíritu y la letra del artículo 123 constitucional sería cosa muerta.
Lograrlo, tal como pretende Calderón, equivaldría a sentar las bases de un régimen donde la única con derechos sería la oligarquía. Ciertamente poco falta, pero ese poco es lo único que ha permitido evitar que se implante un régimen fascista con todas las de la ley. De ahí el imperativo de actuar en defensa de ese poco que significa un muro de contención a los intentos de la oligarquía por alcanzar una total victoria que cancelaría el futuro de México como nación democrática. Nueve años de régimen del PAN han demostrado que no es necesario acudir a un golpe de estado abiertamente para ganar espacios políticos. Basta contar con instituciones afines que avalan sin chistar decisiones reaccionarias y espurias, como lo ejemplifican los hechos. Una muestra paradigmática, la actuación de los magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Sobran ejemplos de tal aserto, pero baste referirse al último de ellos: la liberación de paramilitares que participaron en el asesinato de los indígenas de Acteal. Otro más, la exculpación que hizo el ministro Mariano Azuela a los gobiernos de Vicente Fox y de Ulises Ruiz de las múltiples violaciones a las garantías individuales durante el conflicto magisterial oaxaqueño de los años 2006 y 2007.
La experiencia histórica demuestra que cuando la derecha se hace del poder, en cualquier parte del mundo, se cancelan posibilidades de justicia y desarrollo social. Tal es el objetivo esencial de su razón de ser, pues filosóficamente considera que el poder le pertenece por derecho divino, debido al concepto feudal que tiene del mundo y de la vida. Esto explica porqué considera como algo correcto el combate asistencialista a la pobreza: la filantropía es una forma de patentizar esa superioridad, de manifestar el desprecio real que se tiene por quienes no pertenecen a esa aristocracia. No es mera coincidencia que la extrema derecha se haya entronizado firmemente con el golpe de estado técnico que dio el grupo oligárquico que apoyó a Miguel de la Madrid, un aristócrata embozado, ni tampoco que su sucesor haya sido el ejecutor intelectual del golpe y ahora visible líder de la oligarquía: Carlos Salinas de Gortari.

gmofavela@hotmail.com

No hay comentarios.: